Eco por económica y ecológica. Así es la vivienda bioclimática con la que la arquitecta asturiana Eve Blanco, premiada en el reciente Greenweekend de Gijón, pretende que este tipo de hogares sanos para las personas y el medio ambiente sean más asequibles
20 dic 2017 . Actualizado a las 17:47 h.Abaratar la vivienda sostenible y hacerla más asequible para un mayor número de personas. Ese es uno de los objetivos del proyecto de vivienda esencial bioclimática que la arquitecta Eve Blanco presentó en el Greenweekend que se celebró recientemente en Gijón y que fue una de las tres ideas ganadoras de este encuentro en el que participaron una treintena de emprendedores asturianos con una docena de proyectos relacionados con el sector medioambiental. «Mi visión con este proyecto es producir un bien para la comunidad construyendo de forma responsable, ayudando a que se produzca un cambio social y a que las personas se conciencien de la necesidad de actuar contra el cambio climático», indica Blanco, que acumula más de 10 años de experiencia en bioconstrucción y construcción sostenible.
Lo novedoso de su proyecto, según añade, es precisamente que plantea un modelo básico de una minicasa de 50 metros cuadrados, lo mínimo que permite la normativa en Asturias, con técnicas del diseño bioclimático y la bioconstrucción a bajo coste. Algo que, de momento, no abunda precisamente en el mercado español. «La idea es innovadora porque al replicar la vivienda y sistematizar su construcción se abaratan los costes para vivir en un hogar sano y sostenible», explica Blanco, que indica que tampoco existen demasiadas viviendas edificadas en Asturias siguiendo los parámetros de la bioconstrucción.
Loft con lo básico para vivir y trabajar
Razón de más para promover su construcción a través de un proyecto que ofrece un mismo modelo, sí, pero que se puede ir adaptando a las necesidades de quienes residan en ella a lo largo del tiempo. «Es una vivienda esencial porque es un solo espacio. Un loft con lo básico para vivir y trabajar», resume Blanco, « la idea es que los habitantes la vayan personalizando a su gusto y según sus necesidades. De hecho, está pensada para que la familia crezca, cerrándose nuevos espacios con tabiquería, y la adaptes cuando surja esa necesidad, no antes. De ahí que sea esencial, porque es un cascarón inicial».
Otra de las características de este proyecto es el ahorro de energía, ya que está planteado para lograr al menos un 60% más de eficiencia a través de un diseño bioclimático pasivo y de la bioconstrucción. La vivienda, en este sentido, aprovecharía las condiciones climatológicas externas para acondicionarla térmicamente. «La bioclimática es una herramienta que utilizamos en arquitectura sostenible y, en esta vivienda, captaríamos la radiación solar a través de las cristaleras para acumularla en muros y suelos térmicos», explica Blanco, que añade que, al emplearse técnicas pasivas de bioclimática, no hay necesidad de domótica, que es más costosa y además requiere de un mantenimiento continuo.
60% de ahorro energético
Así, gracias a un buen aislamiento se evitaría que el calor acumulado en la minicasa se escape el exterior y, con ello, se consigue un consumo de energía casi nulo. «El consumo final de la calefacción sería casi nulo, y además, una casa que no consume es una casa que no contamina el medio ambiente», añade Blanco, que explica que también se podría aprovechar el agua de la lluvia introduciéndola en el circuito de fontanería para los tanques de cisterna.
La vivienda tiene una planta rectangular, doble altura y una construcción sencilla con una pequeña cocina, un baño y un dormitorio, además de una zona de altillo en la que pueden adecuarse otras estancias. «Había pensando en una cubierta vegetal pero no es posible en Asturias, con lo que será a dos aguas», explica la arquitecta, que indica que este proyecto está pensando para el norte de España. «Las características son similares. En Asturias necesitamos captar toda la radiación solar y, por ejemplo en León, protegerte del sol y refrescar tu casa. Sería otro modelo diferente», indica Blanco, en cuyo proyecto otra de las características fundamentales es la salud de las personas.
Para ello, emplea las técnicas de la bioconstrucción, con materiales ecológicos e incluso reciclados. «Nos creemos que en nuestras casas estamos a salvo de la contaminación y no es así. Los materiales empleados en la construcción tradicional emiten partículas tóxicas durante todo su ciclo de vida. El cemento, con el que están realizadas la mayoría de las viviendas, suele contener metales pesados como el cromo o el zinc; las pinturas y los barnices derivados del petróleo emanan elementos volátiles tóxicos como xileno, cetonas, tolueno…, y los elementos de PVC son altamente tóxicos sobre todo en su fabricación y en su combustión», explica. Ella misma, cuando reformó su vivienda hace más de una década, descubrió que era alérgica a estos materiales y, al hacerse más consciente del problema, decidió dedicarse a la bioconstrucción. «Esta vivienda puede servir para personas con el síndrome de sensibilidad química», indica.
Fardos de paja entre madera para aislar la vivienda
Un ejemplo de los materiales reciclados que se utilizarían en este proyecto son precisamente los aislantes, con muros formados de paneles sandwich hechos con madera y fardos de paja. «Se acabó el cuento de los tres cerditos», dice Blanco para explicar que la paja tiene una capacidad de aislamiento térmico elevadísima. «Las casas que emplean paja son una solución muy eficaz y económica. Es un material ecológico, reciclado, económico y muy eficiente», insiste.
En el Greenweekend los participantes tenían que presentar un proyecto de negocio viable y verde. Y, en este caso, el diseño de la vivienda se complementaría con un servicio integral de todo el proceso de construcción. «De esa manera se simplifica y se controla que se cumplen todos los parámetros de la bioconstrucción», indica Blanco, que no pasa por alto que, en ocasiones, pueden acabar desvirtuándose. E incluso lo ha planteado para asesorar también en el caso de que hubiera que adquirir una parcela para construir la casa, sobre todo teniendo en cuenta que «es importante que tenga unas características en cuanto a soleamiento y orientación para la bioclimática». En los próximos meses, Blanco trabajará en la construcción de la maqueta y del modelo 3D de esta vivienda que, en el equipo de trabajo que se formó en el Greenweekend, recibió del nombre de Kalmak: «En turco significa espacio habitable, y además evoca a calma».