Donald Trump pincha en hueso

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

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Combinación de los rostos de Putin y Trump, en la obra « Paz al mundo» del artista Alexéi Sergienko.
Combinación de los rostos de Putin y Trump, en la obra « Paz al mundo» del artista Alexéi Sergienko. Anton Vaganov | REUTERS

19 mar 2025 . Actualizado a las 13:47 h.

Si la expectativa (excesivamente optimista) respecto a la conversación telefónica de este martes entre Donald Trump y Vladimir Putin era que se pudiese acordar un alto el fuego en Ucrania, esa expectativa no se ha cumplido. La nota que emitió la Casa Blanca tras la reunión (se retrasó mucho, lo cual ya es significativo) tan solo habla de un cese de los ataques a infraestructuras energéticas, que de todos modos ya están prohibidos en derecho internacional y no tenían que haberse producido nunca. Al auténtico alto el fuego se le da una patada a seguir al ponerlo en manos de una «comisión técnica» que deberá estudiar los detalles.

Puesto que la diplomacia se rige por la ley del «solo sí es sí», en la práctica Putin ha dicho que no al alto el fuego. Logra así su objetivo de ganar tiempo y retrasar la tregua lo más posible. Deja caer, de paso, dos condiciones que sabe que harán esa tregua prácticamente imposible una vez que se empiece a discutir en serio: la suspensión tanto de la ayuda militar a Kiev como de la movilización de nuevos efectivos por parte de los ucranianos. No tiene nada de sorprendente, porque en estos momentos el Ejército ruso está avanzando en el Dombás y amasa fuerzas al otro lado de la frontera en el eje de Sumi. Esto hace pensar que el Kremlin planea una nueva ofensiva en la dirección de Kiev para esta primavera. Puede que sea una táctica negociadora. O puede que Putin todavía piense que puede ganar la guerra antes de tener que negociar una paz. Sobre Ucrania poco más: un acuerdo mínimo para intercambiar un centenar de prisioneros de guerra y algunas vaguedades acerca de la necesidad de poner fin a la guerra.

No cabía esperar más de esta conversación, pero el presidente norteamericano sí parecía estar seguro de poner apuntarse un éxito importante. Si es así, no estará muy contento. Entre lo que se ha filtrado de la conversación se pueden leer entre líneas dos datos importantes. Por una parte, la conversación duró mucho más de lo normal, lo que suele indicar que no ha ido bien. Por otra, un responsable de la Casa Blanca la describió como «franca», lo que en lenguaje diplomático es tan solo un nivel por debajo del intercambio de insultos. Pero es difícil que Trump rompa la baraja. Ha invertido demasiado en su imagen de negociador hábil, y pelearse ahora con Putin supondría reconocer que ha pecado de ingenuo. Resultaría demasiado humillante y Trump preferirá el fracaso a largo plazo a la humillación inmediata. En cuanto a Putin, ha avanzado varios pasos más en su camino a la redención internacional. Está la llamada en sí, que le coloca a la par que el presidente de Estados Unidos. También se dice que ha discutido con Trump «cuestiones relacionadas con la energía», lo que casi con toda seguridad quiere decir el levantamiento de sanciones a los hidrocarburos rusos. Y, por último, han «hablado sobre Oriente Medio», lo que seguramente quiere decir cooperación en la cuestión siria y con respecto al programa nuclear iraní.