
El Hotel Tres Cabos está diseñado para que cada cliente experimente una estancia memorable frente a la espectacular vista del mar en la zona de Luarca
27 nov 2017 . Actualizado a las 17:22 h.

El sonido del Cantábrico más puro levanta todas las mañanas a los huéspedes del Hotel Tres Cabos, una Casona Asturiana donde la calidad y el diseño se sienten en cada esquina. Detrás de este hotel se encuentra Tomás Bernar, un hombre que, ante todo, se esfuerza para que cada cliente que pise Tres Cabos disfrute de una estancia difícil de olvidar.
Nacido en Bilbao, se fue a trabajar a Madrid dentro del mundo audiovisual como jefe de producción. Tras 15 años de estrés madrileño grabando publicidad, documentales, televisión y largometrajes, decide cambiar de aires y escapar. «Yo ya había tenido la oportunidad de conocer prácticamente toda España por trabajo y cuando tomé la decisión de desaparecer de Madrid para iniciar este proyecto, que en principio iba a ser más modesto, ya tenía claro que el Principado de Asturias era mi lugar», comenta. Bernar se vino con la idea de buscar una casita para arrancar un proyecto de casa rural y, tras mucho buscar, acabó en Luarca, una zona que «no estaba donde yo quería ubicar el proyecto pero acabó siendo la elección perfecta», asegura.
En Tres Cabos no falta nada, ni siquiera historia, ya que fue construida por un asturiano que emigró a México hace algo más de 100 años. «La casa en sí ya tenía su porte, su antigüedad, y lo que empezó con la idea de una casita rural acabó por convertirse en un hotel rural por la calidad y la envergadura que el proyecto pedía», cuenta Bernar. «Nos embarcamos en una reforma bastante potente, reconstruimos una parte nueva, con el salón-comedor que tiene ese gran ventanal que da al Cantábrico y así arrancamos hace ahora casi ocho años. De hecho, hemos empezado obras de ampliación del hotel», que de seis habitaciones dobles, -tres de las cuales pueden ser triples-, pasará a contar con otras tres habitaciones triples con vistas al mar.

La ubicación es uno de los puntos más destacados de este hotel rural. «Es espectacular», afirma Bernar, «aquí la gente cuando llega se queda con la boca abierta. Estamos a 400 metros sobre el nivel del mar y muy cerca de la línea de costa -a unos cinco kilómetros en línea recta-, lo que nos proporciona unas vistas del Cantábrico espectaculares, que incluyen los tres cabos que dan nombre al hotel: Cabo de Busto, Vidio y Peñas. Ese es el primer gran acierto». Y luego, hay mucha dedicación, mucho tiempo de discurrir y muchas horas dando vueltas a cada detalle desde el momento de la obra al diseño de interiores, hecho por el propio Bernar. «Todo está muy pensado desde el origen para que el cliente se encuentre todo a mano, con comodidad. Además, cada reforma se ha hecho siempre intentando evitar los estereotipos hoteleros para que la gente se sienta más como en casa de un amigo que en un hotel. Hay mucho mimo a la hora de equipar, decorar y crear sensaciones con el propio lugar más allá de la ubicación», mantiene.

Y es que hay una labor muy importante de trato con el cliente, de cercanía, «para que siempre quede bien claro que hay mucho interés por cada uno de nuestros clientes para que obtengan una experiencia única y para recordar durante mucho tiempo», afirma Bernar.
De cara al futuro, las ambiciones de Tres Cabos están sobre el terreno. «Subiremos el número de habitaciones a nueve, dada la amplia demanda que tenemos, pero sin vistas a seguir ampliando porque consideramos que a partir de cierto número se empieza a perder la gracia y la exclusividad del lugar. Por eso aspiramos a vender cada día más, salir de la estacionalidad -aunque es cierto que en invierno muchos de los fines de semana estamos llenos-, seguir subiendo fuera de temporada y que siga viniendo gente a disfrutar», cuenta Bernar. Aspecto que no será difícil para sus huéspedes en un entorno tan especial.