El preso resucitado reclama 50.000 euros

La Voz

ASTURIAS

Familiares y amigos del interno de la prisión de Asturias al que los médicos dieron por muerto y que recobró ayer el conocimiento después de trasladarle al Instituto Anatómico Forense para practicarle la autopsia, conversan esta tarde en la entrada del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).
Familiares y amigos del interno de la prisión de Asturias al que los médicos dieron por muerto y que recobró ayer el conocimiento después de trasladarle al Instituto Anatómico Forense para practicarle la autopsia, conversan esta tarde en la entrada del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). JLCereijido

El abogado de Gonzalo Montoya Jiménez denuncia que no hubo una comprobación «médica y técnica» al darle por muerto y despertar en la morgue

15 feb 2019 . Actualizado a las 11:00 h.

El preso cuya muerte fue certificada por error en la cárcel de Asturias, el 7 de enero de 2018, ha reclamado a la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias una indemnización de 50.000 euros por los daños morales y los perjuicios causados, tanto física como psíquicamente, a él y a su familia.

Según el abogado Luis Tuero Fernández, el recluso, Gonzalo Montoya Jiménez  fue dado por muerto debido a la falta de comprobación «médica y técnica» necesaria para confirmar «la realidad del fallecimiento», ya que «un simple electrocardiograma» o una monitorización de la función cardíaca hubieran permitido descartar la muerte «de inmediato».

En el escrito, al que ha tenido acceso Efe, relata que sobre las 8:00 horas del 7 de enero de 2018, cuando iba a realizarse el recuento diario de internos, funcionarios del Centro Penitenciario de Asturias encontraron a G.M. en la celda 34 del módulo 8 «inmóvil, inconsciente, con muy baja temperatura corporal y sin señales de respiración».

Ante esta situación, se avisó a los médicos del Centro Penitenciario, que le examinaron «superficialmente» y concluyeron «precipitadamente» que había fallecido.

Así, certificaron su muerte y seguidamente se comunicó oficialmente el fallecimiento al Juzgado de Instrucción número 1 de Oviedo, que se encontraba en funciones de guardia.

A continuación, G.M. fue introducido en una bolsa de plástico de las utilizadas para el transporte de cadáveres y trasladado en un vehículo funerario al Instituto de Medicina Legal de Asturias (IMLA) para que se le realizase la autopsia.

Allí, cuando el recluso iba a ser colocado en la mesa de autopsias, comenzó a emitir «ronquidos y gruñidos y a moverse», por lo que personal del IMLA abrió la bolsa, encontrándole allí «consciente, muy agitado y con graves dificultades para respirar», por lo que fue trasladado de urgencia al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

Para tratar las dolencias, que a juicio del letrado se ocasionaron «por el deficitario trato que se le dispensó» por los servicios médicos del Centro Penitenciario de Asturias, G.M. tuvo que permanecer ingresado diez días, del 7 al 16 de enero de 2018, sometido a un fuerte tratamiento farmacológico y aplicándole varias sesiones de hemodiálisis para salvar sus riñones.

Además, Luis Tuero ha presentado un recurso subsidiario de apelación ante el Juzgado de Instrucción número 1 de Oviedo contra el auto, de 28 de mayo de 2018, por el que se acordó el sobreseimiento provisional y archivo de las diligencias previas al considerar que no aparecía debidamente justificada la perpetración del delito.

El abogado alega que la instrucción se «niega a investigar» por qué se declaró erróneamente muerto a G.M. y explica que ha limitado «su brevísima instrucción» a investigar si el interno estaba o no drogado e incide en que lo que se ha de aclarar con la actividad instructora es qué fue lo que ocurrió para que se le diera por muerto a su representado y si cabe apreciar o no la existencia de algún tipo de infracción penal.