Tenemos una tierra con iniciativa, que emprende, que se esfuerza por prosperar, que no se amedrenta ante las dificultades. Una tierra con un patrimonio y un capital humano del que podemos sentirnos muy orgullosos. ¿Por qué, entonces, a Asturias le va peor que al resto de comunidades autónomas? ¿Por qué le cuesta tanto levantar cabeza y remontar posiciones en el ránking del crecimiento nacional? Pues sencillamente porque nuestra región tiene un gobierno que no está a la altura de las circunstancias ni de lo que merecen y necesitan los asturianos.
Desde luego, estos no son tiempos para la resignación y la desgana con que los socialistas afrontan los grandes retos de Asturias. Sus políticas han quedado obsoletas para dar respuesta a los problemas que lastran nuestra región y así lo constatan los indicadores socioeconómicos que le toman el pulso a nuestro país y que sitúan permanentemente a Asturias en el furgón de cola de la recuperación nacional.
Los niveles de empleo mejoran aquí a un ritmo mucho más lento que en el resto de España. Entre los años 2000 y 2015, fuimos la comunidad autónoma cuyo PIB creció menos. Y, si en algo destacamos, lamentablemente, es a nivel tributario, ya que los socialistas han convertido el Principado en una de las regiones donde más impuestos se pagan. Un ejemplo de este infierno fiscal: por una herencia de 175.000 euros en Asturias hay que tributar 22.000 euros mientras en Madrid el Impuesto de Sucesiones no llegaría a 300.
El gobierno regional alega razones de ideología para justificar la injusticia fiscal que está cometiendo, una ideología que asfixia a impuestos a los contribuyentes asturianos a cambio de un sector público mastodóntico y unos servicios deficientes y desiguales. En Asturias, de hecho, los vecinos del Oriente y del Occidente reciben prestaciones sanitarias de peor calidad que un paciente del área central. Comparten, eso sí, las consecuencias de unas listas de espera que se están gestionando francamente mal por parte de la Consejería de Sanidad.
La Educación asturiana también acumula problemas y polémicas. Descontrol en las oposiciones, un buen número de colegios en estado precario y una red de guarderías públicas insuficiente y muy cara, que no ayuda a conciliar la vida laboral y familiar de las parejas con hijos ni ayuda tampoco a superar el invierno demográfico que atraviesa nuestra comunidad.
A Asturias no le conviene seguir por este camino. Nuestra tierra necesita políticas nuevas que le faciliten la vida a las familias, que sean atractivas para las empresas y los emprendedores, que incentiven a los jóvenes, que le den a las zonas rurales el protagonismo que merecen y nos gustaría?En fin, políticas muy distintas a las que viene aplicando el gobierno del Principado, que se mantiene empecinado en el fracaso de una gestión que, lejos de dar soluciones, es parte del problema.
A juzgar por los resultados de las últimas elecciones generales, el socialismo y su forma de administrar las urgencias de Asturias se encuentran en un fin de ciclo. Así que no perdamos la esperanza. Nuestro futuro puede y debe ser mejor. Podemos conseguirlo.