
Es la primera bebida alcohólica de la historia, se ha puesto de moda con Juego de Tronos y se elabora en Asturias con nombre griego y con miel de castaño de Aller siguiendo el dictado que los romanos dejaron hace siglos en el norte de España
19 mar 2018 . Actualizado a las 11:41 h.La consumieron durante siglos todos los pueblos del mundo y sus orígenes se remontan al menos a 9.000 años atrás. La hidromiel, cuya popularidad ha vuelto a renacer en estos últimos años debido a series televisivas como Vikingos o Juego de Tronos e incluso la saga de Harry Potter, fue la primera bebida alcohólica de la historia de la humanidad. Sus orígenes exactos no se han podido datar, pero es muy posible que se hubiera creado de manera fortuita en tiempos realmente remotos. «Está por demostrar que la primera se hizo en un cuerno en el que se había puesto miel, al llover se fermentó y así surgió», cuentan Jennifer Martín y Gallo, productores asturianos de seis variedades de esta ancestral bebida que elaboran con miel de castaño de las montañas de Aller y que comercializan desde hace tres años en toda España con el nombre de El Barquero.
El nombre no es vikingo. «El 95% de las empresas que se dedican a la hidromiel tiene nombre vikingo, pero todos los pueblos del mundo antiguo la bebían y curiosamente en todos los continentes sin que hubiera conexión entre ellos», explican. En España no llegan a diez las empresas que elaboran hidromiel, que también era la bebida favorita de los griegos. En la mitología griega Caronte era el barquero que se encargaba de transportar las almas de los muertos al reino de Hades, el dios del inframundo.
La receta romana que heredaron unas pocas familias del norte de España
«Recurrimos a esto para salirnos de esta rutina vikinga, aunque es cierto que gracias a estas series la hidromiel ahora está de moda cuando era una bebida bastante desconocida», indica Gallo, que recuerda que curiosamente en Juego de Tronos solo aparece hidromiel en una ocasión. En el pasado la hidromiel no era en absoluto desconocida. Los mayas utilizaban para hacerla hojas de palma. La consumieron en abundancia los egipcios, los romanos («Julio César era un forofo», dice Martín) y los celtas.
Y, efectivamente, en la Edad Media, los vikingos y los sajones. Entre otros. «Es la precursora del vino y la cerveza. La hidromiel se elabora a través de la fermentación de la miel», explican. El secreto radica en saber cuándo detener esa fermentación, en la que los azúcares de la miel se convierten en alcohol en los grados adecuados, para conseguir auténtica hidromiel. Algo dulce sin empalagar, sin gas puesto que ninguna hidromiel lo tiene, con color ámbar y una graduación que oscila entre 12,5° y 14°.
Gallo dice que solo tres o cuatro familias hacen hidromiel siguiendo una antigua receta que los romanos se dejaron en el norte de España y que se ha ido manteniendo en secreto a través de los siglos. «Se va heredando y a día de hoy la mayoría la hace para casa». Él heredó también esa receta. «La miel se mezcla con agua y se obliga a fermentar. Usamos productos naturales que hacen que la miel fermente. Puedes cortar la fermentación cuando quieras porque lo fermentamos en abierto, como el vino de uva», explica.
Ni se pica ni caduca ni causa resaca si no se mezcla
Hasta ahora solo lo hacían en Aller, en la montaña, pero acaban de abrir un laboratorio auxiliar en Gijón, en un local en el que también atienden al público, para facilitar la distribución porque «en los dos meses de nieve se nos complicaba mucho para repartir». La decoración del local que está ubicado en Pumarín, con objetos antiguos que han ido recopilando o les han ido regalando, es idónea para que el cliente se evada a otra época cuando prueba la hidromiel por primera vez. «Siempre les damos a probar y todo el que prueba repite», resume Gallo.
«Se bebe como el vino. Marida bien con aperitivos, con queso, cecina…, y también se toma después de comer. Antiguamente se bebía siempre y ahora hay que encajarla. Es distinta y por eso genera curiosidad», añade Martín. También se la venden a restaurantes que la utilizan en cocina y ellos mismos, cuando organizan catas para clientes los sábados, ofrecen como pincho chorizo a la hidromiel. Además, como la miel es un producto autoconservante, la hidromiel ni se pica ni caduca. De hecho, aún guardan botellas de hace diez años y se aprecia perfectamente que no han perdido ni el sabor ni ninguna propiedad. «Antiguamente se cortaba la fermentación cuando todavía tenía un 12% de la miel intacta porque se usaba como medicamento, ya que mantenía las propiedades de la miel y eso hace que no caduque», explican. Incluso se podría conservar destapada.
En septiembre y octubre venden miel y, con el resto, producen entre 10.000 y 12.000 litros de hidromiel al año. «De cada kilo de miel auténtica», especifican, porque si estuviera adulterada con azúcares añadidos no fermentaría, «salen tres botellas de hidromiel». ¿A qué se parece su sabor? Es complicado responder porque nada se le parece. «En alcohol podría ser un vino, pero de nivel». La hidromiel no provoca resaca si no se mezcla con otras bebidas alcohólicas.
De la clásica, pasando por la de café a la Infernum, con sabor extra picante «bueno»
La clásica es la básica y las cinco variedades de sabores distintos de El Barquero la tienen como punto de partida. La doble miel está elaborada tras varias fermentaciones con el doble de miel y, si ya de por sí es un proceso laborioso, este se complica aún más porque tiene que reposar en barrica de roble durante casi un año. Ahora la están elaborando cada tres meses debido a la demanda. «La clave son los tiempos. Para cada sabor empleamos meses y meses de prueba y tuvimos que tirar mucha producción».
La hidromiel Agua Estigia, de color rojo, se elabora mediante la maceración de frutos rojos. La de café, a la que le han puesto de nombre La sombra de Hades, es la única en España con este sabor, que se obtiene macerando café y cuya elaboración se prolonga durante ocho meses. En España hacen hidromiel La selección se cierra con dos hidromieles picantes. Una de ellas muy muy picante. «Fuimos los primeros en España en hacerla. No tiene nada añadido porque fermentamos con semillas picantes», explican, indicando que tardaron en dar con el sabor que buscaban, el del picante bueno que no baja al estómago y aparece en la boca, yendo in crescendo hasta llegar incluso a los labios. A la más suave la han llamado Ignis y, a la muy picante, Infernum. Se la pidieron los amantes del picante de verdad.
«La hidromiel también gusta por emular lo que se hacía antes»
En Navidades hacen otra variedad: una botella especial con oro alimentario de 23 kilates, en una caja de madera con aspecto envejecido realizada por Gallo: «El oro de Caronte». La clientela es variada y como las botellas se venden en dos tamaños, 50 y 75 centilitros, también se las encargan como regalo para los invitados en las bodas. También venden cuernos de búfalo para beber la hidromiel como antaño pulidos por dentro. «La hidromiel causa curiosidad pero también gusta por emular lo que se hacía antes. Hay un mundo medieval con mayor alcance de lo que se piensa», indican Gallo y Martín, que precisamente estuvieron mucho tiempo vinculados a ese mundo.
De hecho, este será el tercer año que organicen el Caronte Fest, una fiesta medieval a la que invitan a clientes y amigos a pasar un fin de semana en la montaña. La etiqueta es ir vestido de medieval y se organizan todo tipo de actividades de la época, como luchas de espada, competiciones a caballo, juegos ancestrales, bodas con un altar como los de entonces, banquetes de carne a la estaca y, lo más impresionante, el rito funerario, «con una pira y un muñeco muy bien logrado». «Es una fiesta para enriquecerse culturalmente, para no olvidar las raíces y la mejor manera de hacerlo es como ellos. Eso sí, con fabada casera, pero mantenemos el prototipo de la antigüedad», dice Gallo.