Una de las redes más activas de la lucha clandestina contra los ocupantes nazis llevó el nombre de «Cohors-Asturies». Stephane Hassel, el padre de los «indignados» le puso nombre
11 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Al paseante español que acaba de ascender hasta el bosque de Villandry -la parte más alta de los hermosos jardines del castillo del mismo nombre junto al río Cher, en pleno Val de Loire francés-, las dos palabras en la lápida frente a él no pueden menos que llamarle la atención de puro inesperadas: «Cohors Asturies». Y más si procede de la propia Asturias. Se las ha topado inscritas en una placa de mármol plantada al principio del camino que se adentra en una de las laderas de la arboleda desde donde se domina el espléndido conjunto de la finca palaciega, propiedad todavía de unos descendientes de españoles, los Carvallo. Está dedicada precisamente a uno de ellos. Bajo el rostro en relieve de un tal Édouard «Martin» Carvallo, la lápida le honra, citando su nom-de-guerre, como jefe de una de las redes de la Resistencia francesa en la zona, recuerda su apresamiento en el propio castillo de Villandry en 1943 y su muerte a manos de los nazis en Grobzig (Alemania) en 1945. Hace las veces de sepulcro para un cuerpo que acabó en una fosa común y jamás fue recuperado. A su lado, varios supervivientes del campo de trabajo de Langenstein plantaron hace unos años un joven roble («carvallo en español», informa un panel explicativo en francés e inglés) nacido en el mismo suelo alemán en el que murió quien fuera «jefe de la red Cohors Asturies "Turena-Oeste"». Pero, ¿qué fue esa «Cohors Asturies»? ¿Por qué esa referencia a Asturias para nombrar a uno de los «ejércitos secretos» franceses de la Segunda Guerra Mundial?
En principio, podría pensarse en alguna alusión al recuerdo de la Asturias revolucionaria de 1934 o quizá a la última región en caer en poder de Franco cinco años después. Al fin y al cabo, no pocos de los exiliados republicanos acabaron batallando junto a los franceses o los aliados, en la clandestinidad o en los ejércitos regulares, como los legendarios españoles de «La Novena» división del general Leclerc que encabezaron la entrada en París la víspera de su liberación. Por otra parte, resulta muy verosímil que Asturias figurase en la mitología política y sentimental de hombres y mujeres como los que urdieron en 1942 la Cohors-Asturies; personajes como el filósofo, matemático y activista de izquierdas Jean Cavaillès, a quien le fue encomendada desde el cuartel general de De Gaulle en Londres -el Bureau Central de Renseignements et d'Action Militaire, BCRAM- la organización de la resistencia en la zona norte de Francia, una de las tramas más activas y eficientes del movimiento contra la ocupación nazi. Inicialmente, recibiría el nombre de «Cohors» y en 1943, tras la traición, captura, tortura, juicio y fusilamiento de Cavaillès, pasó a llamarse simplemente «Asturies», y posteriormente se la cita por la composición de esas dos denominaciones, tal y como figura en la lápida de Édouard Carvallo: «Cohors-Asturies.» ¿Pensaban en la Asturias roja los resistentes franceses?
La hipótesis no es correcta. El nombre no fue puesto por ninguno de los partisanos de la red ni tampoco alude a la Asturias del siglo XX. Al menos, así se deduce de testimonios sobre la Cohors-Asturies como el de Gilbert Baudry, veterano de las Forces Françaises de l'Interieur (FFI) que atribuye el nombre a la ocurrencia de un «erudito» adjunto en los cuarteles franceses en Londres: el también excombatiente y exdiplomático Stéphane Hessel. Un nombre bien conocido en España por ser el autor de ¡Indignaos!, aquel ensayo político que se convirtió en un inesperado éxito editorial y alimentó ideológicamente una parte del movimiento del 15-M, inspirando de paso la peregrina denominación de indignados para sus movilizados.
Según Baudry, fue Hessel quien se inspiró a su vez en «la historia militar romana y griega» para bautizar las distintas divisiones territoriales y niveles de acción de la resistencia; en francés, Cohors, Phalanx, Manipule y Phratrie. Curiosamente, solo en el primer término hay una referencia territorial añadida, según Baudry: Cohors-Asturies, que «era la región romana que ocupó el norte de España, Asturias incluida».
No deja de tener su ironía -incluso su punto de inconveniencia, aunque nunca se sabe en el retorcido mundo del espionaje- que Hassel tomase el nombre prestado de un ejército invasor y no del invadido para bautizar una sección de la Resistencia antinazi. La referencia a Asturias estaría, en todo caso, justificada por una analogía geográfica: el hecho de que la Cohors-Asturies fuese a operar también en la zona noroeste de Francia. Aunque también es verdad que el autor del nombre tenía para elegir otras denominaciones, ya que la provincia Asturica de los romanos solo abarcaba una franja del noroeste peninsular: quedaban Lucus Augusta, Bracara, Clunia… También choca la elección del término francés Asturies -que por otra parte suena tan asturianu- en lugar del latino Cohors Asturum que en efecto ostentaron las distintas unidades militares romanas que operaron en el actual territorio asturiano.
Sea como fuere, el nombre «Asturies» no aparece vinculado a la red Cohors hasta después de la muerte de Jean Cavallès y el liderazgo de su sucesor, el también filósofo y también malogrado Jean Gosset. A partir de ese momento, como confirman historiadoras de la Resistencia como Marie Granet, la red seguiría operando hasta la victoria aliada bajo esa alusión permanente a una región que nada tenía que ver en principio con aquella guerra. Aunque de una forma tan accidental como esa, el nombre de Asturies cobró un significado singular para aquellos resistentes que se agruparon bajo su sombra para espiar, sabotear y combatir.
Hombres y mujeres como el desaparecido y recordado Édouard Carvallo quien quizá viese algo aún más cercano en ese nombre, ya que algo de sangre española tenía en sus venas como descendiente del médico extremeño que restauró el palacio y los jardines donde ahora se le recuerda. No deja de ser otro nudo casual con Asturias que ese joven «carvallo» que le recuerda sea también el árbol tutelar de la capital asturiana.