«La palabra satánica es marihuana, sobre la que existe una gran desinformación», asegura el biólogo Tao del Valle, que abrió uno de los primeros bancos de semillas de cannabis en España
12 dic 2016 . Actualizado a las 10:07 h.El debate sobre la despenalización de la marihuana parece imparable en buena parte del mundo. En las últimas elecciones de Estados Unidos, también se votaban otras propuestas y en cinco estados se apoyaba la legalización del cannabis para uso lúdico. En países como Uruguay consumirla y cultivarla es legal. En otros, como Canadá o Chile, se ha regularizado el consumo terapéutico. E incluso en España, antes del largo periodo postelectoral que dejó in albis al país, eran varias las formaciones políticas que abogaban por su legalización. «En España hay un vacío legal, pero algunas comunidades autónomas fueron pioneras en crear clubs de consumo compartido», recuerda Tao del Valle, que a principios de la década del 2000 abría uno de los primeros bancos de semillas de cannabis del país en Asturias.
La ambigüedad legal del cultivo y consumo del cannabis crea situaciones que pueden resultar paradójicas. «Existe un vacío legal que te permite consumir pero no tenerlo y, cuando las cosas no están muy claras legalmente como es el caso, surgen oportunidades de saltarse la ley. O existe la prohibición o no existe. La sociedad lo demanda, pero las leyes no se cambian y, aunque algunos grupos políticos lo llevaban en sus programas electorales, las concepciones eran muy tibias», considera Ángel Meana, que preside Llerbastur, una asociación de consumo compartido con sede en Avilés que se creaba hace seis años. La demanda social viene impulsada sobre todo por los usos terapéuticos de la marihuana, con cada vez más pacientes que la utilizan para sus dolencias, como indican, cada uno desde su escenario, Meana y Del Valle.
Mercado negro, encarecimiento y productos químicos
Meana considera que nadie se atreve a plantear el debate en España seriamente. «Y la solución es la legalización. Ganaría el propio Estado, puesto que se pagarían impuestos, y se eliminarían elementos indeseables puesto que, como en todos los productos al margen de la ley, hay gente que se aprovecha y trafica a gran escala. Se quitaría de en medio todo ese mercado negro».
Un mercado negro que, además, ha propiciado no solo el encarecimiento del producto, sino también una merma de la calidad: «Como es una planta que está sujeta a plagas, quienes la tienen a gran escala le aplican productos químicos y tóxicos para solucionar el problema. Si estuviera legalizado, habría más control sanitario».
Tao del Valle puso en marcha Asturjaya, la empresa con la que comercializa semillas de hasta 12 variedades ecológicas, gracias a una ley promulgada durante la dictadura franquista que permite a quienes tienen la titulación adecuada solicitar el cultivo de plantas venenosas, tóxicas o prohibidas. Del Valle es biólogo e ingeniero agrícola. «Estuve 30 años viajando por el mundo y coleccionando semillas», explica, indicando que ha ido haciendo cruces entre machos y hembras para acortar los periodos de floración y adaptarlas al clima asturiano. El trabajo genético que sigue es natural y ni siquiera utiliza invernaderos para el cultivo. «Con las semillas manipuladas genéticamente se nos rompió a nosotros la progresión», lamenta, «empezaron a utilizar químicos para revertir el sexo de la planta porque los transgénicos garantizan que el 90% tendrá descendencia femenina y ahora se dan cuenta de que son malas para la salud. Como si a un enfermo le dieras soja transgénica».
Proliferación de grow shops
En España, no solo se pueden comprar semillas sino que además proliferan las grow shops, que son las tiendas especializadas en el cultivo de marihuana. «Las semillas se pueden vender, de colección, porque la gente las colecciona», indica Del Valle. Los grow shops comienzan a abrir gracias a ese vacío legal en torno al cannabis. El cultivo no es delito si es para autoconsumo, en principio siempre y cuando no se venda a terceros. Y, aunque no hay nada estipulado sobre cantidades, lo que está permitido es el cultivo para autoconsumo durante un año. Meana trae a colación el titular de una entrevista que hace años se le realizaba a un fiscal antidroga en la que decía que no era delito tener entre dos o tres plantas. «Las tiendas grow están proliferando y no hay ninguna cortapisa para la comercialización de los productos que se utilizan en el cultivo. Es legal», recuerda Meana. En Asturias, existen alrededor de una veintena de este tipo de tiendas.
La ley Mordaza introdujo algunos cambios. Por ejemplo, se castiga el autocultivo si es visible. Prima, por tanto, ser discreto. Y establece como falta grave el consumo o la tenencia ilícitos de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas, aunque no estuvieran destinadas al tráfico, en lugares, vías, establecimientos públicos o transportes colectivos. En la calle, en definitiva, «no puedes llevar nada; se han dado casos de multas por una colilla de entre 300 y 600 euros», indica Del Valle, que también es mariscador y etnobotánico de plantas medicinales. «Solo de las semillas no se vive. Sería más negocio si estuviera normalizado. La empresa crecería más y podría meter más gente», considera. En 2012, incorporó cinco nuevas variedades de semillas con motivo del aniversario de Asturjaya. Se venden en envases de 17 o 15, puesto que calcula que entre un 2 y 5% saldrán machos. De las hembras se obtienen los cogollos que se consumen una vez secos debido a una mayor concentración de cannabinoides. Los dos mas abundantes en general son el cannabidiol (CBD) y el tetrahidrocannabinol (THC), al que se achacan los efectos psicoactivos del consumo.
Usos terapéuticos
«La palabra satánica es marihuana, sobre la que existe una gran desinformación», asegura Del Valle, «los cannabinoides son compuestos únicos y, en nuestro cuerpo, en todos los órganos importantes hay unos receptores para los cannabinoides». Pone un ejemplo fácil de entender: cuando alguien sufre un accidente o recibe un golpe, el cuerpo humano genera sustancias parecidas a la morfina que mitigan el dolor en primera instancia. Menciona además las investigaciones que se están llevando a cabo en la Universidad Complutense de Madrid sobre los usos terapéuticos de los cannabinoides y, en concreto, estudios clínicos para establecer si el THC y el CBD, ademas de tener efectos paliativos, atacan los tumores y tienen utilidad como agentes neuroprotectores en enfermedades neurodegenerativas.
La marihuana es una variedad del cáñamo, una planta que lleva siglos ligada al hombre por sus innumerables usos industriales y medicinales. Pese a la prohibición de todas las variedades del cannabis a principios del siglo XX «por intereses económicos», las propiedades terapéuticas son muy diversas y en buena medida han propiciado una corriente a favor de la legalización. «Se empezó utilizando para la quimioterapia, porque quita las náuseas y abría el apetito, y ahora se están dando cuenta de que cura», indica Del Valle, mencionando también el uso medicinal en pacientes con esclerosis, reumas, artrosis o migrañas en racimo, «que no hay fármacos para ello». Además, como buen conocedor de la planta, explica que en verde tiene muchos nutrientes y se utiliza en ensalada y batidos. «En verde no es psicoactivo, solo medicinal», aclara, explicando que los enfermos terapéuticos consumen también las diferentes variedades que existen mediante vaporizadores o en aceite de oliva.