Las diversas referencias arquitectónicas en su interior aportan a esta ermita un encanto único
29 mar 2019 . Actualizado a las 13:54 h.Cuando se habla de prerrománico asturiano, los principales elementos que destacan son Santa María del Naranco y, a escasos 100 metros, San Miguel de Lillo. Los dos monumentos se encuentran en Oviedo, aunque separados del bullicio de la urbe, desde donde se puede contemplar un paisaje expectacular. Del mismo modo reposa la ermita de Santa Cristina de Lena, en una colina que domina el valle del río Lena. Clasificada como ramirense, está, sin lugar a dudas, relacionada con las obras situadas en el Naranco.
Los orígenes de esta iglesia prerrománica son bastante confusos. Se sitúa en época del reinado de Ramiro I (842-850) o en la de su sucesor Ordoño I (850-866). En el año 1885 fue catalogada como Monumento Histórico Artístico, cuando la Academia de la Historia reclamó al Gobierno declararla como monumento nacional. Este sería la única vía de salvar la ermita del deplorable estado en el que se encontraba. En 1887 se aprobaría un proyecto de reforma que llevaría a cabo el arquitecto Ricardo Velázquez. A mediados del siglo XX se realizaron las actuaciones más importantes a manos del arquitecto Luis Menéndez Pidal, con el fin de reparar los destrozos producidos por la Revolución de 1934. Tras las diversas obras de restauración y adecuación, la UNESCO la declaró, en diciembre de 1985, Patrimonio de la Humanidad.
Arquitectura
La nave, de espacio reducido, se levanta sobre una planta de cruz griega, algo sorprendente para la época dado que no es habitual en la arquitectura asturiana. Alrededor de su base rectangular, cuatro pequeños salientes de la misma forma dan lugar a esta característica planta. Uno en el centro de cada muro exterior: pórtico, cabecera y habitaciones laterales. Al igual que San Miguel de Lillo, esta ermita se encuentra totalmente abovedada, lo que aporta al interior una gran sensación de amplitud. Toda la construcción se encuentra reforzada en el exterior con numerosos contrafuertes.
En el interior de la iglesia, llaman la atención las cinco celosías situadas sobre el iconostasio que da paso al altar. Su diseño alude claramente al mundo mozárabe y se encuentran caladas sobre sobre placas visigodas. Concretamente, en una de ellas, aparece un epitafio que alude a un personaje de nombre Telio y fallecido en el 643. Otro de los elementos a destacar es el cancel que delimita la planta principal del altar. Compuesto de tres monolitos labrados con motivos del mundo visigodo, su procedencia la atestiguan sus propias inscripciones.
Romería
La fiesta tradicional en honor a Santa Cristina se celebra el último domingo de julio, con una misa en el exterior del templo. A las 12.30 comienza el culto, al que acuden los habitantes de los pueblos cercanos. Tras terminar la misa tiene lugar la «puya'l ramu», una subasta de panes en honor a la santa.
La mezcla de estilos que conforman la iglesia de Santa Cristina de Lena, así como todos sus detalles ocultos, narran a la perfección su historia, desde su construcción hasta la actualidad. Pero para poder disfrutar de su magestuosidad y encanto lo mejor es poder traspasar sus cuatro paredes. La iglesia puede visitarse de martes a domingo, excepto en noviembre que permanece cerrada.
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