Los colectivos creen que la actual legislación del Principado está ajustada a la situación de los ríos y de la población salmonera. Solo reclaman mejorar la lucha contra los cormoranes y más ayudas
12 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.No hay motivo para la alarma. Las medidas adoptadas hasta el momento son suficientes para mantener la población salmonera en los ríos asturianos, aunque hay que seguir trabajando por su conservación. Son las conclusiones a las que han llegado siete sociedades asturianas de pescadores, que aglutinan a unos 6.000 aficionados, y que acaban de reunirse en Oviedo. Estos colectivos rechazan el planteamiento realizado por lobby recién formado, que alerta del grave riesgo que sufre la especie y que reclama al Principado un nuevo plan integral en el que se incluya la pesca sin muerte, es decir en el que se prohíban las capturas. No creen que la situación de Asturias sea excepcional. Precisan que se trata de fluctuaciones cíclicas que son comunes a todos los territorios en los que todavía sobrevive el salmón Atlántico. Se ofrecen a seguir colaborando con la Administración regional en la misma línea, con repoblaciones, limpiezas de ríos y labores de apoyo en la elaboración de censos. Lo que sí reclaman son más fondos. Las sociedades reciben subvenciones muy escasas y cumplen con todas estas funciones gracias a las aportaciones de sus miembros.
La propuesta de un lobby de pescadores de incluir la pesca sin muerte en un plan integral para salvar al salmón ha sacudido a los amantes de este deporte, divididos en dos bandos que parecen defender posturas irreconciliables. La plataforma Asturias Salmón Vivo indica que ha llegado la hora de plantear un debate reposado sobre el futuro de la especie y que los pescadores pueden contribuir con la captura y suelta, que es como se denomina a esta práctica. Aportan datos estadísticos y argumentos científicos. No convencen, sin embargo, a sus colegas de las sociedades -todas salvo la Asociación Asturiana de Pesca Fluvial, que se ha apartado- que les acusan de que son «pescadores sin muerte, a los que les estorbamos en el río».
Argumentos contrala prohibición
Las sociedades aseguran que no son inmovilistas, que su negativa no responde a la inercia. Están convencidos de que las medidas actuales son suficientes. Recuerdan que el cupo por pescador y temporada era de ocho salmones, se bajó a tres y se ha reajustado a cuatro. Entienden que es una cifra adecuada para la situación actual. Lo mismo piensan del resto de medidas. Apoyan por tanto que la talla mínima sea de 45 centímetros, que la temporada de salmón sin muerte se abra el tercer domingo de marzo y con muerte, el segundo domingo de abril; que los zancados se devuelvan al agua rápidamente y con el máximo cuidado; que los cotos tradicionales parciales funcionen martes y miércoles y como zona libre los viernes, sábados y domingos, festivos regionales y nacionales, con dos días de vedas, que haya un máximo de tres pescadores por coto, con la excepción de un menor, pero siempre respetando el máximo de tres salmones por día, o que los pozos libres organicen a los turnos de pescadores por sorteo, a primera de la mañana, en turnos de media hora, .... Creen que la actual normativa, la que ha regulado esta campaña de 2019 es la adecuada.
Turismo de lujo
Al igual que ocurre con la plataforma Asturias Salmón Vivo, las sociedades también dicen que los criterios científicos están de su parte. Citan, por ejemplo, a la bióloga de la Universidad de Oviedo, Eva García, una de las máximas expertas en la materia. Explican que cuando en el año 2010, el Gobierno del Principado dio la voz de alarma y decidió adoptar unas medidas muy restrictivas, García había señalado que todas están políticas «eran muy precipitadas». En cambio, estos pescadores no se fían demasiado de instituciones como el North Atlantic Salmon Fund (Nasf), al que acusan de promover una pesca elitista, cara y para unos pocos, un turismo de pesca de lujo. Temen que esa sea la línea que se pretende seguir ahora en el Principado, que esa sea la filosofía de Asturias Salmón Vivo.
«Esto nunca va a ser Islandia. Tenemos los ríos salmoneros más alejados, los más remotos y eso no va a cambiar», señalan los portavoces de la reunión, en la que participaron responsables de El Esmerillón, Amigos del Nalón, El Maravayu, Las Mestas, Fuentes del Narcea, El Banzao y La Socala. Denuncian que se están falseando los datos de los censos para crear un clima propicio a la prohibición. Por eso conceden gran importancia a los censos.
Los censos 2019 comenzarán a realizarse en los próximos días, precisamente con el apoyo de las sociedades. Los ríos los peinan equipos de trabajo formados por un guarda, dos buzos y pescadores que les ayudan desde la ribera. Las lluvias caídas en los últimos días dificultarán la labor. El primero va a ser el Sella, pero tendrán que esperar a ver cómo está su cauce, que llegó casi a los cinco metros el martes, con el temporal, por lo que la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC), lo situó en situación de prealerta.
Arriman a sus argumentos el económico, el dinero que se genera en torno a los ríos. Hablan del turismo de pesca, promovido por las propias asociaciones, que tienen en sus filas a aficionados de otras comunidades y que se desplazan periódicamente al Principado. Apuntan el dinero en las tiendas especializadas, las cuotas de las sociedades, las noches de alojamiento, las comidas en restaurantes,... Afirman que no es el factor fundamental pero insisten en que es algo que se debe tener en cuenta cuando se desliza la idea de prohibir la pesca con muerte.
Las sociedades respaldan la labor del Gobierno del Principado y, fundamentalmente, de Jerónimo de la Hoz, del Servicio de Caza y Pesca. No obstante, sí creen que hay margen para cambiar algunas cosas. Reclaman que se intensifique la lucha contra el cormorán porque en esta época comienzan a llegar «y se ponen las botas». También reclaman más fondos para intensificar toda la labor de repoblación que están realizando de manera altruista. Las Mestas es la única que puede tener contratado a un profesional. El resto lo realizan voluntarios con mucho esfuerzo.