La tranquilidad de una casona con tres siglos de antigüedad a las puertas de Gijón

Roberto Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

La Quinta Duro cuenta entre su decoración curiosidades como la Copa de los Pirineos, dada al primer hombre en cruzarlos en globo

27 sep 2017 . Actualizado a las 13:17 h.

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Casonas

A las afuera de Gijón, a tan solo tres kilómetros de la playa de San Lorenzo y en pleno centro del Principado, luce un edificio con más de 300 años a sus espaldas que ahora sirve de acogida para turistas. Se trata del lujoso hotel rural Quinta Duro, enclavado en una finca de arboleda milenaria y su gerente, Jesús Velázquez, cuenta que «los clientes lo que buscan es la tranquilidad y la calidad del sueño. Es una finca de 20.000 metros cuadrados y con un magnífico jardín. Apenas hay ruidos y tiene la ciudad al lado».

La Quinta Duro suele contar con visitas principalmente de parejas, aunque también a veces van grupos familiares. Velázquez comenta que «el 90% de los clientes, más o menos, son españoles. A veces vienen extranjeros, según la época del año. La mayoría es gente mayor, por el tipo de hotel que es. La gente joven suele buscar otro tipo de alojamiento en el centro de la ciudad». El hotel cuenta con once habitaciones dobles de las cuales seis tienen cama de matrimonio. Además va incluido el servicio de desayuno.

La decoración de este lugar es bastante especial, el propio Velázquez cuenta que «el mobiliario es el original que tenía la casa en 1863, cuando la compró Pedro Duro, salvo alguna pequeña excepción». Paseando por las zonas comunes se pueden encontrar reliquias como la Copa de los Pirineos, ganada por Jesús Fernández Duro por ser el primer hombre en cruzar los Pirineos en globo en 1906. «Estuvo expuesta en el Niemeyer y también en la Fundación Telefónica de Madrid, y por suerte ahora la tenemos aquí». Además en la Quinta Duro también se pueden encontrar esculturas de Mariano Benlliure, creador del siglo XIX.

Fuera de las paredes del hotel, el entorno que rodea a la Quinta Duro está plagado de interesantes lugares que visitar. «Lo más cercano es el jardín botánico y la Universidad Laboral, que a la gente le gusta mucho. Gijón está al lado, por lo que todos sus museos y el acuario están accesibles. Pero desde aquí también es un buen punto para hacer excursiones tanto a Oriente como a Occidente, ya que tenemos conexión con la autovía A-8», explica Velázquez.

Por último, la Quinta Duro también gestiona actividades fuera de su recinto, como la visita al Llagar Trabanco, donde se puede disfrutar de la elaboración de la sidra. «Nosotros además tenemos aquí bicicletas eléctricas para alquilar a los clientes alojados y colaboramos con empresas de aventuras de Arriondas y Cangas de Onís, que facilitan realizar el Descenso del Sella y otras actividades de aventura». En resumen, un hotel fantástico donde poder disfrutar de la tranquilidad a pocos kilómetros de la urbe.