Seis meses de laboriosas pesquisas revelaron que el asesinato del concejal llanisco se debió a la venganza de un familiar convencido de que mantenía una relación con su mujer, prima segunda de la esposa del edil
20 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Cada día de San Roque, Llanes despierta con una descarga pirotécnica que anuncia fiesta mayor. El sobresalto que el pasado 16 de agosto resonó como un bombazo mucho más allá del concejo del Occidente asturiano fue, sin embargo, el de una desgracia. El cuerpo sin vida de Francisco Javier Ardines González -concejal de IU, patrón pesquero y una de las personas más apreciadas de la comarca- había aparecido sin vida, con señales de violencia y, aún más atroz, de haber caído bajo una agresión premeditada cerca del automóvil en el que había salido de su casa hacia las 6 de la mañana; la misma hora a la que, seis meses y tres días después, este martes, una operación de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil remataba medio año de incertidumbres y pesquisas con la detención de tres de los cuatro presuntos implicados en el asesinato que aún abruma a los llaniscos. No pocos de ellos pensaron aquella mañana que todas las tensiones que recorren desde hace años el subsuelo político del concejo podían haber estallado de la peor manera posible; los propios familiares del edil entre ellos. Otros miraron hacia el ámbito más personal de la vida de Ardines. La investigación parece darles la razón. No hacía falta salir del círculo de intimidad de la víctima para explicar su muerte. El afán de venganza de un familiar enfurecido por los celos y las malas artes de dos criminales a sueldo parecen haber sido suficientes.
A ello apuntan todas las pruebas acumuladas discreta y laboriosamente por la UCO. Según el relato que componen, Pedro Luis Nieva Abaigar -vecino de Amorebieta (Vizcaya), esposo de una prima segunda de la mujer de Ardines y habitual en los veranos llaniscos que compartía con la familia de su esposa en una vivienda cercana a la del concejal- decidió contratar los violentos servicios de dos argelinos radicados en Bilbao y vinculados al trapicheo de drogas después de convencerse de que su pariente asturiano y su pareja mantenían una relación. Lo habría hecho por intermediación de un cuarto implicado, que puso el encargo en manos de los dos sicarios.
A ellos se atribuye la ejecución del ataque en una emboscada previamente ensayada. Días antes, Ardines había comentado a su esposa la inexplicable aparición de una vallas cruzadas en el camino de salida de su vivienda. Apearse una segunda vez para retirarlas le costó la vida. Si se buscaba su muerte o un escarmiento que se desbocó, es cosa que tendrá que clarificar la investigación que sigue bajo secreto de sumario. Los datos forenses certifican que recibió golpes en la frente, cara y nuca, que se defendió y que, antes de morir por asfixia, logró alejarse unos 70 metros del coche.
Allí lo encontró un vecino y allí comenzó la pesadilla que hoy ha aflojado un poco con las detenciones practicadas en Amorebieta y los barrios bilbaínos de Rekalde y Otxarkoaga, junto a la orden emitida a Suiza para que envíen a España al cuarto implicado, encarcelado en ese país. Entretanto, se registraban sus respectivas viviendas y otra de Erandio y se esperaba la inspección de la de Pedro Luis Nieva en Belmonte de Pría junto al presunto inductor del crimen, a la espera del traslado de todos ellos al juzgado llanisco que ha instruido la investigación.
La conmoción que regresó ayer al Oriente asturiano ha dejado una mezcla de tristeza y alivio como lo destacaba Enrique Riestra, jefe del cuatripartito en el Gobierno local, del que Ardines formaba parte, o los compañeros de IU del edil asesinado. Por una parte, se aplauden la detenciones; por otra, se descarta la angustiosa idea de que ser concejal con competencias conflictivas -Urbanismo, Medio Ambiente y Personal- en un municipio políticamente conflictivo pueda ser móvil para un asesinato. Solo los familiares seguían convencidos de que esto último era lo sucedido. Ahora les toca digerir ahora este otro «bombazo» -así describían ellos mismos su recepción de la noticia: el hecho de que la muerte de Javier Ardines haya sido al final un terrible asunto familiar.
INVESTIGACIÓN «PACIENTE Y COMPLEJA»
«Muy compleja», y fruto de la «paciencia y el buen trabajo» desarrollado por los investigadores de la UCO. De ese modo describía el teniente coronel de la Comandancia de la Guardia Civil de Gijón, Francisco Javier Puerta, el trabajo que ha conducido a la identificación y detención de los cuatro implicados en la muerte de Javier Ardines Durante estos seis meses, no solo se trabajó en el escenario físico del crimen, en Belmonte de Pría. Las pesquisas han incluido el sondeo de redes sociales, el rastreo de señales de telefonía, la revisión de cámaras de seguridad, la inspección de la Bramadoria, la embarcación de Ardines, los hoteles de la zona y los montes de los alrededores. Pero ha sido el ADN hallado en el lugar de los hechos una de las claves en la resolución del caso.
Aunque los investigadores lo cotejaron muestras de allegados y empleados municipales suministradas voluntariamente, la solución estaba fuera de Llanes y fuera de Asturias. El móvil político fue apartado relativamente pronto, y se apuntó a alguien cercano a Ardines, con presencia regular, pero no estancia, en el Oriente asturiano. Resultó ser Pedro Luis Nieva Abaigar, de 48 años, residente en Amorebieta (Vizcaya), gerente de una pequeña empresa de montajes eléctricos, Mugarra, en esa misma localidad, y esposo de una prima segunda de la mujer de Javier Ardines. A él se le atribuye la autoría intelectual del crimen, llevado por los celos, y la contratación de los dos sicarios que acabaron presuntamente con su vida.
Estos dos ciudadanos argelinos responden a las iniciales de J. M. B. y D. B., y tienen 41 y 40 años. Según la investigación, poseen antecedentes por cultivo de marihuana y están relacionados con el mundo del pequeño tráfico de estupefacientes. Fueron detenidos en sus domicilios de los barrios bilbaínos de Rekalde y Otxarkoaga.
Finalmente, el cuarto detenido, pendiente de extradición, se encuentra en estos momentos en Suiza, adonde habría huido para eludir el cerco de la Guardia Civil para ser detenido por otros delitos. Este otro hombre, de 49 años, habría sido el intermediario entre Pedro Luis Nieva y los criminales a sueldo que presuntamente atacaron a Javier Ardines.