Un reciente estudio de la Universidad de Oviedo demuestra los beneficios de repoblar con el lince ibérico. El Principado se planteó el año pasado reintroducir la especie boreal
13 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El lince ibérico es un factor fundamental para el ecosistema en las zonas en las que es autóctono. Así lo demuestra un reciente estudio de investigadores de la Universidad de Oviedo en colaboración con el Instituto de Investigación de Recursos Cinegéticos (IREC), la Estación Biológica de Doñana y la Fundación CBD-Hábitat.
Según este estudio, también financiado el Ministerio para la Transición Ecológica, la presencia del lince hace disminuir la de los llamados mesopredadores (zorro y meloncillo, principalmente), «genera efectos positivos en cascada en los niveles tróficos inferiores, esto es, en sus presas, el conejo y la perdiz roja» y el impacto de su reintroducción es positivo «no sólo en el estado de conservación de la especie, sino en todo el ecosistema», según sus autores.
Los investigadores dieron a conocer los resultados de sus investigaciones en la revista científica Biological Conservation. «Estas investigaciones muestran un impacto positivo de las reintroducciones no solo en el estatus de conservación del lince, sino también de la restauración de su funcionalidad ecológica», explica José Jiménez, investigador del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (CSIC) y primer firmante del estudio. Destaca, además, que los resultados obtenidos «apoyarán la aceptabilidad social de las reintroducciones de lince ibérico, que es fundamental para su futuro».
Hacia el mes de abril de este año, el anterior responsable de Caza del Gobierno asturiano, Orencio Hernández, presentó ante técnicos de otras administraciones y representantes de asociaciones conservacionistas una propuesta para reintroducir en Asturias el lince ibérico.
Los ecologistas temen el impacto en otras especies amenazadas
Para la organización ecologista Fapas, esa propuesta era «inaceptable». La realidad, explicaban, es que el lince boreal es el carnívoro más esquivo de Europa. Un depredador cuya reintroducción debería de estar avalada por una estrategia de conservación de la biodiversidad que en la actualidad, a su juicio, no existe en Asturias. El lince boreal es una especie, afrimaban, que depende de la captura de presas silvestres para sobrevivir como el corzo, una especie que precisamente en Asturias ha acusado un importante descenso poblacional a causa de una enfermedad específica.
El estudio señala que los superpredadores «juegan un papel crucial en el funcionamiento y estructuración de los ecosistemas», controlando las presas y manteniendo la biodiversidad. Sin embargo, la consideración de que su impacto fuese positivo, particularmente en lugares habitados, resultaba controvertida.
«Uno de estos superpredadores es el lince ibérico, una de las especies en mayor peligro de extinción» en todo el mundo, que sólo se distribuye por la península ibérica, y que está siendo objeto de importantes proyectos de conservación y de reintroducción para evitar su extinción.
Sin embargo, a menudo los proyectos de reintroducción eran rechazados o poco valorados por los sectores ligados a la caza, debido a su posible afección a algunas de sus especies presas principales, el conejo y la perdiz roja, que a su vez son objeto de una importante actividad cinegética en el mundo rural.
Para resolver esta cuestión, usando estimaciones precisas de densidad, el equipo de investigadores se embarcó en un estudio pionero y novedoso a lo largo de tres años «ha mostrado por primera vez para esta especie que las abundancias de los mesopredadores se redujeron después de la reintroducción del lince ibérico, dado que éste compite y finalmente depreda o desplaza de su territorio a otros carnívoros más generalistas y abundantes».
Además, la presencia del lince genera, aseguran, «efectos positivos en cascada en los niveles tróficos inferiores», es decir, en sus presas, el conejo y la perdiz roja. A pesar de que el lince consume conejos como principal presa, su presencia evita que un mayor número de otros carnívoros continúe alimentándose en esos territorios, reduciendo el número total de conejos y perdices depredados.
En concreto, el estudio demostró experimentalmente cómo, tras la reintroducción del lince ibérico en el Valle de Matachel (Badajoz), se produjo una reducción de la abundancia de zorros y meloncillos de aproximadamente un 80%. El establecimiento de un macho y una hembra de lince ibérico y de sus crías en un territorio concreto supuso, transcurridos dos años de la reintroducción, la desaparición, por abandono del área o por propia predación de los linces, de al menos 19 zorros, 11 meloncillos, 3 garduñas y 1 gato asilvestrado. Esta reducción de la abundancia de estos carnívoros provocó la recuperación del conejo y la perdiz roja en las zonas ocupadas por el lince. Todo ello supuso una reducción del 55,6% en el consumo de conejo por parte de toda la comunidad de carnívoros.
Los resultados obtenidos en este estudio pionero, dicen los investigadores, «pueden resultar de interés y aplicables para la mejora de otros ecosistemas existentes en España, especialmente en aquellos ámbitos donde determinadas especies presa se ven seriamente amenazadas debido a desequilibrios en las densidades de meso carnívoros provocados por la ausencia de un súperpredador que actúe como regulador poblacional».
La característica más importante que diferencia al lince boreal (Lynx lynx) o lince euroasiático de los otros ejemplares que se pueden encontrar en el planeta es su gran tamaño. Un lince boreal varía en longitud desde los 80 a los 130 centímetros desde la cabeza hasta la cola y de pie a hombro mide unos 50 centímetros, mientras que el lince ibérico (Lynx pardinus) llega a medir como máximo unos 110 centímetros, 20 menos que su primo.
Esto posiciona la boreal como la especie de mayor tamaño en el mundo, con un peso que puede ir desde los 8 a los 30 kilos en el caso de los machos y hasta 21 kilos las hembras. Este gigante entre su especie puede llegar a ser hasta dos veces más grande que por ejemplo su familiar el pequeño lince canadiense (Lynx canadensis), que solo alcanza los 11 kilos.
La especie boreal es más grande y extendida que la ibérica
El lince boreal se distingue de los demás a simple vista por las manchas oscuras y circularen sus patas. Por su variabilidad, el color de su piel llega a ser más oscuro que el de cualquiera de los otros de su especie en el mundo y pueden ir de un tono blanco a otro marrón oscuro. Sus patas son muy poderosas y funcionan como raquetas en la nieve para su movilización constante. Un largo collar de colores gris y blanco es muy distintivo de este espécimen, al igual que la cola corta con punta de color negro y el pelaje negro que sale de sus orejas.
Otra diferencia significativa del lince boreal con sus familiares es que está clasificado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como una “preocupación menor”, debido a que es la especie de la que más se encuentran ejemplares. No obstante, la caza excesiva, tanto por su piel como para evitar el ataque sobre ovejas y cabras, así como también la escasez de ungulados, su fuente de alimentación durante el invierno, son las amenazas más preocupantes del lince eurasiático.
En casi toda Europa occidental, oriente medio, china, Finlandia y Rusia la caza del lince boreal está absolutamente prohibida. En conclusión, el lince boreal representa la población más densa entre los linces y una de las más amplias entre los félidos, además de ser los más grandes de su especie y lograr proezas en la nieve, como llegar a grandes altitudes. Un hermoso ejemplar que, con el cuidado debido, seguirá reproduciéndose y expandiendo su territorio alrededor del mundo.