Algunas reflexiones desde distintos sectores sobre una decisión muy compleja que podría hacer que el sol saliese casi a las diez en invierno en el Principado y que requerirá un marcado cambio de hábitos
09 sep 2018 . Actualizado a las 11:35 h.Si el próximo mes de octubre no cambiásemos, como de costumbre en las últimas décadas, la hora en nuestros relojes para regresar al horario de invierno, el 21 de diciembre -el día con menos luz solar del año- en Asturias el sol no saldría hasta las 9,53 minutos de la mañana. Veríamos despuntar sus rayos ya con casi dos horas de trabajo o de clase a las espaldas para muchos ciudadanos, y casi una hora de aula para los más pequeños. A cambio, sus rayos no caerían hasta las 18,51, bien entrada la tarde. ¿Compensa? ¿Están los habitantes del extremo más occidental de Europa, entre los que nos contamos los asturianos, dispuestos a esperar tanto para entrar de verdad en el día, una sensación que nuestro cuerpo y nuestra mente asocian a la luz solar? ¿Merece la pena el cambio? ¿Y en nombre de qué hacerlo? Según todos los indicios, aún hay tiempo para pensarlo porque este año las agujas seguirán saltando una hora en busca del horario de invierno en octubre. Pero la UE ha lanzado, y esta vez parece que va en serio, la propuesta de prorrogar indefinidamente el actual horario de verano y, en casos como el de España, ello ha puesto también sobre el tapete la conveniencia de cambiar a un huso horario distinto y replegarnos hacia la hora de Canarias o la vecina Portugal. La controversia que se prevé compleja y seguramente enconada en toda Europa y, por descontado, también en una región que ama la luz del sol, tanto más cuanto es una de las que menos lo disfruta en España.
¿Horario de verano o de invierno?
Las opiniones recabadas -si las hay- entre distintos interlocutores asturianos solo dejan clara una cosa. Cualquier cambio provocará con seguridad que el sol no salga a gusto de todos. Y la decisión va mucho más allá de lo que nos venga o no bien en esta pequeña región de una Europa grande. Lo resalta el profesor de Astronomía y Astrofísica de la Universidad de Oviedo Luigi Toffolatti. Pero también advierte de que esa sensación unánime que «tiene que ver con el disfrute de las horas de ocio en verano» se transforma en discrepancias al prorrogarla sin más. «Desde el punto de vista de determinados grupos económicos o del trabajo, un horario o el otro pueden marcar mucha diferencia a mejor o a peor. Si uno tiene un horario en el que madruga mucho, más acorde a lo que es el horario solar estándar, se sentiría más cómodo probablemente. Y a la hostelería, probablemente le resulte más conveniente el horario legal, el de verano, porque la gente que sale, no lo hace en su mayoría de madrugada», explica, pero también cree que «viviríamos una situación anómala, con el sol levantándose muy tarde en meses como diciembre; se aprecia que haya luz al levantarse».
Toffolatti no puede enfocar el problema desligándolo del marco europeo, que lo complica mucho más. «Aquí, al Occidente, claramente el impacto del horario es muy diferente que al de Centroeuropa. Aunque Europa no sea tan extensa como Rusia, abarca un cierto número de husos. Que un país esté más al este o al occidente, va a dificultar tomar decisiones entre la población. Me temo que va a haber una situación de división, quizá de empate», anticipa. Recuerda que los polacos, por ejemplo, aseguran que el sistema actual perjudica la economía polaca, y que «hay grupos de productores agrícolas en Galicia o en Portugal, muy al occidente, a los que podría perjudicarles el horario solar por los pedidos que reciben desde restaurantes, hoteles o grupos de distribución de frutas y hortalizas que proceden del este de España o de Europa». Y él mismo, italiano de nacimiento, se pone como ejemplo de que los criterios cambian como los husos horarios mismos: «Yo mismo, en Italia, disfrutaba de un horario en el que me gustaba más la hora solar. Ahora, viviendo aquí, más al occidente, la hora que hay me satisface. Y si me desplazase a Inglaterra, Dinamarca o Hungría me gustaría más un horario diferente».
Las posibles alteraciones
El impacto sería directo en varios frentes, no solo en el psicobiológico. Readaptación de horarios laborales, alteraciones en las estrategias de conciliación, cambios de hábitos en comidas o en ocio... Los sectores profesionales y los agentes sociales tendrán mucho que decir en la discusión. En Asturias, fuentes de sindicatos como CCOO admiten que su posición tendrá, por así decir, que poner sus relojes en hora con lo que decida «previsiblemente en cuestión de días» el gabinete técnico confederal que trabaja ya en el asunto. No pilla de sorpresa. En los sindicatos las conclusiones de grupos que trabajan sobre la racionalización de horarios están hace años sobre las mesas de trabajo. Pero, ¿mejor horario de verano o de invierno para Asturias? Una vez más, se recalca la «complejidad de un asunto que encierra dos cuestiones, la del huso horario y la del horario a adoptar» porque se ven «ventajas e inconvenientes» en cada supuesto... y se espera.
Algo parecido se manifiesta desde la patronal de hostelería OTEA. Aunque diversas asociaciones territoriales del sector ya han tomado partido abiertamente por la adopción del horario de verano -que claramente se ajusta mejor a las costumbres de ocio y consumo de los españoles y también a las expectativas del turismo estival- sus representantes en Asturias no hacen pronunciamientos. Se limitan a transmitir que están al tanto del debate, que han tomado nota de los pronunciamientos de asociaciones homólogas y que por el momento esperan antes de inclinarse hacia invierno o verano.
Uno de los sectores sin duda más sensibles a cualquiera de estas posibles alteraciones es el educativo, tanto desde el punto de vista de los escolares como desde la complejidad de la organización de horarios y sus efectos sobre la conciliación familiar. A todo ello alude Tino Brugos, del Sindicato Unitario y Autónomo de Trabajadores de la Enseñanza de Asturias (SUATEA), quien advierte de que «el asunto necesita reflexión porque está muy fresco». «Todas estas decisiones tendrán un impacto en el sistema educativo, pero no hay que hacerse muchas películas al respecto: será el reflejo exacto del impacto que tenga en la sociedad. Si hay que cambiar las horas de conciliación familiar, de sueño, las horas de la comida… eso afectaría a la actividad escolar. Habría que modificar algunos horarios. En los centros de Secundaria y FP, donde hay una jornada escolar única, desde las 8,30 hasta las 14,30, igual no es complicado, pero en los centros de Primaria con horarios de mañana y tarde sería más complicado».
Horario de verano vs. invierno?
¿Y cuál de los horarios convendría más? Como Luigi Toffolatti, reserva su decisión para recalcar la complejidad de un tema con decisiones cruzadas sobre el horario a elegir y el posible desplazamiento de huso horario. Las consecuencias -recalca también- desbordan con mucho lo que convenga o no a Asturias. Al respecto del primer debate: «Con el horario de invierno más el huso de Berlín llevamos una hora de adelanto, y en verano dos horas, sobre el sol, por lo que el día se prolonga mucho por la tarde y más todavía en el extremo occidental, donde el sol se pone una hora más tarde».
Pero en invierno hay menos luz, nos pongamos donde nos pongamos. Si eso se altera y seguimos con el de verano, podemos ajustar las horas de sueño algo más a los periodos reales de luz. Es posible que algunas horas, sobre todo las de tarde, afecten a costumbres como la hora de la cena, como sucede en el norte, donde no hay las mismas horas de luz: si a las cinco es de noche, a las seis, cenan. Sobre todo en esa hora, es posible que tuviéramos que hacer algún tipo de ajuste», conjetura Brugos.
Pero la cosa iría más allá: «Habría que tender a hacer coincidir la jornada laboral más o menos con el amanecer, y con el oscurecer, se tendería a algo así como una jornada laboral unificada, con el consiguiente cambio de costumbres». En esa línea, pero con una perspectiva de mucho mayor rango, Tino Brugos reflexiona sobre «otro aspecto muy político»: «Unificar el huso horario facilita que todo el mundo vaya, por así decirlo, al mismo paso. El modelo puede ser China, que tiene varios husos horarios, pero sin embargo funciona con un solo huso horario para todo el territorio, de manera que cuando amanece en Pekín a las ocho está amaneciendo en el extremo occidental de China, pero para el horario del sol ahí son las cuatro de la madrugada. Los gobernantes entienden que eso facilita el control y el gobierno del país».