
Los concejos rurales de Asturias afrontan un momento clave para su futuro. Reclaman más inversiones para frenar su declive
12 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.No hay ninguna posibilidad de entender mal cuál es la primera prioridad en el mundo rural: empleos que permitan a los jóvenes quedarse en sus pueblos y garantizar la continuidad de las familias y las poblaciones. Porque, fuera de las autovías y del hongo de contaminación que sobrevuela el continuo urbano del área central, existen concejos en los que jamás se ha visto un polígono industrial y un proyecto con gran potencial de empleo puede ser no más que una pequeña empresa agraria o del sector alimentario con trabajo para cuatro o cinco personas. «La gente joven tiene que luchar contra los elementos para no marcharse. Para nosotros, los mayores, es distinto. La mayoría estamos encantados de vivir en nuestros pueblos de siempre», apunta el alcalde de Pesoz, José Valledor.
La vida cotidiana en su municipio -dispersa en varios pueblos muy pequeños- impone rutinas muy distintas de las que siguen los habitantes de las áreas urbanizadas. Solo hay un bar, el panadero sigue haciendo las rutas de reparto como hace año, las tiendas y el colegio están en Grandas de Salime y solo se puede llegar hasta allí en coche, el médico de la sanidad pública solo pasa consulta un día a la semana y el hospital de la comarca está en Jarrio, en el concejo Coaña, a una hora de distancia por la peligrosa carretera que remonta el valle del río Navia. Se puede resumir todo en un aviso de luce en la web municipal, convertida en la versión moderna de un tablón de anuncios. Los vecinos que necesiten renovar su DNI este año solo tienen tres fechas disponibles sin emprender un desplazamiento largo: los tres días en que un equipo móvil de la Policía acudirá a Grandas de Salime para atender a los habitantes de la comarca.
Porque Grandas, al fin y al cabo, está cerca. Solo hay diez minutos por carretera. El problema es otro. Aunque multiplica por ocho la población de Pesoz, el concejo de Salime, que supera por los pelos el millar de habitantes, sigue siendo un lugar pequeño, rural y aquejado por los mismos males del envejecimiento y la despoblación que han diezmado la población de Pesoz. En el censo de 1901, su ayuntamiento contaba más de 900 vecinos. Hoy son 170 y la falta de nacimientos no invita a pensar que el declive vaya a frenarse.«Necesitamos los medio de la comunidad autónoma y del Estado. Si no, el futuro no es halagüeño. Podrían centralizarse menos las subvenciones, pensarse una fiscalidad distinta para el medio rural, mejorarnos las comunicaciones», señala su alcalde. Las actividades tradicionales ligadas a la agricultura y la ganadería, el aprovechamiento forestal y un intento incipiente de explorar el potencial del turismo rural constituyen toda la base económica de Pesoz.
En los pueblos todo puede ser difícil. Incluso ir al médico. Para muchos vecinos, ancianos con movilidad reducida que jamás han tenido carné de conducir, resultaría imposible llegar hasta el local municipal que sirve de consultorio sin el transporte gratuito que también paga el ayuntamiento. Los recoge en sus pueblos, los lleva a ver al doctor y los devuelve a sus casas. Tampoco es fácil intentar convertirse en empresario. «Para los jóvenes, es más fácil abrir una tienda en Navia. Aquí somos 170, nada tiene mucha demanda», señala el alcalde, presidente de una corporación con solo cinco concejales, como corresponde a todos los ayuntamientos que tienen entre 101 y 500 vecinos. En su mandato le gustaría llegar a poner en marcha un viejo proyecto que no acaba de arrancar: una empresa de derivados de la madera que pueda transformar una materia prima abundante y crear empleos industriales en el concejo.
La mayoría de esos desafíos despiertan ecos en Sobrescobio, pero también resaltan una diferencia importante. De los 17 concejos asturianos con menos de 1.000 habitantes, el del Alto Nalón (859 habitantes) es el único que ha ganado población en la última década. La vicealcaldesa, Tensi Carmona, cree que puede fecharse con bastante precisión el origen de esa recuperación. Empezó hace 20 años con la declaración del parque natural de Redes (ahora es también Reserva de la Biosfera), cuyos terrenos comparten Sobrescobio y Caso. El flujo de visitantes y turistas que genera ese espacio, los negocios que funcionan a su alrededor, más la industria agroalimentaria y el intento de desarrollar un polígono industria son la base económica del concejo.
Con respecto a Pesoz, tiene también una ventaja geográfica y unas comunicaciones más sencillas. El corredor del Nalón les ofrece una salida aceptable que permite a algunos vecinos trabajar en el área central sin dejar de vivir en sus pueblos. La población, además, no está tan dispersa. Sobrescobio no es un concejo con muchos pueblos. Tiene su consultorio médico y una escuela, integrada en un colegio rural agrupado, en la que en estos últimos cursos se ha visto una cantidad de niños desusada. La construcción de 15 viviendas sociales y la aprobación de una tasa reducida para la licencia de obras de los menores de 35 años que edifiquen su primera residencia en el concejo han ayudado a la formación de familias jóvenes y con hijos. «Antes los nacimientos eran algo excepcional. Algunos años no había ninguno. Ahora vuelve a haber niños», apunta la vicealcaldesa. «Nosotros nos esforzamos por ofrecerles calidad de vida. Tenemos biblioteca, telecentro, piscina y actividades infantiles en verano y añadimos todos los servicios que podemos. Hay una beca para que la escuela compre todos los materiales que necesita»
Pero, aunque el estado de ánimo en Sobrescobio sea bueno por esa tendencia positiva, nadie quiera lanzar las campanas al vuelo. Las oscilaciones son tan pequeñas que cualquier revés puede mandar la población otra vez hacia abajo. Y hay problemas muy parecidos a los de Pesoz. Falta transporte público para que los mayores tengan más capacidad de moverse. Y las telecomunicaciones no son buenas. El acceso a internet da problemas y tiene puntos ciegos, un obstáculo importante para las empresas y para crear un sector turístico en condiciones. «El Gobierno central debería pedir muy en serio a las compañías telefónicas que hagan inversiones en el mundo rural. Es algo básico y de ello dependen muchísimas otras cosas hoy en día», argumenta Collada. Todo sea por crear empleo. Porque se ha demostrado que otra vía, la que intentó Ponga al comienzo de esta década, se atasca. El concejo ofrecía una vivienda a las familias con hijos que acudieran a empadronarse, pero el programa nunca despegó y ya se ha abandonado. Tener un techo es solo una de las dos patas para que la gente se quede en los pueblos. La segunda es tener un trabajo viable a mano. Y por ahí cojea Asturias.