«Al Gobierno le pido que empiece a gobernar porque la economía se está ralentizando»
ASTURIAS
Fernando Martínez, actual director general de la Caja Rural de Asturias, se perfila como el relevo de José María Quirós al frente de la entidad
13 jun 2019 . Actualizado a las 12:40 h.La Caja Rural de Asturias presentará mañana en la asamblea de cooperativistas el ejercicio de 2018 así como los nuevos consejeros, interventores de cuentas y miembros del patronato de la fundación asistencial de la entidad. Estos mismos consejeros decidirán en julio de este mismo año al nuevo primer ejecutivo tras la jubilación de José María Quirós que se retira después de 51 años. Su actual director general, Fernando Martínez es uno de los nombres que más se barajan para su sustitución ya que su experiencia suma 46 años en la misma caja donde comenzó su carrera profesional.
-José María Quirós se retira tras 51 años. ¿Qué balance profesional podría hacer de su gestión al frente de Caja Rural?
-No soy yo el más indicado para hablar de la gestión de José María, y no solo la suya, sino la de las anteriores personas que estuvieron en su mismo cargo, como lo hizo Román Suárez Blanco hasta el año 2008-2009 y José María desde ese año hasta ahora y anteriormente como director general. No en vano pasó por todos los puestos de la Caja desde su inicio. Él se incorporó procedente del Banco de Siero y desde ahí empezó la actividad en la Caja, a la que prácticamente puso a andar, estableció los criterios fundamentales para avanzar y ahí están los resultados.
-¿Y desde el punto de vista personal? ¿Qué aprendió de él?
-Pues qué voy a decir, es como si se retirase mi padre porque al final fue la persona que apostó siempre por mí. Yo también llevo un montón de años, llevo 45 y este año haré 46 años trabajando. Empecé en la Caja y aquí desarrollé toda mi vida profesional, desde los inicios fue mi única empresa y después los distintos puestos por los que pasé siempre fui un hombre de confianza tanto de la dirección anterior como de la posterior. Cuando yo me incorporé a la entidad el director era Miguel Bengoechea y más tarde José María que estuvo al frente de ese cargo 20 años. Durante ese periodo yo fui pasando por distintos puestos de responsabilidad, primero estuve en los servicios centrales, luego cree la inspección y trabajé en lo que ahora en términos modernos se llama auditoría. Después vino gente que me sustituyó y pasé a ser responsable de los servicios centrales, posteriormente fui director de medios antes de mi cargo como director general desde 2008 hasta junio de este año que presento mi jubilación. De hecho, por edad ya cumplí en diciembre, pero prolongué la permanencia en la entidad hasta este momento para poder presentarme a las elecciones como consejero. En función de lo que digan los socios habrá reelección de consejeros y después el consejo decidirá. El cuatro de julio será el primer consejo tras la reunión de esta asamblea general y ahí es donde los nuevos consejeros o los que renueven su cargo tienen que volver a aceptar el cambio y se hará la elección
-Usted podría convertirse en el sexto director en la historia de la Caja Rural Asturias ¿Cómo afrontaría este reto? ¿Por qué cree que es usted uno de los nombres que se bajaran en la elección y con más probabilidad de salir elegido?
-Al final las cosas en la Caja son predecibles, es decir, esto no surgió de un día para otro, se había previsto que fueran así los pasos, al igual que está prevista mi sucesión dentro de un par de mandatos que serán los que yo en teoría pueda permanecer si los socios me respaldan y los consejeros así lo creen. Al final para mantener la línea que se había establecido la mejor manera de hacerlo y que creemos que se ha hecho bien porque los datos aquí están recogidos en la memoria, venimos creciendo tanto en recursos y constituyéndonos como una entidad y un grupo en la que muchas cajas nos miran como modelo a seguir. Por lo tanto, lo mejor es una continuidad aportando mi experiencia para no romper con la tradición que venimos manteniendo y seguir avanzando en los mismos sitios en los que venimos desarrollando nuestra actividad.
-¿Cuál es el mayor reto que afronta Caja Rural de Asturias?
-Un nuevo reto que tenemos todos por delante, que es de lo que más se está hablando últimamente, es la digitalización. Todos hablamos de ella y nadie sabe de qué está hablando, todos dicen que están gastando mucho dinero, pero realmente todavía no se está viendo nada. Lo que no cabe duda es de que algo hay que hacer, por lo que dentro de nuestro grupo está creada una comisión formada por el Banco Cooperativo. Se creó un comité tecnológico para el desarrollo digital y la semana que viene, coincidiendo con las asambleas generales que vamos a celebrar de las empresas participadas en Madrid este comité va a hacer una presentación junto con el consejo consultor al que le encomendamos que nos tutelase y nos diese ideas. Ahí veremos un poco hacia dónde vamos a ir y lo que queremos hacer, pero tampoco podemos hacer gala y trasladarlo a la prensa porque al final nadie cuenta lo que va a hacer. Lo que no podemos seguir es teniendo las oficinas como estaban hasta ahora, llenas de gente haciendo cosas que se pueden hacer a través de otros canales como la banca electrónica o por medio de los cajeros o por internet. Para sacar 100 euros no tienes por qué estar en una cola en la que a lo mejor hay 20 personas delante de ti que van a hacer lo mismo, si fuera en la calle tienes tres cajeros con los que evitas perder tiempo. Estas tareas se pueden hacer con otros medios baratos mientras que el precio de un empleado es bastante más caro, el cajero lo pagas una vez y ya te vale para toda la vida.
-¿Qué otros retos tiene la banca?
-Este sería el más grande, pero hay otros como los requerimientos de reporting a los emisores, controladores, al Banco de España, a la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores), requerimientos de formación con los empleados. Este mes entró en vigor una nueva ley que está pasando desapercibida al mundo exterior pero que la estamos padeciendo los bancos, los notarios y los registradores que es la nueva Ley del Crédito Inmobiliario. Con esta nueva ley va a haber un cambio totalmente sustancial en cómo es la concesión, la firma y la aprobación de los créditos, y no solo los hipotecarios sino todos los relacionados con personas que sean consumidores. Esta ley que entró en vigor a principios de junio exige una formación a los empleados de banca a algo que hicimos toda la vida que fue dar créditos y préstamos, pero ahora nos lo imponen desde economía y desde el Banco de España. Al menos un empleado por oficina tiene que tener antes del 31 de julio demostrada formación que se sustancia en 50 horas y que tiene que ser además contrastada con una prueba presencial. La formación la vamos a hacer a través del ordenador, pero tiene que ser ratificada de forma presencial y validada por una empresa. También las peleas diarias de reclamaciones que tenemos con los clientes, la cláusula suelo parecer ser que ya se quedó olvidada, aunque todavía siguen quedando secuelas y ahora están viniendo con reclamaciones de los gastos de las hipotecas. Al final somos «los culpables de todo» y tendremos que ir luchando con el sambenito que nos colgaron.
-¿Ha perdido la gente la confianza en los bancos?
-Al final los bancos somos algo necesario y estamos ahí porque la gente que tiene dinero lo deposita en nuestro banco y la que no lo tiene nos lo viene a pedir. Tenemos que cobrar por hacer estos servicios y parece ser que cobrar está mal visto, pero a mi nadie me regala los clavos cuando voy a una ferretería. Por eso el que pida un crédito tiene que pagarlo y el que deposita el dinero al final tendrá que pagarlo porque según están yendo las cosas con los tipos de interés negativo, los plazos fijos y las cuentas de pasivo cada vez tienen menos remuneración y estamos en unos tipos de interés que hace cuatro años nos parecerían una broma, al 0,10 y al 0,15% y los créditos están en un nivel de tipos de interés porque el crédito está muy barato y es la única manera de que esto vaya adelante. Nuestro principal problema hoy en día es que la gente sigue confiando en nosotros para traernos sus fondos y, sin embargo, la demanda de crédito no va en la misma proporción en la que nos crecen los recursos. Ahí está nuestro reto porque al final el dinero que tenemos en el Banco Central Europeo que no invirtamos en créditos tenemos que pagar por ello, o sea que el cliente que crea que el banco está jugando con su dinero no es así, porque ese dinero como no lo prestemos a un crédito que nos vengan a solicitar y lo tengamos que tener en el banco nos está costando un 0,30%.
-Caja Rural ganó el año pasado 29 millones. ¿Qué análisis puede extraer del ejercicio y qué expectativas tienen para este año?
-Nuestro resultado del año pasado fue un 5% superior al del año 2017. En su momento habían sido 27 millones novecientos, y nuestro presupuesto para este año 2019 es repetir las cifras del año pasado. A mayo, que son los últimos cierres que tenemos contrastados, salvo que se produzca algo que no se puede prever vamos a cumplir con lo previsto y vamos a dar un resultado en la línea y superior a los que estábamos dando antes de la crisis de 2008. Estuvimos en descenso en el año desde el 2009 hasta que en 2012 empezamos a crecer otra vez y estamos por encima de las cifras.
-Este trimestre han obtenido 4.604 nuevos clientes.
-Te puedo decir que en comparación del año pasado aumentaron un 3,70%: pasamos de trescientos dieciséis mil a trescientos veintiocho mil.
-¿Cómo hacen que los asturianos tengan la confianza depositada en su entidad? ¿Y para captar nuevos clientes?
-Lo fundamental es que la gente se está dando cuenta desde hace tiempo que somos la única entidad financiera que es 100% asturiana. Nosotros y la Caja Rural Gijonesa que es igual, solo que en el ámbito de Gijón con un número determinado de oficinas pero que está en nuestro mismo grupo, en la Asociación Española de Cajas Rurales junto con otras 28 cajas más (somos 29). Al final estamos favorecidos, lo primero por la desaparición de Caja de Ahorros de Asturias que, aunque Liberbank sigue presumiendo de asturianía al final a mucha gente no le suena a nada, no la vinculan a la Caja de Ahorros. Lo mismo pasa con el Banco Herrero metido dentro del Sabadell que la gente ya no los relaciona. Nosotros pagamos los impuestos y creamos empleo aquí creciendo y pasando de 417 empleados en el año 2017 a 438 el año pasado. Mantenemos el número de oficinas, pero estamos aumentando el negocio creando tres oficinas de empresa en Gijón, Oviedo y Avilés. Estas no son de atención al público, pero igualmente requirieron la dotación de personal de la red de gente que ya estaba preparada y formada e incorporar gente nueva para sustituirlos en oficinas. Tenemos 112 oficinas, pero con la apertura de estas tres que no están a pie de calle apostamos de cara no al futuro, sino al presente inmediato. Ahí va aumentando en parte nuestra cuota de mercado que nos está permitiendo crecer de la inversión porque del particular no aumenta, es más, disminuye porque al haber parado la firma de nuevas hipotecas, la construcción, se siguen firmando operaciones, pero no es el mismo volumen que se hacían antes de la crisis. Son operaciones para viviendas de segunda mano, con precios más bajos de los que había antes del 2010 y de ahí que nuestro crecimiento esté viniendo por la apuesta que estamos haciendo por la pequeña y mediana empresa.
-Más de 150 empresas asturianas han participado en el proyecto Agendados, listos ¡Ya!, que financia Caja Rural de Asturias y que cuenta con los medios de la Cámara de Comercio de Oviedo. ¿Cómo ayuda esta iniciativa a la empresa asturiana?
-Esta iniciativa está teniendo mucho éxito entre las empresas, les aporta contacto, nuevo negocio y les ayudamos a extenderse en sitios en los que ellos por si solos no podrían acceder gracias a nuestro apoyo nuestro y el de las cámaras con las que hacemos este programa.
-¿Cómo ve la situación con la entrada del nuevo Gobierno? ¿Qué le pediría?
-Que empiecen a gobernar es lo único que pedimos, porque llevamos más de un año sin gobierno, gobernando a golpe de decreto y así no se puede seguir. Parte de la economía se está ralentizando, y más bien está con el freno de mano echado a esperar a ver qué pasa. No pasará nada al final, pero que gobiernen y que se decidan de una manera racional y en el mismo sentido.
-Trabaja desde 1973 en la entidad desempeñando diversos cargos, ¿cómo ha cambiado el mundo financiero desde entonces? ¿Cómo afectó la crisis?
-Realmente ya pasamos dos crisis gordas, una en los 80 que fue gordísima con la reconversión industrial, otra en los 90 que soportamos muchísimos bancos con el cierre de muchas cajas y donde empezaron a hacerse fusiones. En el 2000 tendríamos que haber sufrido otra porque las cosas estaban muy feas y encima nos vino el euro que nos volvió locos a todos y todavía lo seguimos padeciendo. De la que entramos en el euro se hablaba de los mileuristas con desprecio y cuánta gente se estaría dando ahora con un canto en los dientes, todavía no lo asimilamos. Y por supuesto la del 2008, algo que se estaba viendo venir y no podía seguir en aquella línea y ahora estamos volviendo a querer hacer cosas para las que no estamos capacitados todavía. Al final algo que en este país esta metido en el ADN es el tema de la propiedad de la vivienda. Aquí hay una dicotomía que habrá que arreglar entre la propiedad y el alquiler, pero la Constitución dice que todo español tiene derecho a una vivienda, aunque no quiere decir que esa sea una propiedad, podemos tener derecho a una casa en alquiler. En los alquileres el tema está desprotegido y se disparan muchas veces a cifras altas, pero no pensamos que siempre están por debajo de lo que es el coste de un crédito ya que el coste de la letra a pagar es grande porque nos estamos yendo a plazos más largos. Antes para dar un crédito a más de 20 años muy poca gente se metía en ello, ahora uno a 25, 30, incluso a 40 años es lo normal, con salarios bajos y puestos de trabajo que no son seguros que no vas a poder afrontar. El gobierno tendría que hacer viviendas sociales para el alquiler como hay en muchos países en los que se paga en torno a 200 euros, una solución lógica ya que al final ni los alquileres a particulares ni el pago de hipotecas están en consonancia con los salarios que tiene cada persona. De hecho, en la Caja Rural de Asturias el Consejo siempre nos prohibió echar a nadie de su vivienda, por eso tenemos acuerdos con gente con la que tenemos alquileres sociales y aunque se produzca ejecución del bien sigan ocupando sus viviendas.
-¿Las cajas rurales soportaron mejor la crisis por su menor exposición al sector inmobiliario?
-Efectivamente estábamos menos expuestos, pero aun así tuvimos que afrontar perdidas en el sector inmobiliario. Tenemos en nuestro balance activos adjudicados por más de 30 millones de euros. Muchos suelos que cuesta trabajo todavía ejecutar porque evidentemente no hay demanda para negociar y del resto de activos que sean viviendas terminadas, o viviendas de segunda mano de la gente que paso a nueva vivienda y la que tenía de vivienda principal se la tuvimos que ejecutar y nos la dio en pago de deuda. Y así estamos vendiendo y deshaciéndonos de esos activos.
-El sector vive momentos de fusiones. ¿Qué le pareció el fracaso de la operación de fusión entre Unicaja y Liberbank?
-Más que fracasos estamos hablando un poco de lucha de quién es el que va a dominar sobre quién sin tener en cuenta cuales son las cifras de cada uno. Lo natural sería que el mayor sea el que domine, pero al final el que se siente dominado también quiere el poder. ¿Cómo lo veo? Pues que al final tendrán que fusionarse porque presentan debilidades a nivel de solvencia y tarde o temprano el MUR (Mecanismo Único de Resolución) que está en Europa les va a apretar las clavijas.
-¿Es posible ahora una gran fusión de cajas rurales como la que se pensó hace unos años?
-Las Cajas Rurales sobrevivimos a toda esta vorágine que hubo de fusiones porque nos agrupamos en torno a un MIP (Movimiento Institucional de Protección) que firmamos en marzo del año pasado. Le dimos efectos de diciembre de 2017 lo que nos permitió realizar unas plusvalías de las participaciones que teníamos en el banco y en RGA y nos sirvieron para la constitución de un fondo en aquel entonces de 150 millones con el compromiso de que tiene que llegar a 300 con el que nos autoprotegemos de problemas que pudieran surgir de solvencia en determinados momentos. Para eso se constituyó el MIP y un comité gestor para controlar a las 29 entidades que estamos en ese entorno en la que nos hemos impuesto una disciplina de cumplimiento de solvencia, de liquidez, de eficiencia superiores a los que exige la normativa con el fin de que nos podamos adelantar a posibles crisis. Este comité gestor está constituido por las cinco principales cajas: Navarra, Sur, Granada, Globalcaja y Asturias y dos cajas medianas: Zamora, Orihuela y el director del Banco Cooperativo. Los directores de estas siete cajas constituimos este comité gestor, del cual yo soy el presidente. Los tres primeros meses estuvimos a nuestro aire, pero luego el reglamento del MIP exigía que hubiera un presidente y me toco a mí, quizás por ser el más veterano, aunque no quería asumir esa responsabilidad porque de aquella me quedaban en teoría tres meses para jubilarme, pero ahí sigo peleando desde entonces porque nos requiere bastante dedicación. Estamos teniendo reuniones quincenales de las cuales una vez al mes tenemos una presencial en Madrid coincidiendo con los consejos y la otra quincena la hacemos via call conference. Estamos monitorizando trimestralmente cómo vamos evolucionando todas las entidades y analizamos ciertas operaciones crediticias que la pertenencia al MIP obliga. Ante aquellas que concedan cantidades por encima de un porcentaje de sus recursos propios tenemos un comité de riesgos para que no pongan en peligro su situación.
-Este lunes el rector de la Universidad de Oviedo, Santiago García Granda, y el todavía presidente de Caja Rural de Asturias, José María Quirós Rodríguez, han firmado un convenio para la constitución de la Cátedra Archivo de la Tradición Oral de Asturias. ¿Qué otros proyectos apoyan?
-Una de las cosas de las que más nos sentimos orgullosos es de nuestra Obra Social porque al final somos la única de Asturias. Se nutre por dos canales del 10% de nuestros resultados ya que la ley nos obliga a dedicarlo a obra social: el 50% de ese 10% va a la fundación incrementando su patrimonio. Es un ente totalmente independiente de la caja, hay consejeros representados en la fundación, pero también los hay externos, ya que la fundación se rige por sus propios estatutos y tiene absoluta independencia con un patrimonio de casi 30 millones de euros. Y la otra mitad va a parar a un fondo denominado el FEP (Fondo de Educación y Promoción) que se va nutriendo y gastando de ese dinero para las actividades complementarias a las que realiza la fundación. Sobre todo, va destinado a ayudas científicas, a educación y participación con tres cátedras universitarias, también el Pumuo (Programa Universitario para Mayores de la Universidad de Oviedo) que comenzó hace siete años y cada vez amplía más sus especialidades y tiene más demanda. Incluso tenemos una beca modesta pero que sirve de ayuda para desplazamientos de gente que vive alejada de los núcleos urbanos para favorecer que puedan venir a estudiar a las ciudades de la cual este año dimos 90 ayudas.