Los drusos de Siria se plantan frente a la islamización
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Esta minoría defiende que el país árabe debe ser un Estado laico y democrático
15 ene 2025 . Actualizado a las 20:28 h.Basta un paseo por las calles de Sueida, una capital de provincia al sur de Damasco, para darse cuenta de que atesora una identidad propia. Las mujeres no lucen el hiyab y, en cambio, muchos hombres sí se cubren la cabeza con un gorro blanco. Además, en los puntos de control, no hay ni rastro de los milicianos con pasamontañas de Hayat Tahrir en el Sham (HTS), el grupo islamista que lideró la ofensiva que derrocó a Bachar en el Asad hace un mes. Su sitio lo ocupan unos jóvenes identificados con una bandera que podría rivalizar en colorido con la del colectivo LGBTQ+.
No en vano, Sueida es el bastión de la comunidad drusa de Siria, una minoría religiosa que se escindió del islam hace unos diez siglos y que representa cerca del 5 % de la población siria —unas 700.000 personas—. A pesar de su reducido número, los drusos pueden jugar un papel importante en el diseño del futuro político de la Siria post-Al Asad.
Mientras el tejido político en Siria está desestructurado, la comunidad drusa de Siria sí cuenta con un liderazgo indiscutible, el del jeque Hekmat al Hejri, a la vez máxima autoridad política y religiosa de los drusos sirios. En los últimos días, Al Hejri ha aparecido a menudo en los medios sirios después a principios de enero un convoy de más de treinta vehículos con milicianos de HTS intentara penetrar en Sueida. No obstante la coalición de milicias drusas que controla el territorio los interceptó y forzó a dar media vuelta.
«Lo que hizo HTS es inaceptable. Intentaron infiltrarse por la noche para imponer unos hechos consumados. Nosotros hemos mantenido un diálogo con las nuevas autoridades de Damasco, y es así, a través del diálogo, como deben tomarse las decisiones», afirma Al Hejri, un anciano con una larga barba canosa y un sofisticado discurso político. El jeque recuerda que las milicias drusas liberaron Sueida de las tropas de Al Asad y que, junto con otros grupos armados del sur, fueron las primeras en llegar a Damasco, antes que los hombres de Ahmed al Sharaa, el hombre fuerte de la nueva Siria antes conocido por su nombre de guerra Abu Mohamed al Jolani.
Al ser preguntado sobre qué perfil político debe adoptar la nueva Siria, Al Hejri no duda ni un segundo. «Nuestra posición será muy clara: es necesaria una Constitución democrática y un Estado laico en el que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos», proclama Al Hejri, tocado con un sombrero blanco de forma cónica, propio de los clérigos drusos. Esta minoría habita otros países de la región, sobre todo Jordania, Israel y el Líbano, donde es conocida por su carácter aguerrido.
Respetar la pluralidad
Más allá de las cuestiones legales, el jeque cree que la clave para una transición exitosa es que se respete la pluralidad del país. «Siria es un país con muchos colores, y no puede que uno se imponga a los demás», comenta haciendo una metáfora muy apropiada para una comunidad con una bandera formada por cinco franjas de vivos colores.
Además del rol del islam en la vida pública, uno de los debates políticos más candentes en Siria es cuál será la distribución geográfica del poder. Las fuerzas políticas kurdas, que hace más de una década crearon una entidad autónoma en el nordeste del país, apuestan por un Estado descentralizado, una visión coincidente con la de los drusos. «Queremos autonomía, los drusos no deseamos la independencia. Ahora bien, si quieren imponernos un modelo salafista, entonces sí podría haber una división del país y pasarían cosas malas», advierte Al Hijri con una pose seria, un punto teatral.
Una de las prioridades del Gobierno interino es la integración de todas las milicias del país en un nuevo ejército. De momento, sin embargo, los grupos armados drusos se niegan a disolverse. «Una vez que se haya establecido un nuevo sistema político con una Constitución democrática y un Estado laico entregaremos las armas. No lo haremos antes, no hay confianza», remacha Meziat Khadash, uno de los líderes de la principal milicia drusa, Rijal al Karama («los hombres de la dignidad»).
«Si intentan imponernos el salafismo, ¡estamos preparados para la guerra!»
La entrevista tiene lugar en una sede de la milicia, donde hay aparcadas varias furgonetas pick-up con una metralleta incorporada. En una conversación con una quincena de milicianos presentes, enseguida aparece la cuestión de una posible islamización del país. «Quieren cambiar los libros de texto y devolvernos 800 años atrás. No puede ser», comenta indignado un hombre que ya pinta canas, como varios de los asistentes. «Si intentan imponernos el salafismo, ¡estamos preparados para la guerra!», exclama otro que se ha ido excitando a medida que avanzaba la conversación.