El sector advierte de la incidencia que tendría sobre el empleo, la economía y las relaciones sociales el que las tiendas de proximidad de los barrios, localidades y ciudades desaparezcan. La FAC reivindica «la regulación de los horarios, de las rebajas y la competencia desleal»
10 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.¿Imagináis cómo serían los barrios, las localidades o las ciudades de Asturias sin el pequeño comercio? ¿Cómo sería vivir ahí sin la luz y la vida que aportan los establecimientos comerciales? Hay quien dice que «un barrio sin comercio es un barrio sin vida». De lo que no hay duda es de que el comercio de proximidad ha tenido un papel fundamental en la historia más reciente y gracias a él muchas familias de la región pudieron esquivar el hambre y vestirse durante buena parte del pasado siglo XX, siglo de guerras, posguerras y huelgas laborales eternas. Fue gracias a aquellas libretas que tenían casi todos los comercios, en las que se apuntaba lo que se fiaba cada vez que la paga no llegaba. Sin embargo, los nuevos hábitos de consumo, el asentamiento de numerosas superficies comerciales, los grandes grupos de distribución y la eclosión del comercio online suponen una amenaza para el comercio de proximidad, que se ha visto mermado en los últimos años como demuestran los cientos y cientos de locales que a lo largo y ancho de Asturias permanecen cerrados y con sus escaparates empapelados como signo visible de la falta de actividad. Pero ¿qué pasaría si cerrase todo el pequeño comercio de la región?
Además de la mencionada desolación que presentarían las calles, supondría un azote más a la maltrecha situación económica de la región, por el número de empleos que se perderían y por la merma en la aportación al Producto Interior Bruto (PIB), ya que una buena parte del 11% que supone el comercio en Asturias procede del pequeño comercio, según se indica desde la Federación Asturiana de Comercio (FAC). No obstante, la secretaria de este colectivo, Magdalena Huelga, matiza que es difícil desglosar el dato y determinar cual es la aportación que hace el comercio de proximidad al PIB regional.
Lo que confirma la misma es que tendencia de consumo low cost, que empuja al consumidor a los grandes grupos de distribución, está «amenazando» al comercio tradicional y señala que esos hábitos «no cuadran con la esencia del comercio». Las compras online también están en auge, con lo que supone para una comunidad autónoma en la que «el consumos es limitado» porque «está como está entre la crisis y el desempleo». «El consumo en el pequeño comercio está dañado por esto», asegura Magdalena Huelga, que marca las distancias respecto a los grandes grupos de distribución. «El comercio tradicional es el que abre con vocación de permanencia, como medio de vida y no es oportunista», explica. En cambio, los grandes grupos que generan la tendencia low cost «vienen y van en función del mercado y de los grandes números. No dan estabilidad», apostilla.
La secretaria de la FAC asegura que el pequeño comercio «está trabajando muchísimo» para hacer frente a todas las amenazas que tienen, incluyendo la adquisición de presencia en Internet con el trabajo de más que eso les supone para atender las webs y las redes sociales, cada vez más en alza. «Tener una buena web, sencilla de administrar y con un buen catálogo, es fundamental», comenta Huelga, que no olvida lo que significa para las localidades, barrios y ciudades tener comercios abiertos. «Si cierran se genera una falta de seguridad al no tener un servicio cercano, atento y pendiente de las necesidades de los vecinos, además de lo que supone tener las calles iluminadas y habitadas», y es que la secretaria de la FAC argumenta también que las viviendas que están en zonas con muchos locales vacíos también se devalúan.
Localidades que escenifican el cierre de comercios
Una muestra de cómo serían los pueblos, ciudades o barrios sin comercio lo querido escenificar en localidades como Arriondas, La Felguera y Sama. El sector se ha unido en estos lugares y ha simulado durante unos días el cierre de los comercios, apagando las luces y empapelando los escaparates, para hacer ver a la ciudadanía lo «tristes» que estarían las calles «sin la vida que dan los comercios», comenta el propietario de una ferretería de La Felguera que se sumó a esta iniciativa. «No se trata de concienciar, sino inculcar y que la gente se de cuenta de que sin el pequeño comercio localidades como esta se quedarían sin luz, se convertirían en ciudades dormitorio, y no digamos la pérdida de empleo que supondría», señala el mismo antes de recordar la labor social que durante años hizo el pequeño comercio, «porque cuando no tenías dinero, ibas a la tienda de la esquina y te apuntaban lo que llevabas».
Carmen Jurado, una de las impulsoras de «Langreo se apaga», destaca «la pérdida de empleo» que conlleva que el pequeño comercio de Asturias esté cerrando, porque supone autoempleo para quien promovió el negocio y por los puesto de trabajo que generan. «El pequeño comercio está sosteniendo España en buena medida», manifiesta Carmen, que con esta iniciativa también quiere trasladar a la clientela del comercio de proximidad que «nosotros no podemos compararnos con las grandes cadenas de distribución, que están todo el día con descuentos. Nosotros ofrecemos otra cosa», y destaca el «trato cercano y personalizado», fomentándose así las relaciones sociales que, con los nuevos hábitos de consumo, parece que también están en crisis. Además de estas iniciativas que tratan de llamar la tención del consumidor, la secretaria de la Federación Asturiana de Comercio considera que no hay que abandonar «la vía institucional» para seguir reivindicando «la regulación de los horarios, de las rebajas y la competencia desleal».