El pasado 1 de julio la eminente socióloga Saskia Sassen emitía, desde la tribuna de la Junta General del Principado, una desgarradora descripción sobre algunos de los graves problemas que afectan al mundo en que vivimos. Esta estudiosa de la globalización realizaba un diagnóstico profundamente negativo sobre la injusta organización del planeta, fruto de esa globalización que genera enormes desigualdades, y denunciaba un panorama en el que millones de personas son expulsadas de sus casas y de sus trabajos, mientras se destruyen entornos medioambientales y sociales como consecuencia de esas nuevas fronteras que tienen menos que ver con los límites de los países que con el choque y la interacción entre los poderosos y el resto de la población.
La catedrática de la Universidad de Columbia y premio Príncipe de Asturias lanzaba, sin embargo, ante un auditorio de más de un centenar de personas que acudieron a escucharla en el Parlamento asturiano, un mensaje de esperanza “porque cada reestructuración ofrece sus opciones” y, en su opinión, hacer visibles los problemas antes de que estallen es un primer paso para “darle una vuelta a la situación”.
Más entendimiento y más conocimiento, reclamaba Saskia Sassen en esa conferencia con la que se inauguró Espacio Fundamentos, un foro de reflexión y debate impulsado por la Junta General del Principado, en colaboración con la Universidad de Oviedo, que ha nacido con la voluntad de poner al alcance de la sociedad asturiana lugares para compartir experiencias, conocimiento y propiciar su participación en ese debate sobre asuntos que nos afectan a todos y que conforman los grandes temas que definirán nuestro futuro.
Vivimos en tiempos de crisis económicas, políticas y sociales. La ciudadanía reclama cambios en las formas de gobernar y de decidir, una mayor profundización democrática, la corrección de las enormes desigualdades sociales y la puesta en marcha de mecanismos que les acerquen las decisiones que se toman en España y Europa. Y, también, se hace precisa la puesta al día de esos instrumentos esenciales de gobierno de los pueblos que son las Constituciones. Por eso, Espacio Fundamentos surge como una ventana al diálogo, a través de la cual una comunidad autónoma como Asturias, exenta de tensiones nacionalistas, propicia un espacio de diálogo e intercambio de ideas con la serenidad necesaria para afrontar ese intercambio de opiniones sobre los asuntos que más preocupan hoy, entre los que, lógicamente, se cuenta la actualización y reforma de nuestra Constitución.
Esos son sólo algunos de los grandes temas que marcan la agenda política de un país que ha estado demasiados meses sometido a la provisionalidad de un gobierno en funciones. Aunque buena parte de las transformaciones que se están experimentando en la sociedad española responden a la lógica de las grandes metamorfosis de nuestra era y afectan a casi todas las sociedades avanzadas, las últimas convocatorias electorales han señalado un cambio de época en el sistema político español.
Hoy la pluralidad política, reflejo de esa sociedad cada vez más compleja y multicultural en la que vivimos, obliga a intercambiar posiciones y a dialogar. Así nos lo recuerdan insistentemente los sondeos del CIS en los que, mes tras mes, los españoles señalan el paro, la corrupción y la situación política como sus principales preocupaciones, pero, mientras, se mantienen en sus preferencias electorales y rechazan los bloqueos partidarios.
Resolver problemas complejos, como los que nos atañen, requiere algo más que compartir nuevas ideas. Obliga también a compartir compromisos. Y en esta tarea, además de inteligencia política y sentido práctico, hay que ser capaces de actuar de la misma manera que actúan los científicos cuando se enfrentan a sus investigaciones. Es decir, descomponiendo los asuntos en diferentes partes que resulten más abarcables y resolubles.
Han pasado 20 años desde que Bill Gates situara para 2023 la fecha de la desaparición de los diarios en papel. Se puede pensar que era una predicción interesada y aparentemente equivocada. ¿Cuántas estimaciones, cuántas cábalas se han hecho sobre el asunto? Lo cierto es que La Voz de Asturias, una cabecera afortunadamente recuperada y adaptada a los nuevos tiempos en su formato digital, vuelve a la calle hoy en versión impresa para dejar testimonio físico y excepcional de su renovada presencia en el panorama de los medios regionales.
Siendo como son un reflejo de la sociedad, los medios de comunicación no podían ser inmunes a una crisis que tiene los ingredientes propios de un cambio de era. Y para sobrevivir deben reinventarse, adaptarse a las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías y, sobre todo, ofrecer calidad y reconquistar cada vez con mayor vehemencia el espíritu de su función social: ser una referencia útil y necesaria para los ciudadanos, un modelo ético, un espacio de reflexión y un instrumento de contrapoder.
Reinventarse
para sobrevivir
Al igual que los medios han de estar en consonancia con los tiempos y los requerimientos del público al que se dirigen, lo esencial de un sistema político es que se corresponda con la sociedad a la que debe representar y gobernar. Ha llegado la hora de echar mano de la otra agenda, la de las soluciones, partiendo de la ética de la responsabilidad. La única gobernabilidad estable no puede surgir de cálculos aritméticos o intereses partidistas. Ética e ideología no son, en absoluto, términos contrapuestos. La democracia, de hecho, se legitima cuando es capaz de ofrecer un pacto entre ambos conceptos. Hacen falta nuevas políticas para los nuevos tiempos, practicar el consenso, tejer acuerdos. Ese ha sido, precisamente, el mandato que han dado los españoles a sus representantes políticos en las sucesivas citas electorales que hemos vivido en el último año y medio en Europa, en España y en Asturias. Son muchos los retos y los desafíos pendientes y nadie puede permitirse más dilaciones.
Entendamos la política como un instrumento de transformación de la realidad y demos los pasos necesarios para entablar un diálogo fértil y provechoso para avanzar en la resolución de los problemas comunes. Y no olvidemos que los pactos están en el ADN de la cultura política en los países más civilizados
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