Miguel Ángel Esteban es un director de orquesta en Londres y pianista acompañante en Central School of Ballet
12 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.El Principado de Asturias ha sido una de las regiones que más se han visto afectadas por los cambios económicos de las ultimas décadas. Digamos que Asturias está sumida en un proceso inverso al de mediados del siglo pasado, cuando la industrialización trajo consigo un aumento de población y de riqueza. Por el contrario, hoy en día todos nos lamentamos de ver a muchos jóvenes tener que abandonar la región en busca de trabajo porque las oportunidades escasean; y aquellos que se quedan tienen menos hijos que antes, en gran parte por falta de recursos. La consecuencia es un devastador panorama demográfico de progresivo envejecimiento de la población y también de despoblamiento rural.
Sería injusto culpar exclusivamente a los dirigentes asturianos de la situación en la que esta nuestra región, aunque quizá haya faltado algo más de iniciativa por parte de nuestros políticos para paliar los efectos negativos que ahora sufrimos. La desindustrialización ha afectado fuertemente a toda Europa: el sector secundario ha sido incapaz de competir en países más desarrollados con otros países donde la mano de obra es más barata. A esto hay que añadir el elevado precio de la energía en España, algo disparatado en un país con semejantes recursos naturales. La minería, fuertemente conectada al tejido industrial, es otra víctima de este proceso irreversible, con el problema añadido de su impacto medioambiental, otra razón que juega en su contra. Por desgracia, las empresas multinacionales que controlan nuestra industria solo entienden de números, y se llevaran su negocio al sitio donde genere un mayor rendimiento. Durante años, las diversas administraciones han intentado poner parches en modo de subvenciones para intentar subsanar la falta de competitividad, pero este modelo es insostenible a largo plazo.
Al final, las consecuencias más graves las sufren los trabajadores de estos sectores y, por efecto dominó, el comercio y los servicios que se nutren indirectamente.
Como ya he mencionado, el proceso de Asturias no es exclusivo de la región, pero sí que ha sido devastador por la ausencia de alternativas económicas sólidas. A esto hay que añadirle las consecuencias de las diversas crisis económicas, la política de empleo nacional, y una precarización en el empleo que ya se ha convertido en estructural. El gobierno central tiene mucho que hacer para revertir esta situación, pero desde el gobierno autonómico se puede hacer otro tanto para ayudar a la recuperación. Se me viene el caso de Bilbao, una ciudad donde viví durante seis años y que vi cómo se transformaba completamente tras la llegada del museo Guggenheim. Este es un claro ejemplo de cómo la iniciativa pública y privada puede abogar por una transición hacia otro modelo económico sostenible.
A pesar de todas las adversidades, no podemos caer en el pesimismo: los asturianos tenemos que mirar hacia adelante de forma positiva y afrontar el futuro como un reto ilusionante. Asturias tiene mucho que ofrecer y quizás la clave nos la den aquellos que nos visitan, algo ajenos a los problemas cotidianos, pero observadores de las bondades que ofrecemos. Aquel que pasa por aquí coincide casi inequívocamente en resaltar que lo mejor de Asturias está en su naturaleza, en su gastronomía y, cómo no, en sus gentes. Y la clave del éxito consiste precisamente en fomentar los factores más positivos y en paliar aquellos negativos.
Si yo fuera presidente del Principado apostaría por un turismo fuerte y de calidad. Asturias no puede competir con el turismo de sol y playa. Ni falta que nos hace: los recursos naturales son diversos y la cercanía del mar y la montaña ofrecen múltiples alternativas al visitante. El primer paso para atraer al turista es darse a conocer. Después de muchos años viviendo en el extranjero, me ha quedado claro que Asturias no es el primer destino que viene a la mente cuando menciono que soy español. Cierto es que cada vez más gente apuesta por destinos alternativos y que debemos aprovechar este tirón con campañas publicitarias, principalmente a través de medios tecnológicos y redes sociales; este tipo de publicidad es relativamente asequible y puede tener un alcance muy extenso. La segunda tarea importante para fomentar el turismo es la ampliación de la oferta de vuelos internacionales a la región. Durante el reciente periodo de desaparición casi repentina de todos vuelos internacionales desde el aeropuerto de Ranón, nos ha quedado bien claro que el aislamiento no es positivo.
La gastronomía es otro de los grandes atractivos de Asturias. Tenemos una región donde la ganadería ha sido una parte esencial de la economía tradicional. No creo que exista otro lugar en el mundo con un catálogo de quesos tan amplio y variado concentrado en tan poco territorio. Y la sidra asturiana es otro activo único e inimitable. Existe una tendencia moderna a valorar la cocina de proximidad, el cultivo biológico y el producto de calidad. Asturias debería aspirar a ofrecer productos reconocidos internacionalmente; aspirar a ofrecer carne de cultivo biológico avejentada, sidra y quesos biológicos para la exportación internacional. En definitiva, promover una vuelta a las raíces, a nuestros orígenes, pero adaptándose a la demanda moderna. De nuevo el turismo se verá beneficiado y, además, ayudará sin duda al medio rural.
Para lograr los objetivos es imprescindible fomentar la iniciativa empresarial, sobre todo de las generaciones más jóvenes. En España ser emprendedor es una tarea difícil. Los costes inciales son elevados y esto hace que el riesgo sea mayor. En una época en la que encontrar trabajo es difícil, emprender debería de ser más fácil, para animar a la movilidad laboral. Cierto es que la administración central tiene que ayudar a facilitar el emprendimiento, disminuyendo el coste de implantación de un negocio y rebajando las tasas impositivas hasta que el negocio genere beneficios tangibles. Pero la tarea desde el gobierno autonómico puede orientarse a facilitar y subvencionar la creación de negocio en sectores estratégicos. Y hacerlo de forma efectiva, evitando demasiados embrollos burocráticos lleven finalmente a que el emprendedor desista.
En resumen, mi propuesta para Asturias es la de volver a nuestras raíces, pero hacerlo de forma acorde a nuestros días, aprovechando las tendencias del mundo moderno en nuestro favor. Busquemos las soluciones en las cosas que nos hacen grandes, y miremos a un nuevo futuro, pero con retrovisor.