Un itinerario de casi 75 años recorre doce kilómetros de un paisaje inigualable
31 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.La vejez le sienta muy bien a la Ruta del Cares, que goza de un momento de forma privilegiado a su casi 75 años de existencia. 1945 marcó el inicio de una ruta que llega a la actualidad como uno de los buques insignia del turismo asturiano. Su recorrido es una forma espectacular de descubrir los entresijos del paraíso, destapados ante los ojos de las personas que realizan este itinerario sin parangón en la región. Las rocas y el paisaje se vuelven uno, los bosques enriquecen un recorrido no falto de emociones, los riscos otorgan espectacularidad, y el río Cares vertebra una ruta que discurre bajo la atenta mirada del Picu Urriellu. El dato más significativo, y el que explica el lado extremo de este trayecto: se realiza al borde de un precipicio de manera continua.
El recorrido cuenta con una distancia de 12 kilómetros, lo que computa 24 en caso de ser ida y vuelta. Los continuos desniveles que aparecen en el camino obliga a realizarlo con precaución. No obstante, la dificultad de esta ruta es media-baja. El punto más alto de este trayecto es de 525 metros y, debido a la espectacularidad del paisaje y de los elementos que se encuentran en el recorrido, es muy recomendable realizarlo con calma y disfrutando de la naturaleza que se despliega ante uno. Si desea recorrerlo a un ritmo más rápido, puede finalizarlo de forma completa entre siete u ocho horas.
Recomendaciones
El terreno obliga a tomarse el camino con cuidado, y se debe estar al tanto de que se encuentra en plena naturaleza, con riscos y formaciones rocosas que pueden desprenderse, por lo que es necesario estar atento y ser cuidadoso. Además, existen diversos desniveles que pueden no ser percibidos por los más pequeños de la casa. Por otra parte, si desea tomar alguna fotografía del paisaje, debe realizarla desde un lugar seguro para evitar tropezarse. Debido a la complejidad del terreno, no es recomendable hacer esta ruta con niños pequeños.
La longitud del recorrido y el tiempo que se dedica a completarlo exige un calzado cómodo, deportivo o de montaña que permita un paso seguro y confortable. La ropa que empleará se debe ajustar no solo al trayecto, sino también a las condiciones climatológicas que vaya a encontrar en el momento de realizar esta ruta. En caso de hacer sol, al hallarse expuesto al mismo, es aconsejable emplear crema solar para protegerse de los rayos ultravioleta. No se debe olvidar tampoco de los líquidos para la hidratación, por lo que un par de botellas de agua no pueden faltar en el inventario.
Si ya es necesario adoptar una serie de precauciones a la hora de efectuar este trayecto a pie por sus características físicas, hacerlo en bici no va a ser menos. Según afirman diversas páginas especializadas, es muy peligroso realizar la ruta en bicicleta, ya que para las personas que van caminando puede suponer grandes dificultades e imprevistos que es mejor evitar.
Inicio y desarrollo de la ruta
La vertiente asturiana de esta ruta da comienzo en el pueblo de Poncebos. Para llegar aquí, es necesario acercarse hasta Arenas de Cabrales. Una vez allí, se verá en el pueblo una bajada por la que se ha de coger la carretera de Poncebos (a unos cinco kilómetros de distancia). Empieza en este pueblo, entrando en dirección sudeste a la garganta del Cares. A unos 600 metros del inicio se llegará a una bifurcación, donde se verá un sendero que atraviesa el puente de Jaya, que pasa al lado de una casa con el mismo nombre. Entonces debe tomar el camino de la derecha, que conducirá hacia el desfiladero del Cares.
Caminados los primeros dos kilómetros da comienzo el tramo más abrupto de la ruta, donde el camino obliga a ascender y descender por la ladera del monte durante la mayor parte del recorrido. Sin embargo, las diferencias de nivel no son muy altas, ni las pendientes muy pronunciadas. A los ocho kilómetros se cruzará el río por el puente Bolín. Unos 400 metros más adelante se vuelve a cruzar el río por el puente de los Rebecos.
Después de unos cuatro kilómetros y algunos metros más, en el kilómetro doce, se habrá llegado ya al pueblo de Caín, donde finaliza esta célebre e indispensable ruta que dejará en el viajero un recuerdo imborrable de este trayecto por los entresijos del paraíso.