Cataluña, Murcia, Navarra, Galicia y Cantabria no imparten la asigntura por fragmentación del alumnado, decisión de lasa autoridad o falta de demanda
27 nov 2019 . Actualizado a las 12:14 h.Seis comunidades autónomas -Cataluña, Murcia, Navarra, Galicia, Asturias y Cantabria- no imparten religión islámica por la fragmentación del alumnado, por decisión de las autoridades o por falta de demanda, mientras que en Baleares su implantación a partir del próximo curso ha abierto un nuevo frente político con Vox. Cataluña es quizá el caso más llamativo, pues en esta región se concentra el mayor número de musulmanes en España y, según datos de la Unión de Comunidades Islámicas de España (Ucide), hay registrados 85.842 alumnos que profesan esta religión, la segunda con mayor número de fieles (1.946.300, según los últimos datos) después de la católica.
Fuentes del departamento de Educación de la Generalitat han reconocido que no se está impartiendo esta asignatura en los centros públicos a pesar de ser un derecho recogido en los acuerdos de cooperación entre el Estado español y tres de las confesiones de notorio arraigo (judíos, evangélicos y musulmanes). «Nosotros tenemos una perspectiva más amplia de esta asignatura y apostamos por una materia que se centre en la cultura de las religiones, que tenga una mirada transversal del conjunto de las religiones y los valores positivos comunes y que no sea ni dogmático ni adoctrinador», han apuntado, según informa Efe.
Aseguran que están en conversaciones con representantes de las comunidades musulmanas para que se pueda ofrecer la asignatura en los centros públicos, pero desde una perspectiva profesional y con un enfoque que no sea dogmático. En Baleares, el anuncio del Govern de implantar la asignatura en el curso 2020-2021 en 10 centros ha llegado hasta el Parlamento autonómico por iniciativa de Vox, contrario a su inclusión en la escuela pública, que ha anunciado la presentación de una proposición no de ley (PNL) para solicitar más información al Ejecutivo.
Entre otras cuestiones, Vox pide saber si «se promoverá la homofobia y la sumisión de la mujer tal y como se hace en el islam», según avanzó su portavoz parlamentario, Jorge Campos, que también ha pedido más datos sobre la duración de las clases, en qué lenguas se impartirá y cómo se seleccionará al profesorado. Pero la responsabilidad de que se ofrezca o no la asignatura de religión islámica en los colegios públicos no recae exclusivamente en las instituciones. El desconocimiento de muchos padres, la falta de preparación de los candidatos a profesores y la creencia de algunos que opinan que la clase de religión islámica debe darse en árabe no ayudan a la hora de materializar este derecho.
Así lo explica el presidente de la Comunidad Islámica de Parets del Vallès (Barcelona), Ismael Mohamed, que lamenta que a pesar de que en Cataluña se estima que hay más de 80.000 alumnos musulmanes, en una reciente recogida de firmas para exigir este derecho sólo consiguieron 350. «Hay un cúmulo de problemas: por una parte, muchas familias no conocen sus derechos, hay otras que no entienden que se pueda explicar la religión islámica en los colegios en castellano o catalán y hay profesores que, aunque tengan la carrera de Magisterio, no la tienen convalidada en España o, en el caso de Cataluña, no tienen un buen nivel de catalán», resume.
Murcia, con 18.512 alumnos, Navarra (4.016), Galicia (2.161), Asturias (860) y Cantabria (592) tampoco cuentan con esta asignatura en los centros públicos, ni con profesores para impartirla. Las razones son distintas según el territorio. En el caso de Navarra, la demanda de estas clases es escasa y está muy fragmentada, según han indicado desde el departamento de Educación, que han señalado que se ha hecho la oferta de contratación de un profesor que imparta esta asignatura, pero la plaza no se ha cubierto. En Galicia, según señalan desde Educación, no se imparte la materia, ya que en ningún centro ha llegado al mínimo exigido (diez alumnos con carácter general, aunque se puede bajar hasta cinco en situaciones excepcionales por cuestiones demográficas) para formar grupo propio de esta confesión.
Sin embargo, los problemas no se reducen a estas comunidades. En otras, como Madrid, donde se estima que hay cerca de 46.000 alumnos musulmanes, apenas existen 3 profesores para impartir clase. Por eso, las quejas se repiten. «Mi hijo de 8 años me pregunta por qué sus compañeros van a clase de religión católica o evangélica y él no puede ir a religión islámica. Se siente mal y se aísla porque ve que no se le trata igual que al resto de los alumnos». Es el testimonio de Carmen Cruz, una madre musulmana con dos hijos de 8 y 6 años que estudian en un colegio público del madrileño barrio de Vallecas. A este centro acuden algo más de 30 familias musulmanas que reclaman para sus hijos la asignatura de religión islámica, una demanda que hasta ahora no tiene respuesta.
«El año pasado me enteré de que existía este derecho y solicité la matrícula en religión islámica. Presenté un escrito en la Consejería de Educación y, a día de hoy, no he recibido ningún tipo de respuesta», explica Carmen. Este curso ha vuelto a intentarlo, esta vez con el apoyo de la dirección del centro, que ha enviado un escrito a Educación solicitando un profesor de religión islámica, pero de nuevo no han obtenido respuesta por parte de la consejería. «Yo no soy partidaria de que en un cole público se dé clase de religión. Si alguien quiere estudiarlo que se lo pague, pero si en un colegio hay religión católica y evangélica, mis hijos tienen el mismo derecho a recibir la islámica», sostiene. Carmen lamenta que sus hijos son conscientes de estas diferencias y eso les hace sentir mal.
También Mounia, madre de dos niños de 8 y 12 años, denuncia que este trato diferencial contribuye a la estigmatización de los niños musulmanes. «Cuando sus compañeros estudian religión dentro del cole y ellos ven que tienen que ir a una mezquita les estás dando a entender que son diferentes», advierte. Ella tampoco puede optar a la clase de religión islámica en su colegio del barrio de Tetuán, donde el 30 % de los alumnos son musulmanes. Como tantos otros padres, acuden a las mezquitas o centros culturales para que sus hijos reciban esta formación y lo costean de su propio bolsillo. «Lo hacemos porque tenemos miedo de que nuestros hijos crezcan sin una buena base de conocimiento sobre la religión islámica y luego les puedan comer la cabeza», concluye Carmen.