Primero se barajó como fecha 2010, pero han pasado ya seis años desde que la entonces ministra de Sanidad, Leire Pajín, anunciara pomposamente que el centro de enfermedades neurológicas de Langreo entraría en funcionamiento en 2012. El retraso, la falta de fondos, el desinterés y la chapuza generalizada han estado siempre detrás del centro Stephen Hawking. Casi una década después, el Imserso se ha percatado de que el edificio ni siquiera se puede llamar Stephen Hawking, porque no hay una autorización expresa y supondría vulnerar el derecho anglosajón. Es decir, que durante años, las administraciones sucesivas ni siquiera se pusieron en contacto con el físico, con su familia o herederos para avanzar en la denominación del centro. Pese a ello, ahí tienen la foto, donde brillan las 14 letras que componen el nombre del científico, 14 gigantescas letras que serán arrancadas en una ceremonia que simbolizará la chapuza asturiana, con mayúsculas. Por cierto, que ahora prometen que el edificio se inaugurará en el segundo semestre de este año.
Un economista en ascenso
La figura emergente del PP de Gijón es Pablo González, un economista liberal con una curiosa trayectoria política. El último sondeo publicado por LA VOZ y elaborado por Asturbarómetro lo coloca como el tercer político mejor valorado en la villa de Jovellanos, por detrás de la alcaldesa y Fernando Couto. Tras la marcha de Mariano Marín como delegado del Gobierno, Pablo González es ya el portavoz del PP en este último año crucial antes de los comicios de mayo. Su carrera política está ligada al satélite Cherines, y ella es la causante de que volviese al redil del PP tras su exilio a Foro. González fue concejal del PP de Gijón, abandonó el partido por sus discrepancias con Pilar Fernández Pardo y se abrazó con el casquismo. La aventura solo duró medio año: Mercedes Fernández le rescató de nuevo para la causa de la gaviota. González no disimula su conservadurismo: en 2010 se ausentó del pleno en el momento que Santiago Carrillo fue nombrado Hijo Predilecto de Gijón. Las circunstancias y los sondeos soplan con viento a su favor para poder encabezar la candidatura del PP a la alcaldía en 2019. El enorme fraccionamiento político que se prevé para esas fechas y la obligación de llegar a pactos para gobernar requerirá mucha mano izquierda y derecha.
«Elogio» de la sombra
Precisamente Pablo González se convirtió ayer en coprotagonista involuntario del acto en el que se presentó el innovador proyecto de actuación sobre el Elogio del Horizonte. Asistía el político a la presentación desde el público cuando la prensa preguntó por la posible iluminación de la emblemática escultura de Eduardo Chillida, una petición de la que el PP municipal, y en concreto el propio González, han sido los mayores (y por el momento, frustrados) defensores. Con los todos los focos de luz indirecta puestos, estos sí, sobre el portavoz popular, Luis Chillida respondió que, por lo que respecta al criterio que mantuvo el creador del Elogio y mantienen ahora sus herederos, nada de luces. Recordó que su padre no pensó el monumento para ser visto de noche y que el gran pórtico de hormigón era el punto en el que acababa la ciudad y empezaba el horizonte y que «no se puede iluminar el horizonte»; una respuesta entre la poesía y la parábola oriental que casi podría haber respaldado con el regalo del clásico Elogio de la sombra de Junichiro Tanizaki al abogado de las luces para la escultura. Ya fuera de micrófonos, el presidente de la Fundación Chillida-Belzunce complementó con otra más prosaica: «Quien quiera ver el Elogio con luz, que suba de día». Con todo, no hubo acritud. González esperó a Chillida la salida del salón de recepciones, pero solo para hacerse un sonriente selfie. Con taquígrafos. Y luz.