





El colegio de Lugo de Llanera aplica esta novedosa pedagogía en las clases de Matemáticas, con la asesoría del profesor universitario Luis Rodríguez. Un concertado de la cuenca comenzará el próximo curso
13 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Repetir en voz alta la tabla de multiplicar hasta memorizarla a fuego es justo lo contrario de lo que hace el método Singapur, el famoso sistema que se aplica en las clases de Matemáticas de este país asiático, que obtiene unos resultados de referencia. La base de esta revolucionaria estrategia de enseñanza consiste en sustituir la tarea reproductiva por la productiva, con tres fases de trabajo diferentes: manipulativa, pictórica y, por último, abstracta. Esta pedagogía ligada a la innovación ha llegado a Asturias. Ya se está aplicando en las clases de Infantil y Primaria del colegio público de Lugo de Llanera, gracias a su colaboración con el profesor de Didáctica de la Matemática, Luis Rodríguez, que además está intentando montar un grupo de investigación para la innovación en la educación matemática en la Universidad de Oviedo. El centro de Llanera ha sido el primero. Pero también está barajando sumarse a esta corriente un centro concertado de la cuenca, en concreto el Beata Imelda-Santa Tomás, de La Felguera, que ha recibido la asesoría de un especialista de Alcalá de Henares.
El colegio de Lugo de Llanera está aplicando la estrategia del método Singapur pero no el método en sí. No se trata de un trabalenguas sino de una realidad distinta. El método Singapur tiene un currículo en Matemáticas más pequeño que el español, es decir, tienen menos materia y requiere de más tiempo para el aprendizaje. Además, cuenta con materiales y libros propios que tiene un coste económico elevado. Así que lo que está haciendo el centro es utilizar su base pedagógica. Lo explica tanto Luis Rodríguez como el director, Jesús Riesco. Su estrecha colaboración ha sido esencial para llevar a cabo el proyecto. Riesco diseñó un proyecto de dirección en el que propuso crear grupos de trabajo para aplicar la innovación en dos áreas bien distintas, la lingüística y la matemática para mejorar las competencias de los alumnos. El contacto con Luis Rodríguez se produjo gracias a una docente en prácticas, que estaba haciendo un trabajo de fin de grado ligado a las investigaciones del docente universitario. Juntos han marcado un nuevo camino.
Los equipos de trabajo se reúnen todas las semanas pero las clases con Luis Rodríguez se organizan una vez al mes, una hora antes de comenzar con su jornada, a las 8,30 de la mañana. Rodríguez les ha trasladado toda la teoría de este sistema pedagógico pero también les ha orientado para la elaboración de materiales y para resolver problemas concretos que se han encontrado en el desarrollo de las clases. Jesús Riesco asegura que ya está surtiendo efecto. «Todo el alumnado mejora, los que tienen un nivel bajo, medio y alto. Es una metodología muy inclusiva. Cada uno dentro de sus posibilidades ha avanzado», reconoce. Pero hay otro aspecto incluso más importante. Aprenden jugando, así que los estudiantes pierden ese ancestral miedo a la clase de Mates.
El sistema
Luis Rodríguez explica que se aparca de manera definitiva esas clases que consisten en hacer una y mil veces el mismo ejercicio, en repetir fórmulas o cantar tablas de multiplicar. Se pasa de programar tareas reproductivas a tareas productivas. Esto supone que a los alumnos no les ponen ejercicios sino que se le plantean problemas prácticos que asocian a un comportamiento o situaciones que reconocen. Es, por tanto, la aplicación práctica la que inspira desde el principio la clase. «Es siempre mucho más abierto y más intuitivo», cuenta el profesor universitario. También más colaborativo. Jesús Riesco, explica que un mismo problema puede tener diferente soluciones, así que los alumnos plantean alternativas y aprenden no solo de su propio razonamiento sino también de los de sus compañeros. Fomenta un espíritu colaborativo y constructivo.
Ya sea en Infantil o en Primaria, los dos ciclos que se imparten en Lugo de Llanera, el método Singapur consta de tres fases. Primero hay una etapa manipulativa, en la que no hay ninguna referencia a los conceptos matemáticos. Aquí los estudiantes trabajan con fichas, bloques o ceras; crean unidades, las dividen, forman grupos,... Suman, restan, multiplican y dividen sin saberlo. Algo similar ocurre en el segundo paso. Realizan todas esas operaciones a través de representaciones pictóricas, de dibujos. Riesco pone un ejemplo. Les entregan una lámina con doce árboles y les piden que tracen círculo de cuatro en cuatro. La dificultad depende de la edad y del currículum del curso. No se enfrentan a una operación matemática al uso hasta la parte abstracta. Ahí es cuando comienzan a trabajar con los números. «Como ya los han manipulado y dibujado para ellos es mucho más sencillo. Lo entienden mejor», reivindica Luis Rodríguez, un fiel defensor de este tipo de innovaciones pedagógicas.
Cómo se hacen los materiales
Riesco apunta otro dato crucial para su proyecto de centro: «Es una metodología inclusiva de verdad. No se queda en una mera intención». Se fomenta el pensamiento lógico, la elaboración de estrategias. «Es un sistema que genera mucha riqueza», argumenta con vehemencia. Con los más pequeños, los de Infantil, se centran más en la fase manipulativa, muy similar a los juegos. En los mayores, la parte de la abstracción gana más peso. Como no es el método Singapur puro, el currículo es el mismo que tienen en cualquier otro centro, aunque adaptado. No obstante, el director reconoce que mediante estos juegos han llegado a resolver, sin saberlo, ecuaciones de primer grado que son típicas de Secundaria. Incluso se trabaja la estadística y la probabilidad desde Infantil, algo muy poco habitual a esas edades.
Los libros de texto no se suprimen de todo pero se aparcan. «Los manuales no son la biblia», apunta Riesco. Esto supone que los docentes tienen que recurrir a otras estrategias y preparar sus propios materiales. Lo hacen tanto en el grupo de trabajo como en su tiempo libre. «Está claro que requiere de un sobresfuerzo pero merece la pena y aquí en Lugo de Llanera tenemos un equipo fantástico», argumenta. En las fotografías que acompañan esta información aparecen algunas de esas sesiones de preparación de material y las profesoras de Infantil Laura Cuadrado Vigil y Pilar Martínez García mostrando sus avances. También hay alumnos de Primero utilizando los juegos preparados por el profesor Carlos Gil Martín. Para el centro no es mucho más caro que el método tradicional. Utilizan los conocidos como bloques lógicos, balanzas de masas y numéricas, cubos unilink, palillos fichas, dibujos, tableros que pintan,... «También hacemos ejercicios con palillos y los unimos con gomas que compramos hasta en los chinos. La inversión ya ves que no es muy grande», comenta de manera muy gráfica.
Los alumnos aprenden jugando mientras el pierden el miedo a una asignatura que siempre se ha considerado un hueso. Pero, ¿qué piensan los padres? El proyecto está todavía en una fase inicial y experimental, así que todavía no se han podido registrar grandes cambios. Los docentes han informado a las familias en las reuniones y la directiva de la asociación de padres está al corriente y muy satisfecha con la iniciativa. No obstante, va a ser necesario que el sistema se asiente para llegar a grandes conclusiones. De hecho, no solo se está innovando en Matemáticas. También lo hacen con el área de lingüística y de cara al próximo curso hay otro proyecto sobre la mesa para desarrollar el pensamiento computacional. «Quien no tenga pensamiento computacional será el analfabeto del futuro», argumenta Jesús Riesco.
Proyectos de futuro
La labor de Luis Rodríguez, el profesor universitario que ha sentado las bases de todo este proyecto, todavía no ha concluido. Para el curso que viene su contribución será incluso más ambiciosa. La idea es que también comiencen a colaborar alumnos de los grados de la Facultad de Formación del Profesorado. El plan de Rodríguez es que la experiencia en el colegio público de Lugo de Llanera sirva para mejorar la formación de los futuros docentes y que puedan aprender de esa aplicación del método Singapur en las aulas asturianas. Espera poder trasladar el trabajo a las clases de Magisterio y crear una comunidad de aprendizaje e investigación, integrada por los docentes del centro y por sus estudiantes. Se verán los resultados en el aula, se propondrán métodos de mejora, se analizarán nuevos recursos educativos... Han abierto una puerta que les lleva a un territorio casi inabarcable.
No obstante, Rodríguez defiende la tarea desarrollada por profesores y maestros asturianos. Señalan que muchos ya aplican en sus clases de Matemáticas, sin ponerle nombre, técnicas que se incluyen dentro del método Singapur, con juegos y ejercicios prácticos que sirven para motivar. El problema es que en el país asiático el currículo es más pequeño «y no se puede enseñar 20 veces más cosas igual de bien», puntualiza. El concepto es sencillo. Aprenden a multiplicar, por ejemplo, hasta por dos cifras. A partir de ahí, ya recurren a la calculadora.
Luis Rodríguez trabaja para crear un grupo de investigación estable en la Universidad de Oviedo, dentro del departamento de Educación pero ligado a la estadística. Sabe que hay mucho terreno para trabajar y muchos docentes vocacionales con ganas de innovar.