En su nueva identidad como medio digital, La Voz de Asturias cambia de costumbres. Los ritmos y los horarios del periodismo tradicional no encajan en el dinamismo y la actualización continua exigibles a una cabecera digital. Con ayuda de la tecnología, así se ha adaptado la redacción a las nuevas formas de trabajo y difusión
08 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.l os periódicos en papel, esos dinosaurios que siguen aquí con intención de quedarse mucho tiempo, infunden en sus trabajadores hábitos más bien noctámbulos. Aunque la leyenda bohemia de la profesión siempre se ha alimentado de exageraciones, lo cierto es que los diarios fueron animales de horarios tardíos desde la aparición de las primeras cabeceras de masas en el siglo XIX hasta el advenimiento de la revolución digital, que, sin ánimo de precisión y para entendernos, podríamos considerar que empezó anteayer. Eso se ha acabado. En las nuevas redacciones se madruga y el trabajo se pone en marcha a la hora en que los antiguos maratonianos de la noche clausuraban la velada después de enganchar el cierre de la edición con el amanecer. En cualquiera de los locales donde, día a día, se escribió, se compuso y se imprimió La Voz de Asturias desde 1923 hasta 2012 habría causado un asombro incrédulo anunciar que la jornada echaría a andar a las siete de la mañana.
Ahora sucede todos los días. Es la rutina del periódico, la manera cotidiana de acercarse a la realidad en una redacción exclusivamente digital. A esa hora toca completar el menú de noticias que podrán encontrar en sus navegadores los primeros lectores que se conectan apenas levantados, de camino al trabajo o a la universidad, o desde el ordenador de su oficina. Por la noche, al acabar el día anterior, los redactores y colaboradores han dejado preparadas todas las noticias de la actualidad asturiana que han considerado relevantes, una receta que mezcla temas de elaboración propia y las exclusivas que consigue el periódico con otras informaciones de interés que llegan a través de las agencias de noticias, de los comunicados que abarrotan las bandejas de entrada de las direcciones de correo electrónico o de las redes sociales. A esa base se añaden a primera hora de la mañana las noticias nacionales o internacionales.
No se trata, ni mucho menos, de recalentar noticias del día anterior. Lo que se escoge son análisis políticos económicos, entrevistas a figuras destacadas de la actualidad o reportajes exclusivos que añaden información o nuevos enfoques a los asuntos que copan el debate público. Y no solo eso. En el nuevo ecosistema de los medios, la generación de noticias y los ciclos de la información no desfallecen nunca. Todo es infatigable y siempre hay algo urgente que ha ocurrido en otros lugares del mundo mientras Asturias duerme. Mireia Belmonte y Ruth Beitia ganaron sus medallas olímpicas en Río cerca de las cuatro de la mañana y el reciente terremoto de Italia sucedió también en mitad de la noche, así que esa primera actualización de la portada antes de que avance la mañana tiene tanto de ordenación del escaparate como de incorporación de los cambios más recientes de la actualidad.
Sin importar qué redactor se ocupe cada día de ese primer tramo de la mañana, el mérito de organizar todo ese tráfico de datos, textos, fotos y vídeos siempre es de Walter. Así se llama la plataforma informática desarrollada para disponer de un sistema ágil. Convenientemente etiquetada, cada información sube en un solo paso a la web asturiana, e incluso incorpora de manera automática las actualizaciones que puedan surgir durante la jornada.
Con Walter encargado de esas operaciones mecánicas, los redactores tienen libertad para ocuparse a primera hora de otra tarea básica para el funcionamiento de un medio digital. Es el momento de programar la actividad en las redes sociales para el resto del día. Al menos, para hacer un guion que prevea en qué orden y a qué horas hará llegar La Voz de Asturias sus contenidos a los lectores que la siguen a través de sus perfiles en Twitter o Facebook. El objetivo de esa organización es tener un flujo constante de informaciones para garantizar la presencia en ambos medios, pero espaciando los 'posts' para no agobiar a los receptores. Tratándose de un medio de comunicación, no es infrecuente que ese plan previo se venga abajo ante la llegada de informaciones nuevas, inesperadas y urgentes. En medio de esos vaivenes, siempre ayuda tener un punto de partida, aunque sea inevitable improvisar y hacer cambios sobre la marcha a medida que aparecen novedades no previstas en la agenda del día. Muchas las aporta el equipo de colaboradores, al que pertenecen, entro otros, Elena Bandera, Noelia Rodríguez, Pilar Campo, Josu Alonso y Víctor Martín, entre otros.
Para ayudarse a planificar la secuencia de mensajes en las redes, la redacción emplea una herramienta de medición y analítica llamada Chartbeat. Con ella, se puede comprobar la respuesta de los lectores y anotar qué informaciones interesan más y por qué. Esos datos permiten también comparar el seguimiento de las noticias elaboradas en cada momento y potenciar en consecuencia unas u otras. La aplicación desglosa al minuto la audiencia en un momento dado y el número de usuarios acumulados a lo largo de una jornada, aunque para los resultados a largo plazo se emplean más sistemas de medición. En julio, dos meses después de su relanzamiento, La Voz superó el millón de usuarios y en agosto se acercó al millón y medio. La audiencia va al alza desde mayo.
Las primeras horas del día son también los momentos adecuados para cribar los correos electrónicos y las convocatorias que llegan al diario. Con una redacción pequeña y ajustada (no despegar jamás la vista de los costes es un factor primordial para construir un medio digital viable), La Voz es muy selectiva con los actos a los que acude. Para los asuntos ordinarios confía en los despachos de las agencias Efe y Europa Press. Sus periodistas, los del equipo dirigido por Ángel Falcón y formado por Susana Machargo, Juan Carlos Gea, Luis Ordóñez, Luis Fernández, Graciela M. Camporro y Oriol López, acuden a los acontecimientos de los que la cabecera desea hacer llega a sus lectores una visión directa y personalizada o trabajan desde sus escritorios en la elaboración de noticias y reportajes propios con los que ofrecer material original a la mañana siguiente, cuando el gran ciclo de la información madrugue otra vez.