
Un reciente estudio sitúa a la comunidad autónoma como la séptima donde mejor se vive en España. Los expertos señalan que no es un mal resultado y que el Principado supera a regiones con mayor renta y solo está por detrás de las mejor paradas en la financiación autonómica
10 dic 2017 . Actualizado a las 23:29 h.Siempre que una mala noticia económica azota Asturias, lo cual ha sucedido con frecuencia en los últimos 30 años, la réplica inmediata que han interiorizado los asturianos, desde las élites políticas hacia abajo, suena así: «Pero en la comunidad autónoma se disfruta de una gran calidad de vida». ¿Es eso cierto? Porque un amplio estudio presentado la semana pasada por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) pone en cuestión esa imagen. Según sus conclusiones, Asturias, considerada como lugar para vivir, está por detrás de seis regiones españolas y empatada con otras dos una vez que se aplica una larga serie de indicadores económicos y sociales para determinar el grado de desarrollo humano de sus sociedades y de satisfacción de sus habitantes. Y, sin embargo, sí es cierto que en la comunidad se vive razonablemente bien, aseguran los estudiosos que la conocen bien. Cuestiones distintas son que en otros lugares se viva aún mejor o que, por cuestiones relacionadas con el carácter regional, las respuestas a los encuestadores sean más cautelosas que entusiastas.
«Claro que hay otros que viven mejor y, sobre todo, con más recursos. Pero los asturianos sacan a su nivel de renta y a su financiación pública un resultado mucho mejor que la mayoría de las comunidades», resume el asturiano Francisco Llera, catedrático de Sociología de la Universidad del País Vasco y creador del Euskobarómetro, que también sigue en contacto profesional con la realidad regional. Este año ha presentado la actualización de la encuesta sobre el uso del asturiano que sirve de base para la acción y las propuestas de la Academia de la Llingua. Llera advierte sobre el uso de los resultados del estudio, que debe ser cuidadoso, porque se llega a ellos desde variables diversas y porque, además, en la percepción subjetiva de la calidad de vida entran en juego factores como el carácter, el clima social en el que se hacen las preguntas o las expectativas de futuro. «Uno puede vivir satisfecho porque ha mejorado su situación anterior, está conforme con lo que tiene y sabe aprovecharlo, y no aspira a mucho más», razona.
También Gilberto García Buelga, secretario de Política Institucional de CCOO-Asturias (el sindicato elabora de forma periódica estudios propios sobre el mercado de trabajo, la economía y el bienestar de los asturianos), evita el derrotismo. «Es cierto que existe cierto grandonismo asturiano y que a veces perdemos la perspectiva de lo que es la realidad de una región pequeña. A pesar de la crisis, que nos ha tocado el bolsillo y ha afectado a las pensiones y a los sueldos y la calidad de los trabajos, seguimos siendo una sociedad optimista. Tampoco hay que tomarse a la tremenda este estudio. Estamos los séptimos, no los últimos, y además hay poca diferencia entre quienes están mejor y quienes están peor. Incluso creo que la clasificación depende un poco de la idiosincrasia de cada región. Es poco creíble que Galicia salga a la cola. Quizá a algunos encuestados les da vergüenza responder que viven muy bien, porque eso suena presuntuoso», explica.
La publicación de los resultados coincide con las celebraciones del aniversario de la Constitución y con la reciente aprobación del cupo vasco, que han puesto de nuevo sobre la mesa el debate nunca resuelto de la financiación de las comunidades autónomas. Al fin y al cabo, las políticas para financiar el estado del bienestar y los servicios públicos, y para influir con ellos en la mejora de la calidad de vida de una región, son una cuestión de dinero e inversiones. Asturias, expone Llera, consigue el 77% del bienestar que se calcula para el País Vasco, pero su renta por habitante es solo el 64% de la que disfrutan los vascos y la financiación autonómica por habitante, aunque supera la media española, es más o menos la mitad de la que logra Euskadi. El Principado, por el contrario, supera en calidad de vida a Madrid o Cataluña. Su PIB por habitante es menor que los de esas dos comunidades, pero el sistema de financiación le favorece frente a ellas. La crisis económica, en todo caso, ha pasado factura, según el estudio valenciano. En los últimos diez años todas las comunidades han ido a peor en renta, empleo y vivienda. Solo la educación ha mantenido el paso en España.
Hay, por lo tanto, cuestiones políticas y financieras en el fondo de lo que se etiqueta como calidad de vida y, a primera vista, parece ajeno a las decisiones públicas. Establecer una clasificación es complejo y debe tener en cuenta todos esos factores. «En según qué indicadores, Asturias no está mal posicionada, pero tiene margen para definir prioridades, asignar mejor los recursos y, sobre todo, obtener mejor financiación para sus servicios públicos fundamentales. Nuestros grandes problemas son el envejecimiento de la población, la baja tasa de actividad y la pérdida de capital humano», señala Llera.
García Buelga está de acuerdo. Para aspirar a los niveles de desarrollo del País Vasco habría que disponer de sus recursos para elevar las inversiones en la sanidad, la educación y el resto de los servicios públicos. Asturias, sin embargo, no está en ese nivel. Las comparaciones más habituales se hacen con Aragón, que es una comunidad mucho más extensa con sus tres provincias, pero similar el Principado en el tamaño de la población y en su dispersión por núcleos rurales diseminados por todo el territorio con Zaragoza como centro urbano y polo de desarrollo. «Cuando se aborde la nueva financiación autonómica, los intereses que tenemos en juego son cruciales. Tenemos que asegurarnos de que el sistema garantiza un nivel de servicios igual para todos los ciudadanos y que tiene en cuenta que, en ciertos lugares, eso significa atender a una población envejecida y dispersa. Los costes se disparan, claro», añade.
Al dirigente de CCOO le ha gustado la imagen de la cumbre de los presidentes de Galicia, Castilla y León y Asturias, reunidos al principio de esta semana en Oviedo. «Por separado, somos tres regiones aisladas y con problemas, así que buscar la unión para afrontarlos me parece genial. Tenemos retos comunes de infraestructuras y es muy positivo formar una superregión para conseguir llamar la atención sobre nuestros problemas sociales, económicos y de servicios. A veces, se habla también de incluir al norte de Portugal y eso es positivo porque permite formar una región a ojos de la Unión Europea y conseguir el acceso a fondos comunitarios», defiende.