Asturias, año cero: adiós a los esclavos del coche

Susana D. Machargo

ASTURIAS

Atasco en la A-66
Atasco en la A-66 DGT

Las administraciones impulsan proyectos para hacer ciudades más humanizadas, usos más racionales del suelo y actividades con menos emisiones

12 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El proyecto Asturias, el plan de cercanías del Ministerio de Fomento, el Corredor del Noroeste, los planes de movilidad metropolitana, la reforma de planes generales municipales como los de Llanes o Gijón, la modificación del ROTU (el Reglamento de Ordenación del Territorio y Urbanismo del Principado de Asturias). Un nuevo urbanismo despunta en Asturias y el 2019 podría ser el año cero hacia ese nuevo diseño. Todos estos planes e ideas se traducirán en mejoras palpables para el día a día de la ciudadanía o, al menos, eso es lo que se pretende. Mejoras en los transportes para poder dejar el coche en casa, ciudades más amigables o «pacificadas», como les gusta llamarlas a los urbanistas, usos del suelo ordenados, la reducción de las emisiones y, por tanto, de la contaminación. El Principado pretende subirse a una ola de cambio donde uno de los referentes es la Declaración de Davos. Los esclavos del coche podrían empezar a liberarse.

Así lo entiende la vocal de Urbanismo y Medio Ambiente del Colegio de Arquitectos, Laura López. Reconoce que en urbanismo es complicado hablar de años clave, porque es una disciplina que se mueve despacio y que necesita de procesos muy complejos. Pero, al mismo, tiempo señala que es un momento crucial en toda España, impulsado por un cambio de paradigma que marca tanto Europa como la ONU. Esa ola, explica Laura López, se encamina hacia la sostenibilidad, hacia el ordenamiento racional y el urbanismo inclusivo, es decir «al que responde a las necesidades de las personas».

El gran proyecto Asturias

El principal reto no es estrictamente urbanístico sino que atañe a otros muchos sectores. Se trata del Área Central Metropolitana, el gran proyecto Asturias, que puede dar una vuelta de 180 grados a la región, partiendo del centro y extendiendo su influencia hacia las alas. Esta iniciativa es una estrategia territorial de ordenación. Aunque se trate de un proyecto impulsado desde la Administración regional es necesaria la implicación de los ayuntamientos, fundamentalmente por todas sus competencias. El actual consejero de Infraestructuras, Fernando Lastra, ha tratado de darle un impulso definitivo.

Acaba de salir a exposición el Plan de Movilidad Metropolitana regional. También están haciendo sus planes municipales Oviedo y Gijón. El de Avilés acaba de salir a contratación. Son pilares imprescindibles en ese nuevo concepto territorial, que se construye sobre la movilidad sostenible y no sobre meros planes de reordenación del tráfico. Habrá proyectos de ámbito municipal, otros municipales de alcance regional y otros metropolitanos. Por primera vez, se tendrá que plantear seriamente la conexión del aeropuerto con Avilés y con todo el área central mediante el transporte público. Habrá que priorizar la integración ferroviaria de Gijón con su conexión con el extremo este, donde se generan grandes flujos de desplazamientos, entre el hospital, el parque tecnológico, el campus de Viesques y La Laboral. Se tendrá que construir aparcamientos disuasorios en los accesos a Oviedo y Gijón, conectados con el centro mediante lanzaderas a precios módicos o incluso gratuitas. Las ciudades deberían cerrar más calles al tráfico rodado y crear nuevas rutas para los peatones, las bicicletas o los escolares. 

Las cercanías ferroviarias son el medio que encaja a la perfección en esta nueva estructura sostenible. Con más frecuencias y una mejor organización podría recuperar los tráficos que ha perdido en los últimos años de manera eficiente, barata y limpia, con menos emisiones. Fomento ha anunciado un proyecto que falta por concretar pero que costará millones de euros.

Sobre todos estos aspectos, Laura López explica sus repercusiones. Señala que, aunque el foco está en el área central, beneficiaría a toda Asturias. Pone como ejemplo al vecino de Cangas del Narcea que se desplaza a Oviedo de compras. Si tuviera un aparcamiento disuasorio gratuito en el acceso a la ciudad, con buses lanzadera que en menos de 5 minutos le dejan en el centro, ahorraría tiempo, dinero y emisiones. Al mismo tiempo, ganaría el ovetense que verá reducidos los ruidos y la contaminación y que podrá desplazarse a pie de una manera más cómoda. «Las calles tradicionales tienen que dejar paso a otras, a lo que se conoce como zonas pacificadas, que son más amables. Dejaremos de vivir en las ciudades hostiles que tenemos y a las que nos hemos acostumbrados de manera inconsciente», argumenta. Para la vocal del colegio, la conexión del aeropuerto es prioritaria. «Una terminal no puede depender de que te cuadre el horario del autobús o de que te vaya a buscar tu familia», insiste.

Más que movilidad

No obstante, el Área Metropolitana es más que la pura movilidad. La ordenación del suelo en función de los usos es otra prioridad. Esto supone pensar qué equipamientos son necesarios y dónde se van a ubicar, más allá de las batallas localistas. Habrá que planificar dónde se van a ubicar los espacios productivos, porque no tiene sentido que cada concejo tenga su polígono. El plan metropolitano tendrá que engarzarse con los planes generales municipales, para avanzar en una misma dirección. El de Gijón está a punto de aprobarse. Oviedo y Siero han comenzado a reformarlos. «Es importante que todos tengan una mirada metropolitana, al margen de que resuelvan sus propios problemas y atiendan a sus intereses», indica la vocal del Colegio de Arquitectura. Que Oviedo ponga en marcha su Bulevar de Santuyano afectará a vecinos de otros concejos que puedan desplazarse a la ciudad, cita como ejemplo.

Hay alguna reforma de planes generales más en marcha, pero fuera del área central. Ese es el caso de Llanes, envuelto en un complejo proceso jurídico, con anulaciones de por medio, que se encuentran en una especie de limbo. En este caso tiene que resolver una complejidad propia: su marcado carácter turístico. Esto hace que tenga que atender los servicios para dos tipos de población muy diferentes, una estable y más exigua en invierno y otra mucho más populosa en verano. «Este planteamiento tiene unas dificultades añadidas. Es un caso atípico pero también se trata de un tema que hay que abordar», reconoce Laura López.

El Corredor del Noroeste

Como Asturias no es un islote, su inclusión en proyectos internacionales es otra de las luchas urbanísticas. Dice Laura López que, en ese marco de mirada más amplia, el Corredor Noroeste es fundamental. «Nos va la vida económica en ello», señala con pasión. Este proyecto serviría para poner los puertos en el mapa, daría todo el sentido a la Zalia y conformaría Asturias como un polo logístico interesante para Europa. «Nuestros puertos están bien situados geográficamente, incluso mejor que Bilbao. Eso tenemos que explotarlo», comenta. ¿Cómo? Con ayudas, con la Zalia, con conexiones ferroviarias,... En resumen, con todo un entramado de decisiones. «Se podría convertir en un motor económico de primer orden, genera actividad y empleo», sostiene. 

El reto del ROTU

La vocal del Colegio de Arquitectura explica que hay en marcha una adaptación del ROTU pero considera que este proceso se queda corto para las necesidades reales del Principado. El ROTU es un reglamento que solo aborda cuestiones de aplicación, de procedimientos, pero parece insuficiente a la hora de pensar en esas nuevas ciudades que se están diseñando. Laura López explica que en ese nuevo urbanismo ya nadie piensa en grandes expansiones o en grandes crecimientos y sí en la regeneración de espacios desaprovechados dentro de las propias urbes. Explica que otras comunidades están desarrollando sus propias leyes para dotarse de nuevos instrumentos de trabajo.

Justifica la necesidad de que Asturias haga lo mismo. Explica que los planes generales son conceptos agotados. «No se puede tardar 10 ó 12 años en reformar un plan porque el día que se apruebe ya no es la misma ciudad que era cuando se comenzó la modificación», argumenta. Así que habría que empezar a pensar en planes estratégicos que son más dinámicos.

Cree que es urgente dotarse de instrumentos para actuar en del suelo urbano. Dentro de una misma ciudad existen realidades muy diferentes que requiere de tratamientos individualizados. En este sentido, explica que hay alguna experiencia muy incipiente, como es en el caso de Gijón. Se trataría de crear planes, que no tienen el rango de ley pero que permitan actuar y que tengan en cuenta multitud de variables tan dispares como el volumen de población, la calidad del aire o el envejecimiento.

Toda esta revolución conceptual también llega al suelo rural, al que Laura López no quiere llamar no urbanizable, por las connotaciones negativas que emana. «El urbanismo es también una herramienta para luchar contra el despoblamiento, así que hay que conseguir un nuevo enfoque para el suelo rural», asegura. Plantea la necesidad de ver sus funciones ecosistémicas, es decir, que se vaya más allá del paisaje bonito y que se sepan ordenar los espacios protegidos, con los territorios con capacidad productiva, con las zonas erosionadas y con la mente puesta en facilitar también la vida.   

Urbanismo inclusivo

El futuro es, por tanto, el del urbanismo inclusivo. Con este término lo que se describe es que la planificación debe tener en cuenta la variedad de circunstancias que rodean a los habitantes de un territorio. Hacia esa meta se camina. «Aunque no fuéramos realmente conscientes, hasta ahora se planificaban ciudades a la medida de un tipo medio, de un varón de clase media, con coche, y trabajo estable. Eso no representa a todos los ciudadanos sino solo a una parte. Las necesidades actuales son muy distintas. Tenemos que pensar en los migrantes, en aquellos que no tiene trabajo, en las personas con discapacidad, en los hombres que llevan a sus hijos al colegio,...», describe.

Todo, al final, lleva al mismo punto. Todos los instrumentos, leyes, estrategias y planificaciones conducen a ese urbanismo inclusivo del que habla la vocal del Colegio de Arquitectura. Zonas pacificadas, ciudades menos hostiles, territorios más amables,... El objetivo es liberar a los esclavos del coche y caminar hacia un entorno más sostenible.