El escritor Juan Ignacio Codina revela en su obra «Pan y Toros» los nombres de los autores más importantes de la región que se han posicionado en contra de la tauromaquia
28 sep 2019 . Actualizado a las 17:05 h.El movimiento antitaurino ha tenido un largo recorrido en España, y el escritor Juan Ignacio Codina describe en su obra Pan y Toros el desarrollo de esta lucha animalista en el país, haciendo especial referencia al papel que jugó Asturias en esta causa. El también periodista explica la importancia que ha tenido la región a la hora de movilizarse contra la tauromaquia, y nombra con especial interés a las figuras históricas y culturales de la comunidad que más se han manifestado a favor de la lucha antitaurina. El autor ensalza la capacidad de la sociedad asturiana de articularse en protestas multitudinarias como la que tuvo lugar en Gijón en 1914, considerada como una de las más importantes manifestaciones contra la tauromaquia jamás registradas en España.
En lo que al elenco de autores antitaurino en Asturias se refiere, y tal y como explica Codina, se debe hablar, por ejemplo, del poeta avilesino Francisco Bances Candamo (1662-1704), quien, como se señala en Pan y Toros, mostró severas opiniones en contra de la tauromaquia en algunos de sus poemas. Algo muy similar hizo el religioso ilustrado gallego Benito Feijoo, quien mantuvo una estrecha relación con Asturias hasta el punto de que llegó a ser vicerrector de la Universidad de Oviedo. Asimismo, entre los ilustres antitaurinos asturianos también cabe citar a escritores de la talla de Leopoldo Alas Clarín, catedrático de la propia Universidad de Oviedo, o de la de Armando Palacio Valdés. Ambos mostraron en varios de sus libros críticas directas a la barbarie taurina.
No obstante, el listado de destacados antitaurinos asturianos es muy amplio. Por ejemplo, Codina nos habla del crítico literario y de arte José Francés (Madrid, 1883-1964) quien, a pesar de no haber nacido en Asturias, siempre se consideró del Principado, ya que todos sus ascendientes procedían de Llanes y de Gijón. Francés se refiere a la tauromaquia como una «lepra taurina», y la responsabiliza de causar nuestro empobrecimiento espiritual y cultural. Asimismo, conviene destacar a la periodista y escritora María Luisa Castellanos (Llanes, 1892-México, 1974), considerada una auténtica pionera del feminismo en España, publicando numerosos artículos en importantes cabeceras como La Voz, Nuevo Mundo, Mundo Gráfico y Hojas Selectas, y que, además, fue cofundadora de la revista Alma Astur. Castellanos, que fue una de las primeras alumnas de la Universidad de Oviedo (se matriculó en Derecho), se erigió como una gran antitaurina.
Por su parte, el autor de Pan y Toros también cita al universal Jovellanos como otro de los grandes antitaurinos que Asturias ha aportado a la historia de España. Codina indica que Jovellanos consideraba las corridas de toros como un espectáculo sangriento y funesto, únicamente destinado a dar brutales diversiones al pueblo. Frente a lo que se ha dicho, el periodista y escritor reivindica al ilustrado asturiano como un gran defensor de los animales, y es que Jovellanos también denunció la barbarie taurina por el sufrimiento que en ella se genera en el toro y en el caballo. Además, incluye al pintor y escritor Darío de Regoyos (Ribadesella, 1857-Barcelona, 1913). Regoyos, un renombrado artista que expuso su obra en ciudades como Bruselas, Amberes, Gante, Ámsterdam, París, La Haya, Madrid, Bilbao, Berlín, Londres, Burdeos, México D. F., Buenos Aires, Múnich o Barcelona, mostró severas críticas a la sanguinolenta tauromaquia tanto en sus lienzos como en su obra escrita (es el caso del libro titulado España Negra, publicado en 1899).
La sociedad asturiana como punta de lanza del movimiento antitaurino
Junto a estos grandes intelectuales, el propio autor de la obra señala que la propia sociedad asturiana fue de las primeras en organizarse horizontalmente para manifestarse en contra de la barbarie taurina. Así, a comienzos del siglo XX crecieron las semillas sembradas por estos y otros autores y, socialmente, se articuló un amplio movimiento antitaurino cuyo máximo exponente lo encontramos en un multitudinario encuentro cultural antitaurino celebrado en Gijón en agosto de 1914, y al que acudieron más de tres mil personas.
Por todo esto, para Codina, en el mapa histórico del antitaurinismo español conviene hacer una mención aparte, y muy destacada, a Asturias. «El pasado antitaurino del Principado es muy rico, aunque hoy en día haya quedado enterrado en el olvido, sucumbiendo ante la importante promoción de las corridas de toros llevada a cabo desde las instituciones políticas, sobre todo en los últimos decenios, y la mayor parte de las veces gastando para ello ingentes cantidades de dinero público», defiende el periodista e historiador.