
El fotoperiodista Eloy Alonso cuenta cómo se gestó la foto del Tostaderu de Gijón elegida por Time como una de las mejores de 2017. Reivindica la proyección internacional del «trabajo de caleya»
30 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Es como desvelar el truco del número central del mago. O casi. No obstante, el fotoperiodista asturiano Eloy Alonso no tiene problema en contar cómo nació la foto del año en Asturias, esa que se ha publicado en todo el mundo y que la revista Time ha elegido como una de las 100 imágenes mundiales de 2017. Pocos han podido escapar de ese bodegón humano tejido al calor del cambio climático de noviembre, en el Tostaderu de Gijón, refugio reconocido desde hace años de curtidos amantes de la playa. Cuenta Eloy Alonso que se ha encontrado con muchas descripciones, muchas de ellas muy certeras. Han dicho de la foto que es una mezcla entre un anuncio de Doce & Gabbana y un cartel de una película de Almodóvar, un bodegón retro o un buen ejemplo del calentamiento global. Lo cierto es que este bregado freelance, que trabaja para desde hace 18 años para la Reuters, aprovecha esta repercusión mediática -ha salido publicada desde el Wall Street Journal a medios chinos- para revindicar al «currante de caleya», al que es capaz de llegar a todo el mundo sin irse a guerras lejanas, solo mirando de otro modo la calle que cruza cada día.
Fue el 21 de noviembre. «Era un día muy raro para ser noviembre. Hacía calor y sol. La semana anterior ya había estado en el pantano de Barrios de Luna que estaba muy seco y parecía el desierto de Atacama. Así que pensé que podía hacer algo más. Llamé a la agencia, les dije que había gente en la playa en Asturias, algo muy raro para la época del año, porque tendría que estar nevando. Pregunté si hacía algo, con el enfoque del cambio climático. Me dijeron que sí», explica. Recogió todo el equipo, teleobjetivo incluido y se fue a San Lorenzo. Paseó por el Muro, sacó a gente bañándose en el Cantábrico, paseando a los perros, tomando el sol,... Y decidió continuar hacia el Tostaderu. Era una apuesta segura. Allí se encontró con la escena. Un grupo de mujeres muy morenas tomando el sol, muchas de ellas en toples, con un chaval en el medio, de pie, fornido y en una postura musculada. Primero tomó unas imágenes, robadas, desde lejos. Después se acercó.
Eloy Alonso decidió apostar fuerte y se acercó. Le gustaba lo que estaba viendo pero no quería hacer un robado. Prefería hablar con ellos, comentar lo que iba a hacer y pedir permiso. Se presentó. Contó que trabajaba para una agencia de fotografía inglesa y que estaba allí para hacer fotos sobre el cambio climático. Les preguntó si querían. Al principio el grupo protestó. Ya habían salido en algún medio sin que nadie les hubiera pedido permiso y eso les molestó. Hablaron un rato y Eloy Alonso les hizo una propuesta. Les pidió que se taparan las que estaban en toples o que adoptaran la postura que quisieran. Iba a quedarse 15 o 20 minutos por la zona e iba a tomar más imágenes. Les pidió que se olvidaran de él y que actuaran con naturalidad, como lo habían hecho hasta ese momento. Una chica joven, con un tatuaje de alas en la espalda se tumbó boca abajo. Algunas se taparon con un pañuelo. Otras se pusieron la parte de arriba del bikini.
El fotoperiodista asturiano pasó un buen rato en la zona y les disparó alternando con otras escenas, desde diversas posiciones y ángulos. «Cuando lo vi pensé que era como un bodegón», reconoce. Llegó a casa, descargó, trató y seleccionó las imágenes. Pasó a Reuters una selección de ocho o diez imágenes. El éxito comenzó en cuestión de minutos. «Nada más entrar en línea ya estaba entre el carrusel de las 24 mejores del día que hace la agencia. Eso ya ayuda a colocarla mejor. Pronto se coló en El País y de ahí al mundo entero, del Wall Street Journal a Paris Matcha, la revista Time, medios impresos italianos,... Ni siquiera Eloy Alonso recuerda de memoria todo el recorrido que ha seguido la imagen. En Instagram consiguió más de 22.000 likes. Obtuvo más de 500 comentarios de todos los pelajes. Desde alabanzas a la imagen a críticas a los protagonistas por el posible cáncer de piel que se pueden granjear o quejas de que esa sea la imagen que se vea de Asturias/Gijón en el exterior.
No es la foto técnicamente más complicada que haya sacado Eloy Alonso, habitual de los San Fermines y amante de los oleajes cantábricos, que hace incursiones fuera siempre que puede, como ha hecho recientemente con la crisis de Cataluña. Pero tiene algo especial. «No siempre cuadra la composición, el momento, y la luz, que son elementos fundamentales para los fotoperiodistas», explica. En este caso, destaca que es «una composición cerrada, con la figura central de él, con esa actitud, contra la pared, con una buena luz», argumenta. Tuvo que elegir la mejor. Esa en la que todos estaban como él quería que estuvieran. «Descarté muchas, sobre todo las del principio, cuando todavía miraban hacia mí porque se acordaban de que estaba ahí», comenta. Se califica como «un perseguidor del momento». Hay fotógrafos que cazan y otros que esperan. Eloy Alonso se autoclasifica entre los segundos.
«No hace falta ir a guerras. Hay otra parte del mudo que sigue funcionando. El cambio climático es nuestro día a día», insiste para tratar de explicar ese éxito mundial del Tostaderu, entre público del mundo que ni siquiera podría colocar Gijón en el mapa. No es la primera vez que Time se fija en su trabajo. Formar parte de Reuters permite esa proyección, aunque hay que competir con miles de compañeros. En 2016, también consiguió que la revista Time publicara una doble del Festival Aéreo de Gijón. Y Reuters ha elegido otra suya entre las 10 mejores del año, una de las que capturó en Cataluña. «No es la que yo hubiera elegido pero eso siempre depende de cada editor gráfico», explica. Por eso le emociona que Time haya valorado su imagen como una de las 100 mejores de 2017, porque su criterio tiene mucho prestigio dentro del mundillo.
Solo falta una cosa por analizar de las imágenes: el pie de foto. Lo recuerda el propio Eloy Alonso, mostrando esa faceta de fotoperiodista. «Tiene que tener un pie adecuado y, sobre todo, deber ser honesto», concluye, tal y como él mismo lo fue con los protagonistas, abrumados por el éxito. En los próximos días tiene pensado verles y regalarles una copia. Algunas imágenes tienen historia. La del Tostaderu es una de ellas.