La historia del Principado está repleta de acontecimientos sin una aparente explicación. Algunas obras recogen los más destacados durante siglos
30 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.«Bolas de fuego recorren el norte de España esta madrugada. Numerosos internautas presencian cuerpos incandescentes en el cielo en Galicia, Asturias, País Vasco, Cantabria y Castilla y León». Así titulaba La Voz de Asturias una información hace unos días sobre un suceso que había despertado gran curiosidad. Apenas unas semana antes, el Ministerio de Defensa subía a su biblioteca virtual 80 informes desclasificados, denominados Expedientes OVNI, sobre avistamientos. Uno de ellos había sucedido en el año 1969, en el recién estrenado aeropuerto de Asturias. La explicación más probable a aquel alarmante documento, firmado por el director de la terminal, es que el objeto no identificado era, en realidad, un globo sonda. No son dos hechos aislados en la historia del Principado, en la que también hay un importante hueco para seres mitológicos, apariciones extraterrestres y leyendas desaparicionistas.
Algunos de estos casos aparecen reseñados en Asturias Paraíso Sobrenatural, una obra escrita por el historiador Antonio Fontela, que descubrió su fascinación por lo paranormal sentado en las aulas de la Universidad de Oviedo, mientras asistía a la clase de Historia de las mentalidad y religiosidad porpular durante la Edad Media que impartía Javier Fernández Conde a finales del siglo XX.
Pelayo y las Vírgenes
No hay ninguna historia tan conocida y tan marcada a fuego en el imaginario colectivo asturiano como la del Pelayo y la Virgen de Covadonga. En teoría, la imagen se le apareció en plena gruta y le infundió el valor suficiente para iniciar la reconquista de la península, entonces en manos de los moros. Hay leyendas que cuentan cómo la propia Virgen huyó de los musulmanes con el niño y una mula, incluso algunos sostienen que desembarcó en Nueva de Llanes y se encaminó a la cordillera. Muchos pueblos cuentan en su historia particular que fueron lugar de paso en aquel peregrinar. La realidad parece bien distinta. Pelayo se trajo de la corte visigótica de Toledo una talla que dejó en Camposagrado, pero luego contó que se la había encontrado en Covadonga. Lo cierto es que al cristiano no se le apareció la virgen sino que, como mucho, se encontró en las montañas una figura. Dice Fontela, con gran sarcasmo, que «el gran hito mariano asturiano e hispánico y, por tanto, universal... no reposa sobre ninguna epifanía o aparición y, pese a lo que se pueda seguir creyendo, la Virgen de Covadonga no se le apareció ni a Pelayo ni a nadie».
Hablando de hitos, tampoco la Cruz de los Ángeles, conservada en la Catedral de Oviedo, y cuyo robo consternó a toda la región en 1977, se escapa de la Asturias sobrenatural. A Alfonso II el Casto se le aparecieron unos orfebres con aspecto de peregrinos justo cuando el monarca soñaba con encargar una cruceta de oro y piedras preciosas y no encontraba buenos artífices. Así que, encandilado con los peregrinos, les entregó las joyas y les reservó un local para trabajar. Pero cuando, poco después, reflexionó sobre lo que había hecho se dio cuenta de que había entregado material de gran valor a unos desconocidos y envió a sus hombres a vigilarlos. Cuando llegaron, no había ni rastro de los artesanos pero tampoco de herramientas ni de que hubieran trabajado en tiempo récord. En su lugar se encontraron con una flamante y brillante cruz, que dejó en San Salvador para que todos los incrédulos la pudieran admirar y así demostrar lo que había sucedido.
El Carbayu
Si es por apariciones marianas la de la Virgen del Carbayu, patrona de Langreo, es de las más características. Hubo una época, en plena reconquista, en la que eran habituales, quizá para estimular el ánimo de la población cristiana. En este caso, los vecinos ya se encontraban levantando una ermita para la virgen, cuando un día descubrieron que tanto las herramientas como la obra habían desaparecido. Los panes del almuerzo se habían convertido en piedras. Parecía un sabotaje. En mitad de su sorpresa, un rayó quebró un carbayón enraizado en la parcela y de sus entrañas surgió la imagen. No dudaron más sobre lugar exacto en el que tendrían que construir la capilla.
Apariciones del siglo XX
No hace falta remontarse siglos para encontrar sucesos paranormales. En pleno siglo XX, en mayo de 1953, dos hermanas del pueblo de Les Bories, en Laviana, se dieron de bruces con una virgen, también en un castaño. Milagros y Maria Amor, que así se llamaban, regresaron a casa llorando la primera vez que tuvieron el singular tropezón. Hubo más. Llegaron a congregar a una multitud en la zona, sobre el fango que allí se formó cuando corrió la voz. En una ocasión, no se produjo una aparición pero cesó la lluvia que caía a mares y el árbol casi rugió. La descripción que realizaron de la aparición era la de «una señora pequeñita» que no hablaba y que, por tanto, no pudo trasladar ningún mensaje. En esas mismas fechas, desembarcaba en Ribadesella la Virgen de Fátima, de ruta por España.
Fue solo la antesala de las famosas apariciones de Garandabal que conmocionaron España durante meses, desde el primer encuentro, en 1961. Tuvo conexiones con toda España y en Asturias, también. Una creyente de Ribadesella que había estado en Garandabal caminaba sola bajo un diluvio, sin paraguas, cuando pidió la protección de la virgen, y oyó detrás de ella a una mujer vestida de luto que la llamaba y que la atechó durante un kilómetro, antes de desaparecer por arte de magia.
Nuberos y extraterrestes
Un relato medieval, que cita Fontela en su obra, habla de una muchacha llamada Oria que fue sometida a un exorcismo en la Catedral de Oviedo en el siglo XII y que viajaba en una nube con el demonio que la poseía, en medio de numerosos testigos que los vieron y que sufrieron las tormentas de pedrisco que causaban. Este historiador cuenta que los nuberos fueron un tema recurrente durante siglos y que las leyendas de señores muy altos y negros que desembarcan de ellas formaron parte de la tradición oral incluso hasta el siglo XX en zonas, por ejemplo de Galicia. Son responsables de chubascos, pedriscos catastróficos, lluvias de sapos o lagartos,...
En 1995, Melchor Prieto, un minero retirado de Aller, aseguró que se había encontrado con una «entidad». Cuando cabalgaba por el valle del Cerviago, un «pequeño ser humano volador» apareció por los aires y se posó en el suelo como a medio kilómetro de distancia. Después se volvió a dirigir hacia él mientras flotaba y pasó a escasos metros de su cabeza. Intento, sin éxito, cogerlo. Lo describió con la forma de un muñeco, como teledirigido. Pensó que alguien le estaba gastando una broma. El suceso paranormal tuvo una amplia repercusión mediática. El minero jubilado reconoció después que unos años antes también había avistado un ovni.
En los años 20, a una mujer de Las Regueras le entró en casa una turba de difuntos que le prometió rejuvenecerla a los 15 años. A cambio, tenían que arrancarle trozos de carne y meterle reptiles. Iban cargados de documentos que cogían con los dientes. Pilar García, que así se llamaba, se negó. Pero esto no sirvió para disuadirles. Aseguró que la martizaron durante años.
OVNIS
Estudiosos del mundo OVI publicaron en revistas especializadas que, en el año 1982, en Asturias, había entre 150 y 200 avistamientos de objetos voladores no identificados sin estudiar. El trabajo de estos ufólogos se concretó en una recopilación que elaboraron bajo el nombre nada rebuscado de Catálogo de Informes OVNI del Principado de Asturias (CIOPA).
Uno de los más antiguos de los que se tiene noticia, gracias a un artículo publicado en El Comercio, en septiembre de 1898, fue conocido como El caso de Caso o Luz de Beneros. El propio redactor, que firmaba como Lauri, fue testigo de la presencia de aquella luz mientras realizaba su trabajo. Surgía detrás de una montaña, ya entrada la noche, sin importarle la situación meteorológica, con nieve, viento o lluvia. Era roja e intensa.
Un interesante suceso que relata Antonio Fontela, datado en 1968, sucede en el aeropuerto de Asturias, así que es posible que sea el mismo desclasificado ahora por Defensa o uno incluso anterior. Lo sitúa en 1968, sin más concreción. Explica que el jefe de tráficos de la torre de control, al que se le atribuye criterio de observación, habla de un «enigma volante». El cielo estaba limpio y el objeto tenía un aspecto esférico, con luces intermitentes en tres colores, azul, rojo y verde, que se movía con rapidez en zig-zag. Seguía dirección norte. Un veterano ufólogo, Joan Plana i Crivillén, que estudió el casó, llegó a explicar que hubo ese mismo día otras personas que observaron lo mismo. Cita, por ejemplo, a algún piloto de vuelo.
Son solo un pequeño apunte del listado de leyendas, avistamientos y desapariciones que en la historia de los pueblos mezclan imaginación, supercherías, miedos y, muchas veces, sucesos que en ese momento la razón no atiende a justificar. En Asturias, también.