«Tiangong-1», que China puso en órbita en el 2011, lleva 17 meses fuera de control y el norte peninsular corre peligro de impacto
10 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Un «Palacio Celestial» se cierne sobre nuestras cabezas. Ese es el nombre, traducido directamente del chino, de «Tiangong-1», una estación orbital que tocará nuestro planeta la última semana de este mes o la primera de abril. Si bien la nave ha contribuído en la carrera espacial de su país, ahora su final podría llenar las páginas del guión de una ficción post apocalíptica que ver en Netflix.
La estación cumplió el sueño chino de igualar a EEUU y Rusia en la creación de su propia plataforma estelar. «Tiangong-1» fue el primer módulo lanzado (en septiembre de 2011), al que siguieron tres misiones especiales «Shenzou» (barco sagrado). Una de ellas, no tripulada, consiguió que China, junto con la extinta URSS y la Agencia Espacial Europea hayan sido las únicas en lograr un acoplamiento automático, sin astronautas. Sustituída en 2013 por «Tiangong-2», desde septiembre de 2016 está fuera de control y en caída libre hacia la Tierra. «Los chinos consiguieron con ella liderar la carrera espacial. A día de hoy son junto con los rusos, los únicos capaces de mandar astronautas al espacio. Incluso los estadounidenses dependen de las Soyuz rusas», señala el astrofísico y divulgador coruñés Borja Tosar.
¿Cuándo caerá y qué puede ocurrirnos?
La Agencia Espacial Europea data la entrada en la atmósfera terrestre entre el 29 de marzo y el 9 de abril. Y los ingenieros expertos de la organización sin ánimo de lucro Aerospace determinan que su trayectoria de impacto abarca latitudes de 43º norte y 43º sur.
Como puede verse en la imagen anterior, las probabilidades de impacto son muy reducidas. No olvidemos que el 75% de la superficie terrestre es agua. Pero dentro del 25% restante, Asturias y en general el norte peninsular, cuenta con algunas papeletas. Remotas, pero muy posibles. «En las zonas más extremas de la franja -las dos zonas amarillas- es donde es más probable el impacto», apunta Tosar. Tanto el experto coruñés, como Jonathan MacDowell, astrofísico en Harvard que publicaba en The Guardian este artículo señalan que la situación será cada vez más descontrolada. «En estos momentos está rozándose con la atmósfera y desintegrándose, siendo casi imposible predecir la trayectoria exacta. Es como cuando tiras una piedra al agua y va rebotando», precisa al respecto Borja Tosar.
COMO EN CASA, EN NINGÚN SITIO
El mensaje de tranquilidad es total. En las últimas 24 horas, radares y telemetría ayudarán a concretar el lugar exacto de caída y en todo caso, las propias características físicas de «Tiangong-1» van a ayudar a minimizar los daños: «su peso es de solo 8,5 toneladas y tiene una forma de cilindro hueco, contando con la erosión que sufrirá al atravesar la atmósfera, el riesgo de que un pequeño fragmento nos alcance es reducido», prosigue Tosar. O sea, que basta con meterse en casa, sin necesidad siquiera de pasar la llave.
Además, no es la primera vez que cae una estación espacial. La última vez fue en 1991, cuando el complejo ruso Salyut y uno de sus módulos, sumando 40.000 kilos, cayeron al Pacífico. Antes, en 1979, la Skylab de la NASA y sus 77 toneladas, se desperdigaron en aguas australianas. Si entonces lo único que ocurrió fue que multaron a Estados Unidos con 400 dólares por contaminar el agua, parece que los chinos ni siquiera tendrán que tirar de fondos reservados para hacer frente al accidente.