La adicción a las pantallas y a las redes sociales dispara los «dumbphones», la némesis de los teléfonos inteligentes
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Carecen de conexión a internet y son una opción que crece frente al fenómeno de la hiperconectividad, que sigue sumando voces contrarias
08 ene 2025 . Actualizado a las 09:12 h.Cada vez son más voces las que reclaman una desconexión urgente e inmediata. ¿El iPhone (considerado el primer teléfono inteligente de masas) fue una liberación tecnológica, un auténtico salto hacia adelante, o una cárcel tan pequeña que cabe en una pantalla? Crecen a diario los que creen que la respuesta correcta es la segunda. En España, cerca del 50 % de los usuarios de teléfonos inteligentes están conectados a internet entre una y cuatro horas al día. Según datos de Statista, más del 4 % pasa ocho o más, lo que muchos expertos califican bajo un único concepto: hiperconectividad, que muy pocas veces se traduce en felicidad o productividad.
El Estudio Generación SPCial sobre hábitos de desconexión digital de los jóvenes españoles, realizado a personas de entre 18 y 35 años, destaca que el 75,5 % de los encuestados se ha propuesto usar el teléfono durante menos tiempo; el 56,5 % ya ha pensado en llevarlo más lejos y realizar una desintoxicación digital. Es por ello que los dumbphones, teléfonos tontos en su traducción en castellano, han comenzado a ganar terreno, ya que carecen de conexión a internet y, por tanto, impiden la instalación de aplicaciones y de redes sociales. Sus características los asemejan a los móviles de finales de los años 90: sirven para llamar y enviar SMS, más que suficiente.
La clave de ese crecimiento de los teléfonos tontos la da la Silvia Martínez, profesora de Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Explica que eliminan de raíz los problemas asociados con la hiperconectividad y con esa dependencia de mirar cada pocos segundos si alguien nos ha enviado un mensaje al WhatsApp: «Pueden tener pantalla táctil o a color, pero carecen de esas funcionalidades que nos ayudan a estar más conectados». «Se orientan a personas mayores que no se han adaptado a los smartphones y que prefieren usar un terminal de toda la vida», precisa César Córcoles, profesor de Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC. «Un segundo mercado que está surgiendo, ahora que se ha extendido un movimiento que quiere alejar a los niños y preadolescentes de las pantallas, es el segmento de edad de los 12 a los 16 años, con padres que preferirían aplazar el uso del teléfono inteligente hasta los 16, pero que sí quieren que sus hijos tengan un teléfono móvil», añade el maestro.
El propio Gobierno de España, como respuesta a un trabajo realizado por medio centenar de expertos durante casi un año, ha recomendado que los menores de 16 años carezcan de teléfonos inteligentes y opten por dispositivos que simplemente les permitan contactar con sus familiares. Además, también han diseñado una introducción progresiva de las pantallas en niños, siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sugiere la prohibición total en menores de un año, y un uso de una hora máxima al día hasta los cinco años. Todas son medidas para mejorar la relación de los menores con la tecnología y potenciar esa desconexión digital donde los dumbphones asoman la cabeza.
Incapaces de escapar
El último estudio publicado por SPC destaca que el 12,2 % de los usuarios ha cambiado su teléfono inteligente por un teléfono tonto, algo que Silvia Martínez cree que «el hecho de carecer de estas opciones de conectividad les ayuda a marcar distancias y a disfrutar mejor de su tiempo, con alternativas de ocio y distracción». A pesar de ello, el papel de los dumbphones continúa siendo residual, ya que algunos usuarios «prefieren buscar otros recursos, como tener alertas del tiempo que llevan conectados o con la pantalla activada». Esta es una opción que ya utilizan el 28 % de los usuarios. Otros querrían ir más lejos, puesto que un 38 % desearía desinstalar las redes sociales de su dispositivo.
Silvia Martínez destaca la importancia de «tomar consciencia del punto de dependencia o alta exposición que tenemos, y tener la voluntad de cambiar hábitos y rutinas». El dumbphone quizás no sea capaz de arrinconar a un teléfono inteligente que lo domina todo, pero seguramente sí sea la opción más tajante para aquellos que, aunque quieren, no son capaces de despegar la cabeza del smartphone. Toca hacerse preguntas. La más importante: ¿nos ha liberado la tecnología o nos está esclavizando dentro de pantallas que solo miden cuatro pulgadas?