El Principado diseña la Asturias del cambio climático

Susana D. Machargo REDACCIÓN

ASTURIAS

PACO RODRÍGUEZ

El Gobierno presenta medidas contras las inundaciones y la escasez de agua y defiende una región «hipocarbónica», con menos emisiones. Presenta un documento para actualizar el urbanismo

07 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El urbanismo asturiano se ha quedado anticuado. 25 años después de la publicación de las Directrices Regionales de Ordenación del Territorio (DROT), el primer instrumento de ordenación del territorio regional aprobado en España, el Principado inicia el proceso para actualizarlo. El Consejo de Gobierno ha dado el visto bueno al proyecto y la Consejería de Infraestructuras, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente ha publicado las catorce líneas maestras sobre las que trazará la Asturias del futuro. Esa región se blindará contra el cambio climático y las inundaciones y será «hipocarbónica», es decir, reducirá al mínimo sus emisiones. Pretende acabar con la actual dispersión de los núcleos rurales y de las villas creando pueblos «compactos» que mejoren el aprovechamiento del suelo. Mantendrá la mezcla de usos en los barrios y seguirá apostando por las entidades supramunicipales. Reforzará el transporte público como eje vertebrador y mantendrá la gestión integral de la costa. Tanto estas directrices como la introducción, el marco jurídico y el diagnóstico de la situación actual se someterán a información pública y estarán abiertas a alegaciones hasta el próximo 8 de septiembre. 

«Sequías, inundaciones e incendios son procesos cuyas consecuencias ha de soportar inevitablemente la sociedad, y con una alta probabilidad irán incidiendo de manera creciente en Asturias a consecuencia del cambio climático». En estos términos introduce el Principado el apartado destinado al calentamiento global y a la adopción de medias en Asturias. En concreto, se centra en los riesgos asociados a las inundaciones. Su propuesta es preservar de la construcción las llanuras susceptibles de sufrir riadas. Señala que esta opción es mucho más económica que ponerse a levantar nuevas infraestructuras para proteger ese suelo. Así que opta por evitar lo que denomina «obras de defensa y encauzamiento» y prefiere identificar los puntos críticos, como las confluencias de los ríos, que pueden tener otro tipo de usos, como áreas destinadas al ocio. También quiere aumentar la sensibilización de la población. Una de las ideas que baraja es marcar el nivel alcanzado por el agua en una zona que ha sufrido una inundación, como testimonio de lo sucedido. También habla de la necesidad de abordar la vulnerabilidad de la costa desde el punto de vista de los puertos marítimos y adaptarlos mediante una estrategia global de gestión.

Recursos y huella de carbono

Al mismo tiempo, pretende proteger un recurso fundamental: el agua. Lejos quedan proyectos millonarios como el polémico embalse de Caleao. Ahora el Principado explica que la región registra un consumo de agua «que es necesario reducir también con actuaciones sobre el territorio, mejorando la eficiencia de la red y minimizando las pérdidas». En cuanto a la calidad, quiere delimitar áreas y regular el uso de los suelos para proteger también la cantidad. Las directrices recuerdan que el Estudio de los impactos del cambio climático en los recursos hídricos y las masas de agua (CEDEX, 2012) vaticina una disminución del 11% de los recursos naturales para el horizonte 2033 en el Cantábrico occidental. Esto supone una merma considerable de los recursos disponibles para el abastecimiento y, por tanto, obliga a garantizar el suministro.

Está ligada al cambio climático la propuesta de conseguir «una región hipocarbónica», en la que se mejore «la eficacia y la eficiencia energéticas y la consiguiente reducción de emisiones de gases de efecto invernadero». La explicación que ofrece el Gobierno es contundente: «La elevada dependencia energética exterior de Asturias, la progresiva influencia de una legislación europea cada vez más restrictiva con las fuentes fósiles y la propia responsabilidad sobre el bienestar y la calidad de vida de las generaciones futuras, exigen el tránsito del Principado a una economía crecientemente baja en carbono». ¿Cómo conseguirlo? Con una mezcla de estrategias: promover modelos urbanos que ayuden a reducir la movilidad, mejorar el aprovechamiento energético de barrios y edificios, utilizando la tecnología vinculada a la eficiencia, además de emplear energías renovables, y lanzar campañas de reducción del consumo. También aboga por la transparencia en las emisiones, algo que exigen de forma repetida las organizaciones ecologistas. Su idea es incorporar la medición de la totalidad de gases de efecto invernadero emitidos, la denominada huella de carbono, a la evaluación ambiental de los proyectos que tengan un alto impacto territorial.

Otros ejes

No solo el cambio climático inspira este documento. Hay otros problemas o perspectivas que forman parte de las nuevas directrices urbanísticas que pintan la Asturias del futuro. Así, apunta a la necesidad de corregir la tradicional dispersión de los núcleos habitados en el Principado y tender hacia la construcción de pueblos y ciudades más «compactos». La filosofía es diseñar un modelo territorial basado en el uso racional del suelo. Se trata de «un recurso natural no renovable especialmente valioso en Asturias, cuyo relieve accidentado reduce notablemente la superficie topográficamente apta para la urbanización». En términos generales, aboga por reutilizar terrenos ya transformados sobre nuevas urbanizaciones y descarta aprovechar los espacios agrarios más valiosos, como las vegas de los ríos.

Frente a esquemas como los americanos, denominados funcionalistas, en los que se segregan por barrios las actividades típicas de las ciudades, desde las áreas residenciales, a las comerciales, educativas o deportivas, Asturias mantiene la mezcla de usos, con entornos complejos que favorezcan la comunicación y el intercambio.

Las catorce líneas estratégicas incluyen aspectos muy variados, desde una economía diversificada y competitiva a un sector turístico con potencial de crecimiento, una prestación de servicios públicos que ayude a cohesionar o una apuesta por las denominadas áreas funcionales supramunicipales. Todas son ejes básicos para construir la región del futuro.