La Universidad ha apartado de la docencia al profesor. «Para venir a una revisión tenéis que venir maquilladas y con escote, si fuera necesario os tendríais que sacar una teta», afirmaba el docente
24 sep 2018 . Actualizado a las 12:04 h.Si para algo está sirviendo el movimiento del #MeToo es para que cada vez sean menos las mujeres que se quedan calladas ante un caso de acoso o agresión sexual. Poco a poco, el miedo, la vergüenza o la culpabilidad adherida a estos actos sobre las víctimas que lo sufren se van disipando. Así ha ocurrido en la Universidad de Oviedo, en concreto, en la facultad de Psicología, donde un profesor ha sido apartado de la docencia durante un período de seis meses por proferir «comentarios y comportamientos denigrantes y sexistas hacia sus alumnas». Detrás de esta -insatisfactoria- victoria se encuentra la Asamblea Abierta de Estudiantes de Psicología y Logopedia (AAEPL) de la Universidad de Oviedo, cuyos miembros, después de dos años de denuncias sin resultados más allá de «un toque de atención», han conseguido, al tercer intento, que sus voces se escuchen.
«Los hechos eran vox populi entre los pasillos de la facultad desde hace unos 20 años. Los profesores lo saben», cuenta una de las portavoces de la Asamblea, pero no ha sido hasta ahora cuando se han tomado medidas. El punto de inflexión han sido, tal como explica, los últimos comentarios -en el aula o en el despacho- del docente hacia varias alumnas durante las revisiones de exámenes de enero, que fueron denunciados el pasado mes de febrero. Tras lo cual, se abrió una larga -y ardua- investigación. Las acciones resultantes consideran la existencia de una «infracción grave y continuada de falta de consideración con los administrados».
Los comentarios
El profesor expedimentado, por lo general, impartía clases a alumnas de 19 años. Edad que, a juicio de la Asamblea de Estudiantes, agrava los hechos «ya que a esa edad y ante un contexto tan desigual (profesor universitario-alumna) resulta muy complicado ser capaces de entender la situación y reaccionar frente a ella». Sus comentarios sobrepasan cualquier límite de tolerancia. El docente empieza con un «¿dónde está mi niña preferida?», «buenos días princesa, te veo sonreír, eso es bueno» o «qué guapa estás», para agravar más la situación con comentarios como los siguientes: «El sábado te vi, cómo ibas de borracha y qué falda cortita llevabas», «si volvéis a repetir, os violo», «si tú me quisieras violar a mí, yo me dejaría», «estoy hasta los cojones de aguantar gente como tú, te apruebo por pesada y por pena» o «para venir a una revisión tenéis que venir maquilladas y con escote. Si fuera necesario os tendríais que sacar una teta, así os pondría la nota que quisierais».
Tales expresiones son literales y han sido acreditadas por varias de sus alumnas y exalumnas para la investigación del caso. Pero el acoso no ha sido solo verbal. El profesor también ha llegado a realizar «acercamientos a las alumnas, también de manera reiterada y continuada, con invasión de su espacio personal y contactos físicos inadecuados: agarrar a estudiantes por el hombro o por el brazo, acercarse demasiado a determinadas personas, abrazar, besar en la cabeza, llevar por la cintura, coger por la espalda, pedir un beso, etc.». Una alumna, incluso, manifiesta haber sido víctima de un tocamiento en el culo.
Un tabú a gritos
Aunque la actitud del profesor en cuestión es conocida abiertamente por personal y estudiantes de la facultad, «hay un tabú bastante grande», comenta la portavoz. «Todo el mundo lo sabe y todo el mundo se calla y hasta le defienden», sostiene.
Una sanción insuficiente
Hasta una veintena de alumnas han participado en el proceso, que ha salido adelante gracias a la implicación del rectorado y la Unidad de Igualdad de la Universidad, «ya que del decanato de nuestra facultad no hemos recibido respuesta», apunta la portavoz. «También gracias a la valentía de las que han denunciado, ya que siempre ha habido miedo a represalias», sostiene. Pese a todo, desde la Asamblea consideran «insuficiente» la sanción, ya que para hechos como los comentados, considerados graves por la resolución, el reglamento estipula sanciones de entre seis meses y tres años. «Siendo así, nos parece muy escasa», mantiene la portavoz.
Por ello, este jueves 13 convocan una manifestación a las 18:30 horas en la Plaza Feijoó, en Oviedo, para hacer público este asusto y hacer un llamamiento: «Queremos una universidad libre de machismo, que se acabe la impunidad de quienes en las aulas hacen lo que no deben hacer», sostiene la portavoz. Asimismo, piden que se protocolicen los trámites para este tipo de denuncias «para que el proceso no sea tan largo y complicado» para las asociaciones de estudiantes que todavía no tengan una estructura organizativa sólida.
Con el acto confían en que aquellas mujeres que sufren una situación similar «denuncien y lo hagan público». Si bien, desde la Asamblea son conscientes de que cada una va a un tiempo y asume las cosas de una determinada manera. Confían, pues, en que «cuando se sientan fortalecidas, hablen», para que situaciones como estas dejen de ser hechos asumidos para convertirse en hechos erradicados.