El cuerpo del expresidente del Principado Vicente Álvarez Areces fue incinerado después de una multitudinaria despedida
19 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.«Hasta siempre, Tini». Este grito espontáneo lanzado por un vecino de Gijón mientras el feretro de Tini Areces salía del ayuntamiento camino del tanatorio, para su incineración, resume en tres palabras lo que han sido las últimas 48 horas en Asturias. La repentina muerte de Vicente Alberto Álvarez Areces, alcalde de Gijón durante tres mandatos y durante otros tres presidente del Principado ha sido un auténtico baño de multitudes, políticas y ciudadanas. Su familia ha recibido el pésame por todos los medios posibles, en persona en tres ubicaciones diferentes, a través de telegramas, tuits y post en redes sociales y mediante miles de firmas en los libros de condolencias. Todos estos medios utilizaron los reyes Felipe VI y Letizia, el presidente Pedro Sánchez, todos los líderes políticos nacionales, instituciones,... Sus últimos años como Senador le ofrecieron una proyección nacional que ha quedado de relieve en las exequias.
El adiós de Areces ha dejado imágenes de políticos muy emocionados, algunos de los que han trabajado a su lado, como Paz Fernández Felgueroso, José María Pérez Josechu y Francisco Javier Vallina, o de rivales como Mercedes Fernández, que se fundió en un sentido abrazo con la viuda, Soledad Saavedra, y Concha Masa, a la que le unía su pasión por la Universidad y las matemáticas. Lo mismo ha sucedido con miembros del mundo de la cultura como Víctor Manuel o el Padre Ángel.
La familia del expresidente del Principado ha sido una piña en el velatorio. La viuda, los hijos, su hermano se han dado el relevo durante dos interminables días. Pero todavía tienen un acto más pendiente: una despedida popular organizada en el teatro de La Laboral, a las 12 del mediodía. Soledad Saavedra ha agradecido todas las muestras de cariño recibidas y ha reconocido que su marido está teniendo «una despedida por la puerta grande». «Tengo que agradecer a tantísimas personas de todos los partidos y a la gente de la calle que han venido a manifestar el cariño y el respeto que tenían a mi marido, un gijonés de corazón y un asturiano de vocación», ha señalado antes los medios.
Areces falleció de madrugada, la del miércoles al jueves, como consecuencia de un derrame cerebral. La noticia comenzó a circular antes del amanecer en todos los medios de comunicación. Los boletines más madrugadores de las radios nacionales y las webs de los periódicos difundían lo ocurrido. El Principado se desperazaba en estado de shock. A primera hora del día la capilla ardiente quedó montada en el tanatorio de Cabueñes. De allí, el féretro se trasladó a la Junta General. El acto de despedida institucional se montó en dos espacios diferentes. En el hall del edificio se instaló el libro de condolencias o, mejor dicho, los libros de condolencias, ya que se completaron cuatro. También se llenó de coronas llegadas de toda España. Una de las más llamativas fue la del Sporting, protegida por un celofán rojiblanco. En el primer piso, en el Salón Europa, el más forma del parlamento asturiano, se instaló el féretro.
Durante casi 24 horas pasaron por este espacio centenares de personas, de la política, la economía, la judicatura y la cultura asturianas. El listado de nombres es interminable. A algunos como la directora de la Fundación Princesa de Asturias, Teresa Sanjurjo, o el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), Ignacio Vidau, la muerte de Areces les pilló fuera de la región y no pudieron acercarse hasta la Junta General hasta la mañana del viernes. La despedida en la Junta General fue como el marco, más institucional y repleta de autoridade.
En cambio, la de Gijón fue mucho más multitudinaria, con una ciudadanía que se echó a la calle y que aguardó en la cola de la plaza Mayor para poder despedir personalmente al que muchos todavía consideran su alcalde de referencia. Las imágenes dejan constancia de su pasión. Una mujer trata de tocar el féretro mientras es trasladado a hombros al interior de la casa consistorial. La larga fila se mantuvo de manera constante. El gentío bloqueó en mucho momentos el tránsito en el interior del edificio durante la jornada del viernes. Incluso los vecinos se agolparon en la calle, a la hora prevista para su salida hacia el tanatorio. Hubo ovaciones de aplausos y gritos espontáneos: «Hasta siempre, Tini».