Entrevista con el director de la pinacoteca asturiana, que cree que habrá prespuesto para la segunda fase de la obra y también para comprar nuevas pinturas para la colección permanente
18 ene 2020 . Actualizado a las 19:48 h.Alfonso Palacio (Gijón, 1975), director del Museo de Bellas Artes de Asturias, no evita ninguna pregunta. Incluso se hace algunas a sí mismo y se las contesta sin rodeos. Los modales suaves, por momentos profesorales (no en vano proviene del ámbito docente de la Universidad de Oviedo, donde fue vicedecano) ocultan poco un carácter tenaz, de feroz defensor de su entorno y de la pinacoteca que dirige desde hace siete años. Ofrece sin pausa y de memoria, claro está, cifras y datos, la mayoría de cara al futuro. Un futuro en el que deposita grandes esperanzas.
-Hace trece años que se proyectó la ampliación del museo y cinco que se terminó. ¿Fue suficiente?
-En 2007 se pone la primera piedra de la ampliación del museo que, como sabe, se articuló en cuatro fases. La obra era necesaria por dos motivos. En primer lugar, porque había en los almacenes unos fondos ocultos que tenían la suficiente calidad como para ser expuestos; el museo estaba exponiendo alrededor de 470 obras y se tenía que habilitar más espacio: con la ampliación pasamos a mostrar unas 810. La segunda razón, muy importante también, era que los depósitos del museo estaban absolutamente colmatados y había que generar un espacio que oxigenara esos depósitos. La idea era, cuando se completara la segunda fase, albergar las 15.000 obras que tenemos y que ahora mismo están en diferentes almacenes.
-¿En qué estado se encuentra esa segunda fase?
-Nos gustaría sacarla adelante en esta legislatura y estoy convencido de que así será. Ya estaba planteada y diseñada por Patxi Mangado y consiste en la demolición del edificio anexo o de servicios para levantar un edificio nuevo que albergaría en su planta -2 el dique de carga y descarga y montacargas que ahora no tenemos para hacer operativos unos almacenes que sí están hechos ya en la misma planta de la primera fase de la ampliación. También se hará, y esto otra necesidad, un salón de actos en la planta -1. Desarrollamos una actividad enorme de conferencias, mesas redondas… y nos vemos obligados a habilitar como salón de actos una de las salas de la colección permanente. También incluiría despachos, el taller de restauración y algunas zonas para exposición.
-¿Es receptiva la Administración?
-Sí, creo que hay un empeño decidido por parte de la consejería de Cultura para que a lo largo de estos cuatro años cristalice esa fase dos del proyecto de ampliación. Con eso quedaría muy bien estructurado. Las fases 3 y 4 son intervenciones sobre los edificios históricos que están descartadas, porque no conducirían museológicamente a nada. Además, los edificios son BIC altísimamente protegidos, cuya intervención no es que no sea aconsejable, es que no es posible.
-¿Y no habría problemas de este tipo en la fase 1?
-No. El anexo es un edificio del siglo XX sin un gran valor arquitectónico y, en cuanto al subsuelo, en un primer momento se pensó acometer las dos fases de la mano y ya se excavó. Si bajáramos, veríamos una serie de zanjas dejadas por las excavaciones arqueológicas que se hicieron en su día en las que se encontraron restos que fueron llevados al museo Arqueológico. Lo que pasó fue que llegó la crisis económica y solo hubo dinero para finalizar la primera fase, que no se inauguró hasta marzo de 2015.
-Además de la ampliación, ¿cuáles son los grandes objetivos de esta legislatura?
-Son tres: como he dicho, la finalización de la fase 2. Luego, la dotación de un capítulo para compra de obras de arte que desde 2011 no tenemos. Desde el punto de vista presupuestario en 2020 no va a ser posible, pero esperamos contar en 2021 con dinero para ello. Y el tercer objetivo sería tratar de dar una mayor visibilidad, desde el punto de vista turístico, no solo al Museo de Bellas Artes, sino también al resto de equipamientos culturales.
-¿Cuánto dinero se necesita para comprar obras?
-Como digo, desde 2011 no contamos con presupuesto, pero el museo posee muy buenas colecciones y ha habido una política de trabajo de donaciones y depósito muy importante que en cierto modo suplió la política de compras. Y, sobre todo, hemos tenido la inmensa suerte de que en 2017 nos llegó como llovida del cielo la donación de Plácido Arango. Que en un momento de sequía alguien llegara y nos entregara 33 obras de lo mejor del patrimonio histórico artístico español, que incluso teniendo presupuesto hubiera sido difícil e incluso en algunos casos imposible incorporarlas… obras de artistas que no están en el mercado, por ejemplo Zurbarán, o de otros que sí lo están pero son inaccesibles, como por ejemplo Millares, que puede costar 600.000 euros. En el hipotético caso de disponer de dinero, ni siquiera nos habría llegado para comprar esa obra. Esa cifra sería la que podríamos disponer, mantenida una serie de años.
-Antes de eso también estuvo el legado Masaveu…
-Sí, fue un punto de inflexión, clave en la historia del museo. Supone un antes y un después en lo que es el ADN cualitativo y cuantitativo del centro. Pero fíjese que eso no fue una donación sino una dación, es decir, como pago de la familia por unos impuestos sucesorios cuando fallece Pedro Masaveu. Tuvieron que pagar 11.000 millones de las antiguas pesetas y 8.000 de esos decidieron pagarlos en 414 obras de arte. Hay que agradecer, desde luego, la generosidad que mostró la familia en la negociación para entregar esas obras.
«El museo necesita un Juan Gris, un Julio González, un Tàpies y un Barceló»
-Si llega el esperado presupuesto, ¿qué le gustaría colgar en el museo?
-Las colecciones están bastante bien armadas en el segmento que va desde el siglo XV y hasta el XIX. Sería el siglo XX el que habría que reforzar. Hay una serie de artistas clave que nos faltan para entender algunos movimientos que tenemos tímidamente apuntados y que acabarían por completar. De la primera mitad del siglo XX es evidente que el museo necesita un Juan Gris. Es un artista capital de la vanguardia española que debemos incorporar cuanto antes para tenerlo con Picasso, Miró y Dalí. Y también es fundamental que incorporemos una pieza de Julio González, el gran escultor español de la vanguardia. De la segunda mitad del siglo XX hay que reforzar escultores como Tàpies y creemos que Barceló habría que incorporarlo a la colección. Pero hay más, claro. Algunos que nos faltaban los conseguimos con la donación de Plácido Arango y nos cubrieron algunas lagunas: Un Eduardo Arroyo, uno de los mejores Equipo Crónica… pero seguimos teniendo lagunas. Las colecciones están inacabadas porque son inacabables.
-¿Qué posición ocupa el Museo de BBAA respecto a otros en España?
-Desde el punto de vista de sus colecciones es un buen museo, a la altura de dos de los grandes que son el de Sevilla y el de Valencia y está un peldaño por debajo del gran referente que es el de Bellas Artes de Bilbao, el modelo a imitar y al que nos gustaría acercarnos e incluso llegar. Desde el punto de vista de su organigrama, el nuestro es un museo que todavía deja bastante que desear; es decir, está incorporando personal pero hasta ahora no tenía conservadores, por ejemplo, una figura fundamental, como sabe. Necesitamos fortalecer el organigrama con dos conservadores, que irán llegando, un técnico de educación, otro restaurador… esto como mínimo. Son plazas vacantes que hasta ahora teníamos y que no se podían cubrir por la tasa de reposición cero que ya no se aplica. Ya salió un plaza de conservador y saldrán otras en 2020 y 2021. Gracias al compromiso del personal se están haciendo muchísimas cosas, pero no hay proporción entre la calidad del museo y la cantidad de trabajadores.
-¿Qué dotación presupuestaria sería necesaria?
-Ahora estamos en torno a los 2,2 millones de euros. Soy realista y sé que nunca va a alcanzar los 4,5 millones que tuvo años atrás siendo la mitad en volumen, pero creo que debería intentar llegar a los 3,3 millones para poder comprar obras de arte y llevar a cabo proyectos expositivos ambiciosos. ¿Por qué no? Bilbao, como referente del que antes le hablaba, tiene 9 millones de euros de presupuesto.
«2019 se cerró con una muy buena cifra de 112.000 visitantes»
-¿Cómo vas las cifras de visitas?
-Entre 2013 y 2015, con el museo ya ampliado teníamos 1,7 millones de presupuesto y hemos conseguido maximizarlo y creo que hacer una programación persistente en el tiempo, consiste y de calidad. Eso ha permitido pasar de 44.000 visitantes a los 112.000 con los que hemos acabado 2019.
-¿Y otros nuevos proyectos?
-Hemos comentados los proyectos macro. En lo que se refiere al aspecto micro, del día a día, al menos desde 2013, cuando yo accedí a la dirección, tenemos como uno de los pilares fundamentales la programación continuada, sistematizada, articulada en torno a una serie de ejes muy claros: exposiciones, obras invitadas, conferencias, cine y artes plásticas, actividades educativas… En esto trabajamos cuatrimestralmente, aunque no puedo adelantarle nada porque hay que informar antes al patronato. Pero una de las importantes sí le comento porque ya se sabe es la exposición homenaje a Orlando Pelayo por el centenario de su nacimiento, que haremos en primavera con nuestros fondos y los que les dejó a sus hermanos, algunos inéditos y otros muy poco vistos que tienen algunas obras impactantes.
-¿Le gustaría traer un Rafael ahora que es el quinto centenario de su muerte?
-Claro, por supuesto; sería una obra invitada maravillosa. El Prado tiene. Pero hay determinadas obras que los museos no prestan porque forman parte de sus polos de atracción; es ciertamente muy difícil. Aunque tenemos en la recámara otras obras invitadas que van a resultar muy interesantes.
-¿Cómo va la reciente asociación de amigos del museo?
-Es una de las mejoras noticias que nos ha dejado 2019. Hay una etapa del museo como centro de investigación, otra etapa como contenedor de obras de arte que había que conservar, y sin excluir esas competencias, ahora estamos en una fase de madurez que es la de los museos más sociales, conectados con su ciudadanía. La asociación es esa herramienta que el museo debía ayudar a alumbrar, la que permite dar fin a una de las misiones que debe tener un museo: esa conexión con la comunidad. Es el medio en el que existimos y para el que existimos. Estamos muy contentos de que haya superado en apenas dos meses y medio los 300 socios.
-¿Puede llegar a tener relevancia económica, además de la simbólica?
-Puede y la va a tener, dado que una parte de los fines es realizar actividades en paralelo y en diálogo con el museo. Hará, por ejemplo, con sus fondos un ciclo de conferencias. En el futuro puede ayudar económicamente en la compra y donación de alguna obra de arte, como hacen otras asociaciones.
-¿Podría hacerse una campaña de micromecenazgo como hizo El Prado?
-Sí, claro, sería posible. Pero antes de llegar a esa iniciativa, me gustaría realizar otras.
-Parece que el museo tiene un especial interés en el aspecto educativo.
-La acción educativa es inherente a los museos, cada vez más. En un momento en que la educación artística está en franco retroceso en la enseñanza reglada -ya sabe que ha sido absolutamente jibarizada en los planes de estudios- los museos se han convertido en la vanguardia, en la proa de esa educación. En el arte y a través del arte, es decir, tanto en las cuestiones artísticas como en los muchos conocimientos a los que se puede acceder a través del arte, como geografía, sociología, moda… el arte como herramienta para construir un conocimiento. Los departamentos de los museos que más han engordado en los últimos años son los de acción pedagógica o didáctica.
Hemos incorporado programas piloto que se implantan con fuerza como talleres para niños de 0 a 3 años; talleres para adolescentes, que es el rango de edad más complicado para la enseñanza del arte; también diversidad, colectivos en riesgo de exclusión, público universitario…
-El número de estudiantes del bachillerato de Arte es muy reducido. Quizá como consecuencia por el temor a carreras que, supuestamente, luego no tengan salidas laborales…
-Sin embargo, yo tengo datos objetivos que rebaten esto. En el curso pasado, la matrícula de Historia del Arte fue la más numerosa de los últimos años con más de 65 estudiantes. Es una buena noticia y creo durante la crisis que se produjo este efecto: dado que, cualquiera que fuese la elección, el mercado laboral era igualmente difícil, ¿por qué no elegir algo que a uno le gustara? Y Filosofía y Geografía subieron, aunque luego volvieron a bajar.
-¿Cómo se convence a un joven para que estudie Arte?
Un argumento interesante es que dedicar tu vida a hacer lo que te gusta y tratar de estudiar y comprender una de las acciones más inteligentes, bonitas y puras que ha hecho la especia humana -depredadora y destructiva en otros aspectos- como es la de crear arte, es una justificación per se. Hay más argumentos, claro, pero ya esto sería suficiente.
-¿No cree que el hecho de que solo haya dos artistas plásticos (Barceló y Serra) entre los premios Princesa de Asturias las Artes en los últimos 20 años es un balance escaso?
- Tres con Kentrigde, no se olvide de que también es artista plástico. Pero no, creo que está bien. Si decimos que hay siete artes, tres de veinte es la ratio adecuada.