Consejos para bajar la barriga sin necesidad de sudar la gota gorda
Un abdomen prominente puede ser un indicio de que algo no anda bien en tu cuerpo. Los centímetros de más sí cuentan
La barriga es mucho más que la curva de la felicidad. Mira la tuya y reflexiona: un abdomen prominente puede ser un indicio de que algo no anda bien en tu cuerpo. La cantidad de grasa que rodea nuestro abdomen es un gran indicador, el mejor, para saber si hay indicios de una enfermedad cardiovascular. El riesgo de la obesidad depende de la localización de la grasa y la que se acumula en el abdomen es la que más afecta al corazón. Por eso es tan importante mantener el peso dentro de unos límites: te lo agradecerá tu corazón, los vasos sanguíneos, el metabolismo, los huesos y otros órganos de nuestro cuerpo. Los centímetros de más sí cuentan, y mucho.
La grasa visceral va unida al aumento del colesterol, los triglicéridos, el riesgo de hipertensión, o de diabetes. ¿Cuál es el perímetro recomendable del abdomen? Según la Fundación Española del Corazón, en las mujeres se sitúa en 88 centímetros y en los hombres en 102. Lo puedes medir con una cinta métrica tras una expiración completa y tomando como referencia el ombligo. Si estás por encima de esos valores, tienes que tomar medidas y atajar el problema. Te aportamos una serie de consejos alimenticios con los que puedes poner a raya la grasa visceral.
Comida sana
Come legumbres, que es un medicamento prodigioso para tu salud cardiovascular. Una dieta rica en legumbres no solo reduce un 14% el riesgo de infarto sino que también rebaja los niveles de colesterol y contribuye a controlar el peso, además de aportar fibra. Lo ideal es consumirlas tres veces a la semana aunque en España su consumo se ha desplomado un 50% en los últimos años. Hace décadas se consumían a diario y en la actualidad solo se hace una vez a la semana. Los expertos recomiendan, eso sí, cuidar el acompañamiento y vigilar que no tenga demasiada grasa. Se pueden comer en guisos o en ensaladas. Lentejas, garbanzos, fabes, guisante verde o soja: todo un paraíso natural, como este salteado de garbanzos y quinoa con vinagreta de cacahuete.
Opta por los frutos secos: aportan grasas que reducen el colesterol, además de fibra, proteínas y vitaminas. Los resultados de un estudio llevado a cabo en EEUU demostraron que las personas que comen frutos secos presentan una disminución del índice de masa corporal, de la circunferencia de la cintura y de la presión arterial. Almendras, nueces, castañas, avellanas, piñones, pistachos… Es preferible comerlos crudos y sin sal y no ingerirlos en grandes cantidades porque tienen mala digestibilidad y aportan calorías. Se pueden incluir en el desayuno, agregándolos a los cereales o en las comidas, tanto en ensaladas como complemento de pastas. También puedes apostar por cremas caseras de frutos secos como estas.
Descubre las semillas como el lino, sésamo o pipas de girasol, ricas en omega-3 vegetal y fibra y no te olvides del pescado azul. Atún, caballa, sardinas, salmón… Intenta consumirlos dos veces a la semana y recuerda que son ricos en ácidos grasos omega-3. Las frutas y verduras de temporada son un gran medicamento. Son fuente de antioxidantes y es una fórmula imbatible. No te pases con el azúcar y la sal. Hazlo en su justa medida. Aunque seas un llambión, nos soprepases los límites (50 gramos al día; unas doce cucharaditas de café rasas) ni de sal (cinco gramos al día; el equivalente a una cucharadita de café.
Y un consejo que nunca falla. Haz ejercicio, muévete al menos media hora al día. No hace falta que sudes la gota gorda. Corre, Salta, camina, baila, juega a tu deporte favorito. Ponte las zapatillas y ropa cómoda y acostúmbrate al ejercicio físico. Tu corazón te lo agradecerá.