
Este procedimiento agiliza los tiempos de asistencia, con el traslado del paciente directamente a sala
20 abr 2025 . Actualizado a las 13:14 h.Abordar un ictus en el menor tiempo posible es clave para minimizar el daño cerebral de esta patología, con una incidencia creciente. En este contexto, se ha desarrollado un innovador circuito a través del cual, el paciente es trasladado directamente a la sala de angiografía para el diagnóstico y el tratamiento sin pasar por las Urgencias: el llamado «Código sala». Se está poniendo en práctica ya en algunos hospitales, como el Virgen del Rocío de Sevilla, el Vall d'Hebron de Barcelona o el Clínico de Madrid.
Este nuevo modelo surge para agilizar los tiempos de asistencia con el traslado directamente a sala, lo que permite a los profesionales realizar la prueba diagnóstica e intervenir sobre el paciente en un mismo espacio, sin que tenga que pasar por Urgencias. Por tanto, reduce el tiempo de atención en una situación en la que ahorrar minutos es clave. Siguiendo el procedimiento habitual, el paciente es recibido primero en Urgencias, luego es trasladado a una sala para el TAC y posteriormente conducido a la sala de angiografía, si necesita una trombectomía.
El procedimiento es similar al plan que se comenzó a utilizar en marzo en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo, «Directo al tac». «Como queremos acortar los tiempos al máximo, hemos estudiado que desde que el paciente llega a la puerta de urgencias hasta que se le hace el tac pasan 25 minutos. Tenemos margen de mejora», detalla el jefe de servicio de neurología del centro, José Luis Maciñeiras.

El ictus se desarrolla rápidamente, por lo que los especialistas insisten en la importancia que tiene reconocer los síntomas y buscar cuanto antes la atención necesaria. Enrique Palacio, jefe de sección de Neurología en el Hospital Valdecilla de Santander, y Andrés González, especialista de Radiología, explican a Efe que, «afortunadamente», el nivel de conocimiento de los síntomas del ictus que tiene la población cada vez es más alto.
Palacio destaca además que se sabe que es una patología urgente y que hay que acudir lo antes posible al hospital. Las señales de alarma ante un posible ictus pueden ser variadas, porque dependen de la zona del cerebro que se esté viendo afectada, aunque los síntomas más frecuentes y conocidos son la pérdida de fuerza en un lado del cuerpo, la desviación de la comisura de la boca, problemas de lenguaje o de comprensión, alteraciones de la visión, o inestabilidad al caminar, entre otros.
El tiempo es oro
Tanto Palacio como González insisten en que cuanto más se tarde en acudir al hospital tras estos síntomas del ictus, menos probabilidades tendrá el paciente de que le puedan aplicar tratamiento con el resultado más eficaz. «El tiempo es cerebro», asegura el jefe de sección de Neurología.
Además, subrayan que el ictus es una patología compleja, que requiere un manejo multidisciplinar. Abarca desde las Urgencias, a Neurología, Radiología, Medicina Interna, Rehabilitación y otras muchas especialidades, sin olvidar a la Enfermería y otras categorías, como los trabajadores sociales, que desarrollan un papel clave en la recuperación. Los especialistas advierten de que se detecta un aumento de la prevalencia del ictus, que atribuyen en parte al aumento de la edad media de la población. En general, los estudios indican que en España se sitúa en un 6 % de la población.

Al margen de la edad, otros factores de riesgo para tener un ictus son la hipertensión, la diabetes o también las alteraciones de lípidos. Y por eso los hábitos de vida saludables cobran especial relevancia en la prevención, con una dieta sana y la práctica regular de ejercicio físico. Palacio destaca que la actividad física moderada, como salir a pasear al menos treinta minutos al día, una dieta saludable, pobre en grasas, en sal y en hidratos de carbono, además de evitar los alimentos procesados y no fumar ni beber alcohol ayudan a disminuir el riesgo de ictus. La obesidad, que cada vez es más frecuente, por el contrario, incrementa ese riesgo, al igual que el estrés.
Las secuelas
Gracias a los tratamientos, las tasas de mortalidad y las secuelas que impiden la autonomía del paciente han disminuido mucho tras el ictus. En el Hospital Valdecilla, por ejemplo, más del 50 % de los pacientes quedan sin secuelas o son leves, no discapacitantes.
Pero entre las que se pueden dar, las más frecuentes son los problemas al tragar o de movilidad por pérdida de fuerza, la falta de coordinación o de reconocimiento corporal o alteraciones del lenguaje. También puede haber secuelas cognitivas o de conducta, que no se manifiestan en la fase aguda, sino posteriormente, como problemas de depresión, ansiedad, irritabilidad, cambios de carácter o trastornos de conducta.