Ganchitos y litronas: así se gestó Podemos

Pablo Batalla Cueto GIJÓN

ASTURIAS

Emilio León interviene durante la presentación de Podemos en la biblioteca del Fontán en enero de 2014.Emilio León interviene durante la presentación de Podemos en la biblioteca del Fontán en enero de 2014
Emilio León interviene durante la presentación de Podemos en la biblioteca del Fontán en enero de 2014

Segundo González, Emilio León y Daniel Ripa recuerdan la fundación de Podemos, de la que se cumplen tres años

22 ene 2017 . Actualizado a las 20:06 h.

Podemos tiene, como todos los partidos políticos, partidarios entusiastas y acérrimos detractores, pero existe al menos una cosa en la que todos están de acuerdo: su irrupción en la escena política española saldrá en los futuros libros de historia. La expresión «patear el tablero», que en la jerga que Podemos ha desarrollado para explicarse a sí mismo y glosar su historia se utiliza con cierta frecuencia, parece ciertamente una metáfora apta para ilustrar lo que la aparición de la formación morada ha supuesto para el país. De ella se acaban de cumplir tres años. Fue el 17 de enero de 2014 cuando, en un acto multitudinario en el madrileño Teatro del Barrio, Pablo Iglesias, entonces rutilante estrella de las tertulias políticas televisivas, presentó un nuevo partido que aspiraba a entrar en el Parlamento Europeo en las elecciones a celebrar en mayo como «un método participativo abierto a toda la ciudadanía» llamado a «convertir la indignación ciudadana en cambio político» a través de «la decencia, la democracia y los derechos humanos».

Sentado entre el público de aquel acto había al menos un asturiano: el economista allandés Segundo González, hoy uno de los dos diputados astures de la formación, que en aquel entonces vivía en Madrid y era un miembro muy activo del movimiento Juventud Sin Futuro y de otros movimientos sociales emergidos del magma del 15-M. Él era una de las en torno a treinta personas que desde otoño de 2013 habían ido dando forma al proyecto, en su caso ocupándose del área de finanzas y transparencia y de la campaña de crowdfunding que el partido puso en marcha para impulsarse en aquellos sus primeros meses de existencia. González recuerda con nostalgia aquellas primeras reuniones previas a la puesta de largo en el Teatro del Barrio. «Eran», evoca con una sonrisa, «en pisos compartidos de gente vinculada al proyecto, comiendo ganchitos y bebiendo cervezas de litrona; después ya empezamos a mantener reuniones más formales en una librería que tenían los compañeros de Izquierda Anticapitalista en Madrid».

El día de la presentación en el Teatro del Barrio, el hoy diputado lo recuerda como de «enorme nerviosismo: no sabíamos la repercusión que aquello iba a tener, porque no teníamos precedentes, y fuimos al teatro con miedo a que resultara un fracaso. Al final», recuerda González, «no cabía la gente en el teatro: había una cola infinita, y fue entonces cuando nos dimos cuenta de que habíamos pateado el tablero» (he aquí la consabida expresión) «y sentado las bases para un cambio radical del sistema político».

El Fontán y el Jovellanos, Teatros del Barrio asturianos

Con aquella puesta de largo, Podemos dio el pistoletazo de salida a un vertiginoso proceso de fundación de sucursales, los famosos círculos, en las distintas comunidades autónomas. En el caso de Asturias, los focos periodísticos se dirigieron a La Madreña, el centro social autogestionario que por entonces funcionaba en Oviedo y que sólo unos días antes de la presentación en el Teatro del Barrio había celebrado una mesa redonda en la que se había debatido sobre la posibilidad de fundar una Syriza asturiana. Eran los días en que Alexis Tsipras todavía enamoraba a la izquierda europea y los parroquianos del centro social ovetense veían con ilusión la posibilidad de emular a los griegos y «lanzar una confluencia de actores que aprovecharan la crisis de régimen para poner fin al gabinismo en Oviedo, al predominio de la FSA en Asturias y al bipartidismo en España», recuerda Emilio León, entonces el más conocido de los activistas vinculados al proyecto de La Madreña y hoy diputado autonómico.

La Madreña había traído también a Oviedo en otros actos diversos a Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, y cuando Podemos comenzó a gestarse la llamada a los impulsores del centro social autogestionario fue rápida. «Asturias fue el segundo lugar del Estado, tras Zaragoza, en el que se presentó Podemos después del acto en el Teatro del Barrio: la densidad de firmas recogidas fue más importante aquí que en otras regiones», recuerda asimismo León, que evoca con nostalgia parecida a la de Segundo González los actos con los que la nueva formación replicó en Asturias el del Teatro del Barrio tras una primera asamblea de tanteo: uno en la biblioteca del Fontán, en Oviedo, y otro en el colegio público Jovellanos de Gijón. Del de Gijón, en concreto, Daniel Ripa, hoy secretario general de Podemos Asturias, recuerda que «el salón de actos del colegio se desbordó, con casi mil personas asistiendo y participando con la ilusión de devolver el golpe en las urnas a unas élites políticas que no estaban asumiendo ninguna de las demandas sociales del momento y cambiar la correlación de fuerzas».

Fundado el partido, la campaña para las europeas se encaró con el objetivo de conseguir uno o dos eurodiputados: ni en las previsiones más optimistas se esperaba obtener los cinco que Podemos consiguió finalmente, aunque a medida que la fecha de los comicios fue acercándose sí que fueron apareciendo signos de que el proyecto podía resultar más exitoso de lo esperado. Ripa recuerda en este sentido un concierto que, el día antes de los comicios, se celebró en Cerredo, la capital minera de Degaña: «Era un grupo de folk-rock local, y cuando el concierto acabó, el cantante agarró el micrófono y gritó: “¡Y mañana, podemos!”. Que en Cerredo, que no es precisamente el centro de Asturias, un grupo folk pidiera el voto para Podemos fue lo que a mí me hizo pensar que el boca a boca había funcionado, que Podemos ilusionaba y estaba en el ambiente y que podía haber alguna sorpresa. Aquel mismo día, además, me había llamado Europa Press para pedirme el teléfono de Tania González, que iba de número seis, por si salía elegida», recuerda Ripa, hoy diputado autonómico.

Lo que sucedió después es sobradamente conocido: los cinco eurodiputados se quedaron cortos cuando al año siguiente los comicios municipales y autonómicos otorgaron a la formación varias alcaldías importantes, y aún más cuando las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015 colorearon de morado 69 escaños del Congreso de los Diputados. Y todo comenzó con unos ganchitos.