El Principado respalda la abolición de la prostitución

Raúl Álvarez REDACCIÓN

ASTURIAS

Un club de alterne
Un club de alterne

El Gobierno autonómico apoya la prohibición de un sindicato de trabajadoras sexuales y anuncia un censo en el 2019 para medir la magnitud de la actividad en Asturias. Una catedrática cuestiona la injerencia de los poderes públicos en el ejercicio del derecho fundamental a la sindicación

24 sep 2018 . Actualizado a las 18:24 h.

«El PSOE es abolicionista. Nuestra postura no genera ninguna duda». Para la directora del Instituto Asturiano de la Mujer, Almudena Cueto, el error de admitir la creación de un sindicato de prostitutas en Barcelona se ha corregido con la dimisión de la directora general que tomó esa decisión en el Ministerio de Trabajo y con el compromiso posterior la ministra Magdalena Valerio de dar marcha atrás y anularla. El Principado se declara en total sintonía con el Gobierno de España, guiado por el enfoque de perseguir a proxenetas y clientes que los socialistas han incorporado a sus programas electorales desde el 2015.

El debate sobre el tratamiento legal de la prostitución, sin embargo, vuelve a crepitar, como lo hace de forma habitual cada vez que se da una toma de postura. En el arco político español, las propuestas van desde el combate legal que plantea el PSOE hasta la legalización propugnada por Ciudadanos. Pero las disensiones no están solo en los parlamentos. La descoordinación en Trabajo -el «gol por la escuadra» que Valerio confesó haber recibido- sacudió a un Ejecutivo cuya vicepresidenta, Carmen Calvo, es una activa defensora de la abolición y ha generado docenas de páginas de letra impresa y deslizante con artículos a favor y en contra de la admisión del sindicato y, en un plano más general, de la admisión de la prostitución como un trabajo más de los que se pueden ejercer con normalidad en el país. Incluso los feminismos están divididos por esa cuestión. La mayoría respaldan el abolicionismo, pero no faltan tampoco activistas que abogan por dar voz y visibilidad a las explotadas trabajadoras del sexo. Es una repetición a escala nacional de la diferencia de enfoques que prevalece en Europa, donde Suecia, el país pionero, y Francia se han decantado por la persecución de los proxenetas y los clientes mientras que Alemania ha optado por la legalización y la liberalización,

«No es trabajo, es esclavitud»

En el Gobierno asturiano no se ven ni siquiera las condiciones para iniciar un debate. «No puede haber un sindicato porque la prostitución no es ningún trabajo. Es la esclavitud del siglo XXI. Sin ella no habría trata ni tráfico de mujeres», aduce Almudena Cueto. La directora del Instituto de la Mujer alerta de que las definiciones modernas han hecho añicos los estereotipos antiguos y las visiones idealizadas sobre la prostitución. El reactivado Pacto de Estado contra la Violencia de Género la considera «explotación, esclavitud, violación de derechos humanos y cosificación de la mujer», al mismo nivel que la trata, y aboga por perseguir su publicidad. «No estamos en contra de las prostitutas. Nuestro objetivo es que salgan de ahí (ellas y sus hijos, porque muchas son madres) y darles a todas la oportunidad de tener un trabajo de verdad. ¿Existe el ejercicio libre? Pues algún caso habrá, pero nadie puede sostener que con ellos se cubre todo el mercado», añade Cueto.

Sin entrar en el fondo del debate sobre qué hacer con la prostitución, una catedrática asturiana de Derecho del Trabajo y Seguridad Social, Carolina Martínez Moreno, docente de la Universidad de Oviedo y exdelegada para la Igualdad de la institución académica, ha criticado en un artículo publicado en Agenda Pública la decisión del Gobierno de revisar el registro de la Organización de Trabajadoras Sexuales (Otras). «La elemental consecuencia del reconocimiento de una libertad de constitución de los sindicatos en un sistema democrático es que no cabe someter su creación a una previa autorización administrativa, y que tanto esa iniciativa como la organización y funcionamiento internos no puedan estar sujetos a injerencias por parte de los poderes públicos», razona. «Que a estas alturas no se tenga claro cuál es el papel de la autoridad gubernativa en relación con el ejercicio de los derechos fundamentales (en este caso concreto, de la libertad sindical) me parece escalofriante», señala para explicar el motivo por el que se decidió a publicar sus reflexiones. «De manera directa el Gobierno nunca podría intervenir en la creación de un sindicato sin incurrir en una injerencia prohibida en el ejercicio del derecho fundamental a la libertad sindical que reconoce el artículo 28.1 de la Constitución», añade en conversación con La Voz de Asturias.

Variedad de ocupaciones

Frente a la postura del Gobierno y el Principado de considerar que la prostitución no puede presentarse como un trabajo, la catedrática cita la jurisprudencia que reconoce a las prostitutas como trabajadoras y autónomas y recuerda que el sindicato, además, aspira a representar a trabajadores de otras actividades relacionadas con el sexo pero ajenas a la prostitución: pornografía, líneas eróticas, casas de masaje, saunas, servicios de escorts, clubes de striptease o de lap dance, alterne y asistencia sexual. Si, además, se permite a sus propietarios funcionar como empresas, los trabajadores deben tener el derecho a sindicarse, añade. Cueto, por su parte, contraargumenta que una parte de las asociaciones que se han dado de alta en los últimos años con el objetivo declarado de representar a las prostitutas son en realidad fachadas creadas por los proxenetas para proteger sus actividades. La profesora no niega que pueda ser así, pero se pregunta, en ese caso, por qué el Gobierno no esgrimió ese argumento, que sería admisible, para oponerse a la legalización de Otras. Si sus promotores carecieran de legitimidad, el rechazo podría ser automático porque no cabría atribuir un carácter sindical a la organización, concede. Pero no es esa la vía de actuación que ha elegido Trabajo.

Martínez Moreno aclara, para matizar sus diferencias con Cueto, que está de acuerdo en la idea de que la trata y la explotación de mujeres siempre están cerca de los negocios basados en la prostitución. Tiene más reservas, sin embargo, acerca de la relación entre la demanda de sexo de pago y el fomento de la criminalidad. «La criminalidad en otras esferas no se relaciona con la demanda. ¿O sí? Pienso en drogas u otras sustancias, alcohol, tabaco, medicamentos cuyo consumo está desmadrado… Y que trabajos forzosos y en régimen de semiesclavitud hay muchos, más de los que serían deseables en una sociedad y un mercado de trabajo saludables: camareras de piso, repartidores de las nuevas plataformas digitales, otros falsos autónomos, trabajadores con contratos a tiempo parcial fraudulentos.

Ese intercambio de argumentos deja al descubierto todas las zonas de sombra de la prostitución en la comunidad autónoma. El Instituto Asturiano de la Mujer es consciente de que hay muchos aspectos de la realidad que no están bien documentados. Ni siquiera existe un censo fiable para determinar cuántas mujeres, de grado o por fuerza, se dedican a ese tipo de trabajos sexuales. Cueto anuncia que en el 2019 su departamento abordará la tarea de analizar la situación «con rigor y profundidad» y alerta de que la legalización supone una alternativa peor que la prohibición. «Si ya es difícil saber en qué situación están las mujeres que trabajan en los clubes, qué pasaría si proliferaran los pisos especializados en sexo, donde estarían más controladas por los proxenetas y más desprotegidas», se pregunta. La directora general añade, además, que el modelo alemán ha fracasado y topa con un escepticismo cada vez mayor dentro del país. «Solo se han dado de alta como autónomas 44 prostitutas después de varios años. Es evidente que existen muchísimas más», apunta.

Sentencias sin unificar

Martínez Moreno cree que todas las experiencias europeas, tanto las abolicionistas como las permisivas, distan de ser concluyentes. «Lógicamente, la represión erradica, pero en ocasiones lo que hace es desplazar la actividad, deslocalizarla o sencillamente soportarla en la clandestinidad. Y, en cambio, países que han optado por legalizar para proteger consiguen, por un lado, aflorar parte de esa economía sumergida y ese negocio ilícito, y por otro, reconocer derechos y protección a las personas que ejercen. No tengo una opinión o solución clara y contundente», señala. Tampoco la tienen los tribunales españoles, que ofrecen una colección de sentencias variadas que el Tribunal Supremo aún no ha unificado por completo en una jurisprudencia coherente. No hay dudas en el ámbito penal, el de la persecución sin matices de la trata, el secuestro y el proxenetismo. El Supremo también ha intervenido en la jurisdicción laboral para determinar cuándo, en el alterne, una mujer es trabajadora por cuenta ajena y en qué casos es autónoma. Pero en la esfera de los juzgados de lo social, de los que han salido varias sentencias que se pronuncian sobre el «ejercicio lícito» de la prostitución, el alto tribunal nunca ha intervenido, porque esos casos no han llegado ante él a través de ningún recurso, y su posición está aún por fijar.

Lo que sí ha crecido en Alemania es la publicidad de los locales y de los servicios sexuales, incluidos a veces en paquetes que ofrecen también comida y cerveza. En Asturias se han visto en los últimos años anuncios similares en las vallas que flanquean las carreteras y autovías. El Instituto persigue ese tipo de promociones que vulneran la regulación contra el sexismo en la publicidad y, en ocasiones, lindan con lo ilícito. «Aunque hay gente bienintencionada que defiende el libre ejercicio de la prostitución, otra parte de lo que pasa por ejercicio libre es el resultado de la actividad de los lobbys que se lucran con la explotación de las mujeres. Si la gente se informa bien, caerán muchos estereotipos», señala Cueto. Su objetivo es que nadie caiga en la prostitución como consecuencia del cóctel amargo de la pobreza, las dificultades y la falta de igualdad y se exponga así a acabar atrapada en las redes de la trata y el tráfico: «Debe combatirse el mensaje, tan ligado al porno, de que puede comprarse el cuerpo de las mujeres».