Cruz Roja explica cómo funciona el protocolo específico para ofrecer abrigo y bebidas calientes a los que duermen a la intemperie
09 feb 2018 . Actualizado a las 11:09 h.La época invernal es sinónimo de no salir de casa salvo para lo estrictamente necesario, aprovechar el calor de la calefacción y sentir cómo el cuerpo se restablece tras la crudeza de las temperaturas de los últimos días. Pero esta situación idílica es una distorsión para muchas personas. Desde aquellas que no se plantean encender la calefacción por evitarse un disgusto en sus facturas -independientemente del frío que haga-, pasando por las que sufren las terribles punzadas de la pobreza energética, hasta las que ni siquiera tienen un techo donde vivir. De este último caso se encarga David del Valle, director de Salud, Socorro y Emergencias de Cruz Roja Asturias.
A través del Plan de Inclemencias Invernales, la organización cubre las necesidades que puedan surgir en dos fases diferenciadas. La primera de ellas opera a una escala mayor, movilizando los equipos de los que disponen hacia aquellos lugares en los que el temporal ha dejado consecuencias graves. Explica Del Valle que, «si hay coches parados en una autopista o se queda algún pueblo incomunicado, vamos para suministrarles bebidas calientes, alimentos y material de abrigo». Se trata de una actividad que Cruz Roja tiene en convenio con el Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) y que este año no ha tenido que activarse. La segunda fase actúa a un nivel más personal.
En colaboración con los ayuntamientos y Policías Locales, los miembros de la organización realizan unos recorridos específicos en cada localidad en función de las ubicaciones que la Policía les haya indicado con antelación. «Nos comentan si hay transeúntes que pernoctan en la calle y empezamos el procedimiento», explica Del Valle. Las rutas suelen empezar a partir de las diez de la noche y el primer paso es hacer un seguimiento de esas personas para reportar su situación a los servicios sociales. «Después les informamos acerca de los albergues que se encuentran en su zona y de la capacidad e incluso les ofrecemos traslado hasta ellos», detalla. En caso de que no quieran optar por esa opción y decidan dormir en la calle, Del Valle y su equipo realizan una valoración médica para evaluar los signos de hipotermia que pudieran tener y, si fuera necesario, proceder a algún tipo de atención sanitaria in situ. «Para que disminuyan su riesgo a la hora de pernoctar a la intemperie les facilitamos bebidas, unos alimentos y material de abrigo para la noche», explica.
El dispositivo está latente en la mayor parte de localidades durante todo el año con especial vigilancia durante el invierno. Su activación responde de manera automática a las temperaturas, tomando como base las diferencias entre la sensación térmica de la costa y del interior. «En las poblaciones costeras lo activamos cuando se alcanzan los cinco grados y en las de interior cuando se alcanzan los cero grados», comenta.
Lo más importante: informar y ofrecer la posibilidad de dormir bajo un techo
Pero si no quieren no insisten, «somos muy cuidadosos con eso, cada persona tiene sus razones así que, si deciden quedarse en la calle, no ponemos trabas y les damos el material que haga falta, sin importar la cantidad». Porque el objetivo del servicio es, insiste Del Valle, que sea útil para que puedan disminuir su riesgo por la pernocta a la intemperie. El número de personas que se decanta por esta opción se reduce cuando el clima es especialmente agresivo. «Entonces suelen inclinarse más por ir a albergues o lugares donde se sientan más seguros», explica.
Este tipo de población es, por lo general, nómada. «Los sitios que tienen temperaturas más elevadas, mejores servicios sociales y conexiones por carretera, suelen aglutinar más gente que al final acaba pasando la noche en la calle», cuenta. Es el caso de Gijón, la primera ciudad asturiana donde se implantó el programa y donde el protocolo de actuación es más estricto. «Trabajamos en un flujo de información continua con la Fundacion Municipal de Servicios Sociales y con la Policía Local». Del Valle pone énfasis en la importancia de la información en este proyecto ya que, la Policía Local de Gijón hace recorridos por toda la orografía, siendo los primeros en detectar si hay personas que viven en la calle o en situaciones realmente complicadas, del tal modo que «no tengamos que andar buscándoles, sino ir directamente donde estas se encuentran».
Ahora, con las condiciones climáticas tan malas, la cantidad de información meteorológica y los albergues con plazas extra, Del Valle se encuentra en Gijón unas siete personas cada noche. En Oviedo, que es la segunda localidad con mayor afluencia, se encuentran entre cuatro y cinco. «Son números habituales en estas localidades», asegura. «Luego hay otras donde tenemos el dispositivo latente y no se sale a la calle al no detectar la Policia Local que hay gente viviendo en calle». Es el caso de Mieres, Cangas del Narcea y Laviana.
Hasta once localidades asturianas tienen el plan activado. Salvo Gijón, que lleva 17 años en marcha, el resto vio la luz en 2007. «Durante la crisis se vio un aumento de gente en las calle y se llegó a acceder a localidades que no eran tan habituales», sostiene. Si bien, asegura que, aunque desde el año 2000 hasta la actualidad se hayan vivido épocas de crisis y no, «siempre ha habido personas sin hogar» y mientras así sea, el equipo de Del Valle seguirá recorriendo cada vía asturiana para ofrecer la ayuda que sea necesaria.