Raimundo Abando: «El buen periodismo siempre tendrá futuro»

RAÚL ÁLVAREZ

ASTURIAS

CESAR QUIAN

08 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En la cuarta generación de la familia a partir de José Tartiere, el fundador de La Voz de Asturias en 1923, aún quedan rastros destacados del interés por los medios del empresario francoasturiano. Su biznieto Raimundo Abando Tartiere ha heredado el interés por la vida pública, es colaborador habitual de la prensa y también ha probado suerte en la política. Pero ese juego le gusta menos que la lectura de los periódicos

- ¿Sigue la familia Tartiere relacionada con el mundo de los medios de comunicación?

- No es la familia como tal. No tenemos una fundación como los Masaveu, en la que todos están alrededor. Aquí cada uno va por libre. Una vez que murió el bisabuelo en 1927, cada uno de sus cuatro hijos fue por su cuenta. Los nietos, por supuesto, también. Los biznietos ya ni le cuento. La familia, como tal, no existe.

- ¿Alguna de esas ramas ha heredado el interés por los medios? ¿Se ha establecido una tradición?

- Una parte sí la heredó. Pero no de forma directa, sino por consanguinidad. Dos biznietas de José Tartiere Lenegre tienen hoy el 10% del grupo Vocento. Son Catalina y Petisa Luca de Tena. Su madre, que era nieta, se casó con su padre, que era uno de los dueños de ABC. Luego el periódico se integró en Vocento y de ahí viene la participación y la relación de la familia con los medios. Aparte de eso, el que más relación tiene con los medios probablemente sea yo.

- Le gusta participar en la vida pública.

- Sí, tengo una participación activa. Presido una asociación, he tomado parte en programas de debate en TPA y en algunas emisoras de radio, escribo mis artículos. Estoy cerca de los medios. Siempre he tenido la ilusión, y aún la tengo, de crear para el futuro un medio que integre lo fundamental hoy en día: la lectura, como un periódico, algo de televisión más radio.

-¿Cree que hace falta reinventar el modelo y el oficio del periodismo?

- Sin duda, de eso se trata. Todos los medios piensan ya en el futuro, aunque no creo que ninguno sepa realmente por dónde van los tiros. En algún momento habrá que apostar por algo y, si yo tuviera que hacerlo, pondría la inversión en un medio integral, con periódico, radio y televisión en el mismo lugar. Las noticias son ya un mensaje generalista que no aporta ningún valor añadido. Las tienen todos los medios y, además, por muy poco dinero. Le veo futuro, sin embargo, a la investigación y a la opinión. Creo que la gente está dispuesta a pagar por las firmas que considera que tienen algo que decir o por reportajes que apasionen.

-¿Prevé una audiencia fragmentada en un diario más básico y otra interesada en un producto elaborado, más elitista?

- El público, me parece, se está dividiendo en dos grupos. Uno, el que solo se interesa por la noticia y no lee más que el titular, que hoy está al alcance de cualquiera en Twitter o en un grupo de amigos de Facebook de manera inmediata. Los medios deben publicar eso porque viven de las noticias que se dan en el mundo. Pero otra parte del público, si quiere usted más reflexiva, más interesada por profundizar en los temas y comprobar las opiniones de firmas que encuentra relevantes, está más dispuesta a pagar por ver ese tipo de contenidos. El mercado las diferenciará.

-¿Se perderá rigor en ese proceso o, dicho de otra manera, se agudizará la tendencia a que los asuntos frívolos ganen peso y jerarquía en las portadas?

- Yo no creo que el futuro del periodismo tienda a la frivolidad. Más bien al contrario. Un buen periodista va a tener futuro siempre. Cuando se haga definitiva esa diferenciación entre los lectores de noticias y los de reportajes tendrá aún más valor. Será realmente el que aporte el valor añadido a los medios, porque los clientes estarán dispuestos a pagar por su firma.

- Tiene usted experiencia en la política y en la gestión pública. ¿Cómo ve la tensión en las relaciones entre los políticos y los periodistas?

- Cada uno debe dedicarse a lo suyo. El político, a ejercer su función en el día a día; el medio, a ser veraz con la noticia, a investigar lo que necesite y a tener la opinión que le parezca sobre ello. El periodista ha de ser objetivo con la noticia y subjetivo con la opinión. Son dos mundos que se complementan con funciones separadas.

-¿Quién lleva la voz cantante en la agenda pública española: los políticos o la prensa?

- Eso lo tengo clarísimo. Un político nunca, jamás, debe supeditar su agenda a un medio de comunicación. Tiene que hacer lo que tiene que hacer. El medio sigue la agenda del político. Lo contrario es muy malo, significa que el político no hace lo que debe y que los medios intentan imponer sus criterios, lo cual también es malo. La línea fundamental es evitar las imposiciones de las dos partes. Tampoco es sano ese afán de los políticos por dictar las opiniones de la prensa.

-¿Hay países con debates más ordenados que los españoles, donde a veces abunda el griterío?

- Cuando los políticos empiezan a dar demasiada importancia a los medios, tanta como para querer imponerles ideas o convicciones, estamos ante algo malo. La sociedad no les pide eso. En la corta vida política que tuve, nunca llamé a un medio para comentar nada que supusiera imponer mis ideas. Sí es cierto que una vez tuve un problema con un periodista. Publicó una noticia falsa y entonces sí le llamé para decírselo. Desgraciadamente, no rectificó al día siguiente. Sobre las opiniones, en cambio, nunca tuve nada que decir. Son absolutamente libres y así hay que aceptarlas.

-¿Es usted de la estirpe de quienes fueron lectores compulsivos antes que escritores?

- Leo de todo. Libros y periódicos. Me levanto temprano y leo cinco periódicos nacionales, los tres regionales y otros tres económicos. Como escritor, no soy profesional y me muevo por impulsos. Cuando algo me llama la atención o me duele de verdad, me inspiro a decir ‘eso no es así’ y tengo que salir a dar mi opinión al respecto.