Muere Lluís Prenafeta, la todopoderosa mano derecha de Jordi Pujol

Xavier Gual BARCELONA / E. LA VOZ

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El ex secretario general de Presidencia Lluís Prenafeta, en una imagen del 2 de junio del 2015, cuando compareció en la comisión de investigación sobre corrupción y fraude fiscal.
El ex secretario general de Presidencia Lluís Prenafeta, en una imagen del 2 de junio del 2015, cuando compareció en la comisión de investigación sobre corrupción y fraude fiscal. Toni Albir | EFE

Secretario general de la Presidencia de la Generalitat, fue condenado por corrupción en el 2018

23 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

«La Generalitat somos tú y yo». La frase es de Jordi Pujol al que sería su mano derecha en la primera década de sus 23 años de gobierno, Lluís Prenafeta. Ambos entraron juntos en la Generalitat un 8 de mayo de 1980, cuando la autonomía catalana estaba en pañales. El fiel escudero de Pujol, secretario general de la Presidencia hasta el 1990, murió ayer a los 86 años. Nacido en Ivars Ibars de Urgel (Lérida) en 1939, el arquitecto de la Cataluña autonómica ingresó en Convergència en el 1976, ocupándose de la proyección exterior del partido y de su líder. Lector de Maquiavelo y Leopardi, amante de los buenos vinos, del whisky JB y de los puros, de su mano nacieron Catalunya Ràdio y TV3, las loterías de la Generalitat o lo que hoy es Port Aventura. Incluso logró que George Bush padre recibiera al presidente autonómico en la Casa Blanca. Prenafeta mandaba en la cocina de Pujol, de cuyos fogones salieron la inmersión lingüística o el despliegue de los Mossos d'Esquadra.

Con 51 años, dejó la política para dedicarse a sus empresas. De hecho, era el paladín del sector negocios de CDC. Algunos, muy turbios. En el 2018 fue condenado por corrupción urbanística a casi dos años de cárcel en la operación Pretoria, junto al exconsejero Macià Alavedra y al entonces alcalde de Santa Coloma, Bartomeu Muñoz, del PSC. Independentista acérrimo, en su última entrevista a la radio catalana aseguró que «sin confrontación con el Gobierno o el Estado no hay independencia».