Latinoamérica entra en el juego de Trump

Héctor Estepa
Héctor Estepa BOGOTÁ / E. LA VOZ

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Edmundo González Urrutia, en la gala inaugural por la investidura de Trump el domingo en Washington
Edmundo González Urrutia, en la gala inaugural por la investidura de Trump el domingo en Washington Octavio Guzmán | EFE

La llegada a la Secretaría de Estado de Marco Rubio marcará las relaciones, pese al aislacionismo que promueve el magnate

21 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

América Latina contiene la respiración ante el segundo mandato de Donald Trump. Washington ha olvidado durante décadas a sus vecinos del sur y esa postura ha favorecido una fuerte penetración de China. Ahora, la llegada a la Secretaría de Estado de Marco Rubio, descendiente de cubanos, bilingüe y muy crítico con la izquierda, augura una mayor atención a lo que suceda al sur del río Bravo, a pesar del aislacionismo que promueve Trump. Una muestra es la invitación a la toma de posesión de presidentes de ideología afín como el argentino Javier Milei, el salvadoreño Nayib Bukele, el ecuatoriano Daniel Noboa y el paraguayo Santiago Peña.

Buena parte de los puntos que centrarán la política de Washington hacia Latinoamérica confluyen en México. La amenaza de Trump de imponer aranceles si no se detiene el flujo de migrantes hacia su frontera sur provocó una dura respuesta vía carta de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum. Ambos dieron por finalizada la disputa tras una conversación telefónica, pero nadie descarta que la tensión retorne.

México es el principal socio comercial de EE.UU., después de que la Administración Biden apostara por el nearshoring, es decir, el retorno de las empresas estadounidenses que operaban en países lejanos a lugares más cercanos a su territorio. Muchos en la órbita de Trump rechazan, eso sí, la deslocalización de las compañías estadounidenses a México y la importancia que está tomando el país vecino en la economía nacional, mostrando, además, preocupación por la posible introducción de productos chinos vía la frontera sur.

En el horizonte está la revisión del tratado de libre comercio que une a ambos países y a Canadá. El nuevo inquilino de la Casa Blanca plantea que sea más bien una renegociación.

Preocupa en el Gobierno mexicano la agresiva política antidrogas que se propone desde la órbita del presidente. El nuevo asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, ya presentó como congresista un proyecto de ley que habría autorizado operaciones militares contra los carteles y sin la necesidad de contar con la aprobación mexicana. Esa política resuena en otros países como Colombia, con su posible descertificación de la lucha contra el narcotráfico, algo que no sucede desde los 90 y que supondría contratiempos económicos para el país sudamericano.

Lo que más alarma, en cualquier caso, es la deportación masiva de migrantes, que afectaría profundamente a México, pero también al resto de países, que tendrían grandes dificultades para acoger a los recién llegados, y además perderían un flujo de remesas clave para muchas economías. Honduras, país gobernado por la izquierdista Xiomara Castro, ya ha amenazado con clausurar las bases estadounidenses en su territorio, si Trump sigue adelante con las expulsiones. Las remesas suponen un 25 % de su PIB.

La migración es además uno de los factores que impide prever cuál será la posición de EE.UU. con respecto a Venezuela. Rubio es un halcón anticomunista, considera al Gobierno de Maduro una «narcodictadura», y es partidario de mayor presión sobre Caracas, pero a los asesores de Trump les preocupa un nuevo estallido migratorio y el lobi petrolero de EE.UU. presiona para continuar haciendo negocios con Venezuela. Más drásticas podrían ser las medidas contra Cuba y Nicaragua, que no tienen materias primas que ofrecer.

Todo ello, con la mirada puesta en la presencia de China. Pekín es el mayor socio comercial de la mayoría de los países, incluyendo Brasil. Proyectos como el megapuerto de Chancay, en Perú, con una inversión de más de 1.300 millones de dólares, y la reactivación del corredor interoceánico entre ese país y Brasil, así como numerosos proyectos energéticos, muestran a las claras la intención del país asiático de seguir expandiéndose en la región ante la desatención de EE.UU, algo que preocupa mucho en círculos cercanos a Trump y Rubio.