Más de 2.000 estudiantes se enfrentan en Asturias a la prueba que decidirá su futuro dentro del mundo de la salud
07 mar 2018 . Actualizado a las 18:20 h.Cinco horas, 225 preguntas -más diez de reserva- y muchos meses de preparación sobre sus espaldas. Las pruebas selectivas para acceder a las plazas de formación sanitaria especializada están teniendo lugar en estos momentos en toda España. En Asturias, entre las siete titulaciones de acceso (Medicina, Enfermería, Psicología, Química, Biología, Radiofísica y Farmacia) se presentan un total de 2.340 candidatos y hoy es el día en el que tienen que demostrar su destreza y templanza. Los nervios se sienten en el ambiente incluso antes de llegar al campus del Cristo, en Oviedo. Dos horas antes de que dieran la vuelta a sus exámenes ya se veían multitud de aspirantes repasando, animándose los unos a los otros o, simplemente, sentados sin ningún propósito más que mantener la serenidad y la mente fría.
Rubén Caño e Íñigo Aragón, de Santander y Madrid respectivamente, se presentan por primera vez. Sus objetivos se centran en conseguir las especialidades de cirugía general, en el caso de Caño, y traumatología, en el caso de Aragón. Ambos llevan preparándose desde junio en el centro MIR Asturias. «Tenemos confianza en sacarlo», aseguran. Aunque el lugar donde pudieran obtener la residencia no les parece tan importante -sintiendo preferencia por sus respectivos lugares de origen- tienen claro que, si no consiguen la especialidad deseada volverían a repetir el proceso. «La especialidad ante todo», comentan.
Los cordobeses Antonio Espino, Laura Linares y Juan Garrido también llevan ocho meses de preparación detrás. Los tres se muestran serenos y sonrientes. «Yo me siento tranquila, ya veremos cuando tenga el examen delante», cuenta Linares. «Después de las primeras 10 preguntas ya te tranquilizas», explica su compañero, Garrido. Sienten confianza y ello les da la seguridad de afirmar que «es la primera vez y la última que nos presentamos».
Pasa el tiempo y las entradas de las distintas facultades se llenan. Alrededor se murmuran todo tipo de comentarios: «Estáis sobradamente preparados», «cada vez que tengo un examen se me afloja el esfínter, pero ya sé que es por los nervios», «si necesitas llorar ahora, llora», «respirad y tranquilas, que lo valéis». Cuando se encuentran con algún conocido se abrazan y se desean suerte mientras la tensión va en aumento.
Ángela Molinero, Pablo Molero, Fernando Iglesias y Claudia Junquera llevan desde octubre de 2017 practicando simulacros de examen en la academia AMIR. Estos asturianos tienen claro que quieren quedarse en el norte y que, si no consiguen la especialidad que persiguen, se volverían a presentar. Menos Junquera, que se decanta por la traumatología, los demás quieren ser médicos de familia, una elección que, en general, no suele ser muy deseada. El hecho de que el Servicio de Salud del Principado (Sespa) quiera incorporar 90 médicos de Familia a la plantilla antes de cuatro años tiene algo que ver. «Influye que necesiten», sostiene Iglesias, «pero lo hago por la idea romántica que tengo de la medicina». En cuanto al modelo de examen, todos coinciden en que «el Ministerio debería cambiar el estilo, es muy largo y si fallas, te olvidas. No juzgan la medicina que sabemos sino la habilidad que se tiene para realizar un test. Al final es un poco destreza. El MIR es una criba para repartir plazas». A nivel nacional se presentan este año un total de 33.013 aspirantes que buscan conseguir una de las 8.042 plazas convocadas.
Escuchando una lista de reproducción que creó cuando empezó a preparar esta prueba, algo alejado del tumulto, está Santiago Gómez. De sevilla ha estado en Oviedo por la calidad de las academias pero con el firme objetivo de regresar. «Es la primera vez que me presento y tengo abiertas las opciones aunque me inclino por la cardiología», cuenta. Tiene claro que la ciudad influirá en la elección final de su especialidad y se siente preparado. «Llevamos meses haciendo simulacros. Al final, este tan solo es uno más». Cuando piensa en el tipo de examen sostiene que no discrimina, ya que se encuentran con «preguntas muy fáciles o muy difíciles que acierta y falla todo el mundo. También puedes tener un mal día, pero es lo que hay», matiza.
Casi nadie ha venido solo. Amigos o familiares acompañan y dan apoyo hasta que el reloj marca las 15:30. A media hora de empezar el examen la mayoría quiere evitar distracciones. «Mucha suerte y ¡a por todas!», gritan al despedirse.
Cuarenta años del primer MIR
Fue hace cuarenta años cuando el doctor Vicente Rojo, hijo de un conocido general republicano, promovió el sistema de formación para médicos internos residentes, más conocido como MIR, un método que, aunque se puede perfeccionar, es «extraordinario» y «uno de los mejores del mundo». Así lo aseguran varios médicos, como el vocal de Médicos Jubilados de la Organización Médica Colegial (OMC), el doctor Enric Gutiérrez, que bromea con que antes de la década de los 70 los médicos especialistas «se formaban como podían» en las escuelas profesionales de los hospitales universitarios o junto a un cirujano o internista durante un tiempo, que luego tenían que acreditar. «Te matriculabas, pagabas y depende de la escuela, profesor o de la cantidad de alumnos que hubiese podías aprender más o menos pero no era un sistema de vigilancia y aprendizaje progresivos como el MIR», recuerda Gutiérrez, quien fue vicepresidente de la OMC.
El germen del MIR lo puso a finales de la década de los 60 un grupo de hospitales como el General de Asturias, el Clínico de Barcelona, el Puerta de Hierro o la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. Cada uno de esos hospitales sacaba una convocatoria de plazas. «Tú te presentabas y cada hospital hacía sus pruebas de selección que podían ser teóricas, prácticas», afirma Gutiérrez. En 1977, explica, se recuperó, por primera vez desde la II República, el Ministerio de Sanidad y, en 1978, el antiguo Instituto Nacional de Previsión se dividió y se creó el Instituto Nacional de Salud (Insalud), que fue «el encargado de la sanidad en España».
En ese momento «hay un personaje, el doctor Rojo, hijo del general Rojo, conocido militar republicano, que empieza y pone en marcha el sistema MIR, similar al de Estados Unidos, en los hospitales del Insalud, que eran muy importantes y mayoritarios pero no eran todos los que existían en el país», explica el vocal de Médicos Jubilados de la OMC.
La presidenta del Colegio de Médicos de La Rioja, Inmaculada Martínez, se examinó del MIR en 1981, año en el que se presentaron al examen unas 20.000 personas para las 4.000 plazas que se ofertaban. Ya entonces la estadística de las mujeres que se presentaban era alta y es que, tal y como subraya, «la mujer siempre ha tenido mucha vocación por la ciencia». A día de hoy, hay un mayor número de aspirantes mujeres que hombres en todas las titulaciones de acceso.
Durante esos años, los otros hospitales que a finales de los 60 habían comenzado con sus propios sistemas continuaban con ellos, hasta que en 1985, con Ernest Lluch de ministro de Sanidad, se unificó toda la formación MIR en España con «un examen único e igual para todos los aspirantes a las plazas».
A juicio de Gutiérrez, el MIR cada día es mejor. «Pienso que es uno de los mejores sistemas del mundo de formación de médicos especialistas, que se puede mejorar, como en todo, pero que con él se ha dado un salto cualitativo fundamental en estos años«, insiste. De la misma opinión es Martínez, que califica el sistema MIR de extraordinario: «Somos una fábrica que abastecemos también a otros mercados porque el médico español está muy bien considerado. El sistema MIR globalmente funciona muy bien», abunda el doctor, que sí señala que lo que cambiaría en concreto del examen sería que tuviese más parte práctica y de habilidades de comunicación. Martínez aboga por un examen en el que se tengan que desarrollar los temas porque en la actualidad todos son test; de hecho, apunta, no enfocaría la carrera de medicina tanto al test como, en su opinión, se hace en la actualidad.