El este germano impulsa a Alternativa para Alemania a ser segunda fuerza

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La extrema derecha crece hasta los 152 escaños, aunque seguirá aislada
02 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Las elecciones federales en Alemania evidenciaron que el conservador Friedrich Merz será el más que futurible canciller; la profunda crisis de los socialdemócratas y el crecimiento de la extrema derecha. Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) mejoró el 15,9 % del voto de las europeas del 2024 y confirmó la tendencia de las elecciones regionales en Turingia y Sajonia. El partido, aislado en el Bundestag desde su irrupción en el 2017, fue la segunda fuerza más votada con un 20,5 % de los votos. El cordón sanitario de los partidos tradicionales, reafirmado por Metz, se estira ahora a los 152 escaños que ocupa la ultraderecha en el Parlamento federal.
José Manuel Sáenz Rotko es profesor del departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de Comillas. Para él, no existe solo un factor que determine el aumento de votos de la AfD. «Uno de ellos es el entorno económico. Alemania lleva un par de años en recesión», asegura. El país centroeuropeo cerró el 2024 con un porcentaje negativo, del 0,2 %, de crecimiento de su PIB, que se une al 0,3 % que registró el año anterior la Oficina Federal de Estadística. «Otro es el entorno de incertidumbre, de inseguridad, en el que vive la sociedad alemana. La inseguridad es percibida a través de los flujos migratorios. También los problemas de seguridad interna, con atentados cada poco tiempo que son a pequeña escala, pero afectan directamente a la población». Alternativa para Alemania luce un discurso claramente antimigratorio y euroescéptico. De hecho, abogan por que Alemania deje de utilizar el euro como moneda oficial.
Un sirio apuñaló la pasada semana a un turista español en Berlín. Un conductor de origen saudí protagonizó un atropello masivo en un mercadillo navideño de Magdeburgo, que acabó con la vida de cinco personas el 22 de diciembre. Hechos que reforzaron la sensación de inseguridad y que partidos como la AfD vinculan a la población migrante.

Sáenz Rotko cree que los partidos tradicionales tienen su cuota de culpabilidad: «Hay una pérdida de confianza en los partidos que han estado en el Gobierno hasta ahora, en estos últimos tres años y medio. No han resuelto los problemas, son ahora peores».
AfD, fundado en el 2013 por políticos provenientes de la CDU, atrajo a cuatro millones de electores de la abstención en los comicios con mayor participación registrada, con un 82,5 %. También conquistaron como casi nadie a los jóvenes. Un 21 % de los menores de 24 años les votaron, solo por debajo del 25 % que apostó por La Izquierda. En los penúltimos comicios federales, la suma de estos porcentajes tenía como dueños a Los Verdes (23, hoy 10 %) y a los liberales (21 %, hoy fuera del Bundestag). Además, durante la campaña, el magnate tecnológico Elon Musk los ha apoyado, llegando incluso a entrevistar a su candidata, Alice Weidel. Su colíder, Tino Chrupella, acudió a la investidura de Donald Trump.
El docente universitario advierte de que estamos ante un partido «extremista y radical», pero cuya presencia los votantes han normalizado. «No todos les votan a modo de protesta, del mismo modo que no todos son nacionalistas radicales», explica. Los servicios de Inteligencia alemanes consideraron en diciembre del 2023 a este partido una organización extremista. Persigue «sin ningún género de dudas» objetivos anticonstitucionales, según reflejó la Oficina para la Protección de la Constitución en Sajonia, estado federal donde son líderes en votos a nivel nacional desde el 2017.

Casi toda la hoy extinta República Democrática Alemana tiene a la AfD como su opción más votada. Ganaron en 45 de las 48 circunscripciones en liza, muchas de ellas de color rojo socialdemócrata en las anteriores federales. «Los ciudadanos del este sienten que la reunificación de 1990 ha producido ganadores y perdedores. Y los ganadores están en la antigua República Federal. La reunificación ha creado ciudadanos de segunda clase. Hay una sensación de ‘nos hemos quedado atrás y la culpa es de los que han gestionado el país’», añade Sáenz Rotko.