La multinacional cita el encarecimiento de las materias primas como un motivo para cerrar en Avilés y A Coruña, pero aumenta sus beneficios gracias a la venta de alúmina a otros productores
24 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Entre las razones aducidas por Alcoa para poner fin a la fabricación de aluminio en Avilés y A Coruña, cerrar sus factorías y enviar al paro a unos 700 trabajadores está el encarecimiento de las materias primas. Es un argumento cierto pero insuficiente, porque consume alúmina a precios inusualmente altos, pero también se la vende a otros productores, lo que dispara sus ingresos. La alúmina, un polvo derivado de la bauxita, es un ingrediente imprescindible en la fabricación del aluminio y su mercado de futuros ha experimentado una fuerte subida este verano. El auge alcanzó un 40% entre junio y septiembre y dejó su coste al borde de los 630 dólares por tonelada.
Las causas de esa inflación, que, unidas al coste de la energía y a motivos tecnológicos, sirven a Alcoa para justificar su decisión de clausurar la actividad en dos de sus tres plantas del norte de España y concentrar todo el negocio en San Cibrián (Lugo), se encuentran en el descenso de la producción mundial de alúmina. La principal fábrica del planeta, Alunorte, situada en Brasil y propiedad de la compañía noruega Norsk Hydro, estuvo funcionando a mitad de su capacidad desde marzo hasta principios de este mes, cuando la producción se detuvo por completo y se anunció el despido de 4.700 trabajadores. Las autoridades brasileñas no concederán los permisos para su reapertura hasta que se solucionen los problemas medioambientales que dejaron al descubierto unas inundaciones a comienzos del año.
Además, el embargo internacional que pesa sobre la producción rusa de alúmina y un problema interno de Alcoa también han reducido la cantidad de materia prima disponible. Cinco instalaciones del grupo en Australia (dos minas de bauxita y tres refinerías de alúmina) estuvieron paralizadas en agosto por una huelga ante la intención de la empresa de aplicar un nuevo convenio colectivo rechazado por la plantilla. La acumulación de todos esos hechos ha alimentado los temores de escasez y ha cebado el aumento de los precios en los mercados de futuros. El aluminio, además, es uno de los objetivos de la guerra arancelaria contra china comenzada por el presidente estadounidense, Donald Trump.
Por encima de lo esperado
Pero no son malas noticias para Alcoa, que la semana pasada sorprendió a los analistas al presentar sus cuentas correspondientes al tercer trimestre del año. Sus beneficios están por encima de lo esperado y el consejero delegado de la compañía, Roy Harvey, ha admitido en una charla informativa que, a pesar del coste añadido que suponen los nuevos precios de la alúmina, el conjunto de la empresa se beneficia de ellos gracias a las ventas a otros productores de aluminio. Entre julio y septiembre, Alcoa ingresó más de 1.100 millones de dólares por ese concepto, un 54,4% más que en el trimestre anterior.
Desde la sede de Pittsburgh, se informó a los inversores en el mismo comunicado de ese incremento, del uso de parte de esos beneficios en operaciones bursátiles y del cierre de las plantas de Asturias y Galicia. Los mercados bursátiles reaccionaron con optimismo y, a finales de la semana, las acciones se habían revalorizado un 5%. La multinacional espera cerrar el año con unos beneficios antes de impuestos situados entre los 3.100 y los 3.200 millones de dólares. No son suficientes para salvar los puestos de trabajo en Avilés y A Coruña. Alcoa considera que las dos fábricas ya no pueden ser rentables y está decidida a sacrificarlas.