¿Cómo debe responder China a los aranceles de Estados Unidos?
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Contra la guerra comercial de Donald Trump, la respuesta de Pekín debe ir más allá e incluir estímulos fiscales, reequilibrio interno y compromiso multilateral
21 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El anuncio del presidente estadounidense, Donald Trump, el Día de la Liberación, sobre la imposición de nuevos aranceles radicales a las importaciones de más de 180 países será recordado como un tsunami económico provocado por el hombre. Muchos ya lo comparan con la ley arancelaria Smoot-Hawley de 1930 del presidente Herbert Hoover, que recortó drásticamente el comercio global en un 66 % en cinco años y profundizó la Gran Depresión. Los aranceles de Trump —que, en su mayoría, han sido suspendidos abruptamente durante 90 días— han sacudido los mercados financieros, lo que ha llevado a los analistas a advertir que Estados Unidos podría entrar en recesión en el 2025.
Las implicaciones globales no pueden subestimarse. Al ser la mayor economía del mundo, Estados Unidos tiene un enorme impacto en las exportaciones y el crecimiento de otros países. A la incertidumbre se suma el enfoque errático de Trump en la formulación de políticas, que está alimentando las dudas sobre la viabilidad del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial.
Y lo que es aún más alarmante, en tanto Estados Unidos se retira de sus compromisos internacionales, el mundo corre el riesgo de caer en la «trampa de Kindleberger», un escenario que recuerda a la década de 1930, cuando ninguna potencia importante podía o quería aportar los bienes públicos globales necesarios para sostener la economía mundial. Si persisten las tendencias actuales, la arquitectura económica internacional que Estados Unidos ayudó a construir hace 80 años podría desmoronarse.
¿Cómo deberían responder otras economías a los aranceles de Trump? China, Canadá y la Unión Europea ya han anunciado medidas de represalia, mientras que otros países han señalado su voluntad de negociar. Para muchos, Estados Unidos no es solo un mercado de exportación importante, sino también un socio de seguridad crítico y un aliado geopolítico.
Dada su condición de segunda economía mundial y mayor país comercial, la respuesta de China es especialmente relevante. Si bien Trump ha impuesto nuevos aranceles a casi todos los países, China es claramente su principal objetivo. Durante su primer mandato, inició una investigación sobre las prácticas comerciales de Pekín e impuso aranceles generalizados a una amplia gama de productos chinos, muchos de los cuales luego fueron mantenidos por la Administración de Joe Biden.
Se está repitiendo la misma dinámica de ojo por ojo que caracterizó la primera guerra comercial de Trump. A las 48 horas de que EE.UU. anunciara un arancel del 34 % sobre las importaciones chinas —que se sumaba a un aumento previo del 20 %—, el Gobierno chino respondió igualando los aranceles de Trump e introduciendo un conjunto de medidas más selectivas. A su vez, Trump elevó los aranceles sobre los productos chinos hasta el 104 %, lo que llevó a Pekín a aumentar sus propios aranceles sobre las importaciones estadounidenses al 84 %. Trump luego escaló aún más la situación al elevar la tasa sobre los productos chinos al 125 %, incluso mientras dejaba en suspenso el Día de la Liberación.
Si bien los expertos chinos tienen opiniones divergentes respecto a cómo responder a los aranceles de Trump, muchos creen que ofrecer concesiones no haría más que incitar una mayor agresión norteamericana, y la decisión de elevar su arancel sobre las importaciones procedentes de Estados Unidos al 125 % refleja esta opinión. No obstante, cabe esperar que ambas partes sean capaces de encontrar una manera de reducir la tensión a través del diálogo.
Más allá de los aranceles, los responsables de las políticas chinos deberían centrarse en respuestas más estratégicas en tres áreas políticas claves. En primer lugar, deben hacer más para impulsar el crecimiento económico. Tras dos años de resultados relativamente débiles, el Gobierno finalmente adoptó políticas de estímulo macroeconómico más agresivas en septiembre, lo que condujo a una importante aceleración del crecimiento durante el último trimestre del 2024.
Sin embargo, los aranceles estadounidenses anunciados recientemente podrían hacer que a China le resulte más difícil alcanzar sus objetivos de crecimiento del PIB del 5 % y de inflación del 2 %, ya que una caída de las exportaciones podría reducir la demanda agregada, exacerbar el exceso de capacidad industrial e intensificar las presiones deflacionarias. Dado el potencial impacto de los nuevos aranceles de Estados Unidos, los responsables de las políticas chinas tendrán que implementar políticas macroeconómicas audaces y bien orientadas. El Banco Popular de China debería considerar una mayor relajación monetaria, incluso recortando su tasa de interés oficial y el coeficiente de reservas de los bancos.
Sin duda, la preocupación por la estabilidad financiera limita las posibilidades de depreciación de la moneda. Existe un amplio consenso entre los analistas chinos de que la política fiscal —especialmente el aumento del gasto deficitario del Gobierno central— debería desempeñar un papel más importante a la hora de respaldar el crecimiento.
En segundo lugar, los nuevos aranceles estadounidenses subrayan la necesidad de reequilibrar la economía china fortaleciendo el consumo interno. En la actualidad, ese consumo representa apenas alrededor del 56 % del PIB —casi 20 puntos porcentuales por debajo del promedio global—, lo que agrava el problema de exceso de capacidad de China.
El giro proteccionista y el vacío de liderazgo global
Históricamente, China ha abordado este desequilibrio al apoyarse en la demanda de exportaciones. Pero esa estrategia se ha vuelto cada vez más insostenible desde la crisis financiera del 2008, en tanto se ha debilitado la demanda global. En consecuencia, los responsables de las políticas chinas han introducido la estrategia de la doble circulación para impulsar la demanda interna y reducir la dependencia de los mercados externos.
En marzo, el Gobierno dio a conocer una nueva serie de iniciativas especiales destinadas a impulsar el consumo. Pero esto es más difícil que estimular la inversión, ya que el gasto de los hogares depende, en gran medida, de los ingresos y de la confianza, dos factores que tardan en aumentar.
El giro proteccionista de Estados Unidos amenaza con crear un vacío de liderazgo global. En las últimas décadas, muchos países se han beneficiado de la apertura de los mercados. China debe colaborar con estos países, tanto bilateral como multilateralmente, para preservar este sistema y fomentar el libre comercio y la inversión.
En el último año, el Gobierno chino ha tomado medidas unilaterales para facilitar el intercambio internacional, como la exención de visado para ciudadanos de países como Dinamarca, Noruega y Corea del Sur. Medidas similares podrían extenderse al comercio y a la inversión.
Resulta alentador que los responsables de las políticas chinas ya hayan realizado progresos en cada una de estas tres áreas. Ahora que el mundo entra en una nueva fase de desarrollo, lo mejor para China es poner primero su propia casa en orden y luego asumir un papel proactivo a la hora de salvaguardar la economía mundial.
Huang Yiping decano de la Escuela Nacional de Desarrollo y profesor distinguido de la Universidad de Pekín, es miembro del Comité de Política Monetaria del Banco Popular de China. © 2025 Project Syndicate.