Los falsos mitos de las dietas anticáncer
Una vida saludable puede prevenir la aparición de enfermedades, pero no curar
Dietas milagrosas, superalimentos, pócimas elaboradas con productos naturales,... Olvídate. La alimentación es uno de los mejores aliados a nuestro alcance para prevenir la aparición de enfermedades como el cáncer pero no para curarlo. Prevenir no es curar. Los científicos son rotundos cuando hablan de este tema: lo único que puede curar el cáncer es el tratamiento pautado por los especialistas, cirugía, quimioterapia o radioterapia. No obstante, es cierto que entre el 40 y 50% de los tumores podría prevenirse con la adopción de hábitos de vida saludables y esto implica, entre otros factores, preparar una dieta equilibrada. Aquí te contamos cómo.
No obstante, primero vamos a despejar todas las dudas ¿Hay alimentos que tienen capacidad de curar el cáncer? ¡Ni mucho menos! Este es el primer mito que debemos enterrar. Comer bien es una buena estrategia para reducir la aparición de la enfermedad pero no para sanar. ¿Qué efecto tienen los denominados alimentos anticáncer, una cualidad que se suele atribuir, por ejemplo, al limón? No existen estos alimentos. Lo dicen las voces más autorizadas en la materia, como por ejemplo la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). «Que no te tomen el pelo», señala en su web.
Una vez que ha quedado claro que lo mejor es ponerse siempre en manos de los especialistas médicos, resta por saber qué podemos hacer nosotros. La prevención sí está a nuestro alcance. Podemos reducir la probabilidad de padecer un cáncer. Al menos un tercio de los cánceres actuales pueden prevenirse con una forma de vida saludable, lo que implica no fumar, no beber, practicar ejercicio de manera regular, poner a raya la obesidad y comer de una manera ordenada y sana. ¿Cumples con estos hábitos?
Si no es así y te has propuesto cambiar, el primer paso es elaborar una lista de la compra rica en productos frescos. Dirígete al supermercado y llena tu carro de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y semillas. No existen los superalimentos, ya lo hemos dicho. Pero si hay unos productos realmente beneficiosos para nuestro organismo, ricos en nutrientes y que nos protegen de multitud de enfermedades, esos son los vegetales.
La clave, por tanto, radica en comer bien. Y por comer bien se entiende comprar alimentos frescos y limitar al mínimo o no consumir ultraprocesados. Cocina. No son necesarias recetas supercomplejas que te hagan pasar horas frente al fuego. Con técnicas sencillas, obtendrás resultados asombrosos. Insiste hasta la saciedad: debes comer vegetales a diario. El alcohol y los refrescos nunca deben sustituir al agua. Poco a poco, reduce los azúcares añadidos, las grasas insanas y, por supuesto, la sal. Los productos integrales, como el arroz y la pasta, también deben formar parte de tu rutina semanal.
No es complicado. Sólo se necesita cierta planificación. Lo mismo sucede con el ejercicio físico. Muévete todo lo que sea posible y trata de buscar zonas en las que haya una buena calidad del aire, como por ejemplo zonas verdes y arboladas. Lo fundamental es que destierres esas falsas creencias que no nos aportan ni un solo beneficio.