Los vecinos de El Franco, en pie de guerra: «Tenemos los lobos a la puerta de casa»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

Varios habitantes de esta zona costera asturiana cercana a A Mariña aportan vídeos de los cánidos que dicen encontrarse a diario: «Ya están acostumbrados al contacto humano porque no temen a nada»

28 dic 2021 . Actualizado a las 19:10 h.

Mientras que se debate judicialmente la catalogación del lobo como especie protegida, este campa a sus anchas por Asturias. Al menos así lo consideran quienes dicen haberlos visto incluso en las zonas más costeras. Varios lobos han sido vistos a plena luz del día por vecinos de El Franco. «A la puerta de casa los tenemos», asegura Jesús Trabaledo González, del municipio de Lebredo, quien a las 8.30 horas de la mañana se encontró con dos ejemplares. «Iba a la cuadra, que la tengo al lado de mi vivienda, a ordeñar y pasaron jugando. Se quedaron mirando a los novillas y se fueron», resalta preocupado.

«En cuatro o cinco años ya estarán en las ciudades porque ya están acostumbrados al contacto humano y no temen a nada», alerta Martín Pérez Álvarez, vecino de Villar. Una presencia, que aunque por el momento no hubo que lamentar daños personales, sí que trae consigo incidentes. «Mi cuñada salió de casa para ir a la lavadora y mis sobrinos que son pequeños salieron detrás de ella con el perro. De repente aparecieron unos lobos, cogieron al perro y lo llevaron al monte. Los críos echaron a correr detrás de ellos para salvar al animal pero nada. Imagínate qué peligro, cogieron el perro como pudieron coger a un crío», relata atemorizada Mayte Martínez.

«Está plagado de ellos», clama esta vecina de Villar, quien es raro el día que no los vea. «Cuando voy a trabajar por las mañanas siempre me encuentro alguno. Andan por entre las casas. El otro día estaba en la puerta de casa hablando por teléfono y pasó uno cruzando por el prado. El perro de un vecino, que es un mastín enorme, se pasó la noche ladrando todo el rato, eso es que había alguno por aquí cerca», cuenta.

También es habitual que Martín Pérez Álvarez se encuentre con algún ejemplar. «No los vi en cuatro décadas y en estos últimos años los veo a diario. A veces están en el prado delante de mi casa, otras veces acostados en el suelo, merodeando por los contenedores de la basura… ya no sabes dónde te los puedes tropezar», afirma antes de detallar que «desde hace tres años hay una camada a 300 metros de las casas. Empezaron siendo dos ejemplares, el año pasado ya se veían cuatro y ahora está desmadrado. Como están bien mantenidos se ve que criaron por segunda vez y calculo que habrá entre 8 y 9 ejemplares ya».

El primer lobo que vio este vecino de Villar pasó por delante de las ventanas de su comedor sobre las 13.30 horas «tan campante». «Se cansó todo el mundo de reírse de mí porque no me creían», afirma. Sin embargo, ahora, cada vez más gente los empieza a ver o dice ser testigo de su presencia. «En los últimos 15 días, a un kilómetro de casa, el autobús escolar tuvo que parar para dejar cruzar seis ejemplares. La conductora y la cuidadora estaban atemorizadas. También están apareciendo casos de perros que anduvieron los lobos jugando con él, oliéndole, y lo fueron camelando hasta llevarlo al monte donde lo comieron. En Castropol, por ejemplo, apareció la cabeza y el collar de otro perro. A un vecino le comieron prácticamente todo el rebaño de las ovejas y eso que las tenían en el casco urbano y con una valla de 1,5 metros. Eso quiere decir que tuvieron que cruzar la Autovía, luego la antigua carretera nacional y las calles del pueblo».  

Ante estos sucesos, Martín Pérez teme que le pase algo a su familia o a sus vecinos. «Aunque todos los lobos que vi, te miran, se dan la vuelta y se van, nunca sabes cuándo pueden atacar. Igual que lleva a un perro pueden llevar a un crío o morder a alguien», advierte. Además también está «preocupado» por los ganaderos de la zona, ya que el lobo «les está haciendo mucho daño». «Como se siga así, a corto-medio plazo el ganado menudo y mediado no lo va a dejar y la gente ganadera va a procurar que sus hijos estudien y salgan de aquí. Y en el momento que desaparezca la población de la zona rural, los lobos van a entrar en las grandes ciudades como Oviedo, Gijón o Avilés», sentencia.

También Justo Gayol los ve «casi todas las semanas, no hay día que no encuentre un rastro». En su caso, es más lógico avistarlos puesto que vive en la parte alta de El Franco, en La Braña. Sin embargo, estos también merodean por el poblado. «Aquí está totalmente plagado de lobos. A las 12.00 horas del mediodía una manada de cuatro cachorros cruzó la carretera. A escasos metros de la cuadra los ves cruzar a última hora de la tarde y en el verano a primera hora de la mañana. Hace un mes, iba uno delante de mí en la furgoneta. Y ya no te cuento si entras por una pista de ganado porque te los cruzas muchas veces», pormenoriza.

No obstante, para él, lo peor no es verlos sino los daños que le provocan. «Aparte de las pérdidas, porque si te matan un animal te pagan nada o menos por él, eso en el caso de que encuentres algún resto para atestiguarlo, está el sinvivir. A ver si piensas que se duerme tranquilo sin saber si los lobos te están comiendo el ganado. No es fácil. Si te falta una vaca que parió y no la encuentras, lo primero que se te pasa por la cabeza es que vas a subir para nada. En el momento que ya te comen un animal o dos ya empiezas a estar intranquilo. Ahora obligan a recoger o a perder porque por el momento el ganado mayor no lo están tocando, pero en el momento que les dé por meterse con las frisonas el problema va a ser mucho mayor porque son vacas muy nobles», clama. 

Aunque personalmente no los ha visto, José Manuel Martínez tiene conocimiento de la presencia de estos cánidos por la zona. «El autobús escolar tiene que hacer stop para dejarlos pasar y me preocupa porque esto puede traer problemas con los niños, ya que los que están en la parada esperando al transporte pueden encontrarse con alguno», señala intranquilo este vecino de Arancedo.

Ante esta situación, los habitantes de El Franco exigen controlar la población del lobo y su distribución geográfica. «No se hace un balance total de los lobos que hay y hay muchos más de lo que se piensa», denuncia Justo Gayol. «Aquí hasta que no pasa algo no actuamos y ya está pasando. Los lobos no tienen miedo a nada. Parece que los tuvieron en cautividad y los andan repoblando porque están acostumbrados al contacto humano», lamenta Martín Pérez.

Por su parte, José Manuel Martínez manifiesta que «bastantes cosas da de sí la naturaleza que no se puede frenar como para que ahora dejemos que pasen las cosas que sí se pueden evitar. Esto se está complicando. Será porque en el monte no hay comida o cada vez son más domésticos, pero esto va a traer una desgracia». «De esta manera, se protege menos al lobo porque los ganaderos van hacer todo lo posible para quitarlos delante», añade.